Hay decisiones financieras en pareja que no se deben tomar a la ligera. Una de las más trascendentales, aunque a menudo minimizada, es cómo gestionar las cuentas bancarias en pareja, para gastos comunes y otros asuntos.
La elección entre mantener cuentas separadas, abrir una cuenta conjunta o adoptar un modelo mixto no solo afecta a la operativa diaria, sino que puede ser la impulsora de la estabilidad. O, en el peor de los casos, la causa de una ruptura. Descubre lo más importante a saber al respecto.
Cuentas comunes en pareja: ventajas y desventajas

En nuestro país, las opciones más comunes de cuentas en pareja son la conjunta (indistinta o solidaria) y el modelo mixto. O bien, claro está, los aportes desde las cuentas individuales de cada parte de la pareja.
Desde El asesor financiero, creen que usar las cuentas separadas ofrece una buena privacidad financiera, así como una independencia total, con mejor riesgo económico en caso de que uno de los dos tenga problemas financieros. Si bien la gestión de gastos comunes puede complicarse, y pueden aparecen los problemas de confianza.
Las cuentas conjuntas, por su pate, sí son más eficientes y cómodas. Hoy en día, según indican, la mayoría son muy transparentes, y se pueden establecer objetivos de ahorro y de gasto comunes.
Por la parte negativa, las deudas y otros problemas son comunes, y no existe la privacidad financiera. Asimismo, puede llegar a ser un problema que una parte pueda disponer de todo el dinero en cualquier momento, especialmente en casos de crisis de pareja.
Finalmente, el modelo mixto surge como una opción interesante. Tanto para estos expertos como para otros, resulta la posibilidad más equilibrada, al combinar las ventajas una cuenta común para objetivos y gastos comunes, y otra personal donde gestionar el patrimonio propio.
No obstante, requiere una supervisión y aportes económicos constantes, que no todo el mundo realiza como debería.
El aspecto legal del dinero común en caso de ruptura

Tener cuentas bancarias en pareja tiene beneficios y desventajas. Pero todo problema suele girar en torno a la duda de qué sucede en caso de una posible ruptura.
El fin de una relación debería seguir el camino habitual: ponerse de acuerdo para realizar la tramitación del cierre de cuenta, y realizar el reparto del dinero bajo un acuerdo justo y equitativo. Pero hay rupturas en las que no se alcanza este punto de acuerdo.
Si no hay ninguna vinculación legal de pareja, y la expareja decide retirar el saldo completo de una cuenta indistinta, se puede reclamar la parte correspondiente demostrando el origen de los fondos. Es decir, que al demostrar al banco que has aportado dinero a la cuenta, se te debe devolver tu parte correspondiente.
Si hay una unión legal de pareja de hecho, la situación es similar, con la prevalencia de la copropiedad en proporción a las aportaciones económicas.
Ocurre lo mismo en caso de matrimonio con separación de bienes. Si bien en caso de no poder acreditar la proporción de los ingresos en la cuenta, se asume cotitularidad en partes iguales (50-50).
Pero los matrimonios en régimen de gananciales tampoco se eximen de responsabilidades, pues si un cónyuge retira más de lo que le corresponde, deberá restituir la diferencia a la masa ganancial en la liquidación. Podría incluso considerarse un delito de apropiación indebida.
La principal recomendación de los expertos financieros es llegar a un acuerdo transparente y meditado en pareja, antes de decantarse por unas u otras cuentas bancarias. Y tener siempre un plan B, así como la manera de poder demostrar tus aportaciones a la cuenta, en caso de que suceda algo durante un posible proceso de ruptura.