La jubilación de los jóvenes de hoy se dispara hasta los 71 años

La jubilación de los jóvenes se complica: los menores de 35 años necesitarán estrategias alternativas si aspiran a un retiro sostenible

Generación Z - Sociedad
Un grupo de jóvenes de la generación Z haciéndose un 'selfie'
Shutterstock

El futuro de la jubilación de los jóvenes en España se presenta cada vez más incierto y alejado del modelo tradicional que conocieron sus padres. Según el último informe de la Fundación BBVA e Ivie, titulado Presente y futuro de la juventud española, los jóvenes que hoy inician su vida laboral podrían tener que jubilarse a los 71 años si quieren mantener su nivel de vida cuando alcancen la edad de retiro, allá por el año 2065.

Este cálculo se basa en la dificultad actual de acceder al mercado laboral en edades tempranas. Lo que impide acumular los años de cotización necesarios para una pensión digna sin retrasar el retiro. La combinación de empleos más inestables, carreras laborales más cortas y reformas en el sistema de pensiones obliga a replantear profundamente la jubilación de los jóvenes.

Un retraso laboral que encarece el retiro

La jubilación de los jóvenes se complica, entre otras razones, por la tardía incorporación al mercado laboral. En la actualidad, la tasa de empleo entre los 16 y los 29 años es 15 puntos inferior a la registrada en 2007. Esto provoca que muchos no lleguen a completar los 40 años de cotización exigidos para una jubilación plena a los 65 años.

El estudio señala que, para mantener una tasa bruta de reemplazo del 90% (es decir, que la primera pensión represente el 90% del último salario bruto), será imprescindible jubilarse a los 65 años con 40 años cotizados. Pero si solo se alcanzan los 35 años, habría que esperar hasta los 68. Y con tan solo 30 años cotizados, como prevé el informe para gran parte de los jóvenes, la jubilación se pospondría hasta los 71.

La jubilación de los jóvenes de hoy se dispara hasta los 71 años
Imagen de archivo de un grupo de jóvenes españoles en Roma
EFE

El concepto de “tasa de reemplazo” mide la relación entre el primer pago de pensión que recibe un jubilado y el salario que tenía al finalizar su vida laboral. En el caso de la jubilación de los jóvenes, esta tasa va cayendo progresivamente.

Para carreras laborales de 30 años, actualmente se consigue una tasa del 77,1%. Pero, para quienes se jubilen en 2065, esa cifra descenderá hasta el 75,3%. Si se aplican nuevas reformas para contener el gasto en pensiones, la tasa podría bajar aún más, hasta situarse en torno al 57,6%. Esto implicaría que muchos trabajadores recibirán pensiones equivalentes a poco más de la mitad de su último sueldo, un escenario que amenaza con precarizar el retiro de toda una generación.

Reformas adicionales podrían agravar el panorama

El estudio advierte que, si se implementan cambios estructurales adicionales, como ampliar el periodo de cómputo de la base reguladora a los últimos 35 años, exigir 40 años de cotización para acceder al 100% de la pensión, o vincular la cuantía de la pensión a la esperanza de vida mediante un factor de sostenibilidad a partir de 2044, la jubilación de los jóvenes se enfrentaría a una nueva caída en sus condiciones.

Por ejemplo, para quienes logren cotizar 35 años, la tasa de reemplazo pasaría del 87,5% actual al 70,2%. Y para quienes alcancen los 40 años, la caída también sería notable: del 90,6% al 80,2%.

La jubilación de los jóvenes de hoy se dispara hasta los 71 años
Dos jóvenes observan el escaparate de una agencia inmobiliaria con las ofertas de alquileres
EFE

La situación se complica aún más con las reformas recientes del sistema de pensiones. Aunque no tendrán impacto pleno hasta 2050, sus consecuencias se harán notar sobre todo en la jubilación de los jóvenes, quienes tendrán que afrontar mayores cotizaciones a la Seguridad Social sin que eso se traduzca en un aumento de su pensión futura.

El mecanismo de equidad intergeneracional y la llamada cuota de solidaridad para los salarios más altos elevarán las cotizaciones. Lo que se traducirá en una menor renta disponible durante la etapa activa. Sin embargo, dado que el sistema español solo tiene en cuenta la base de cotización y no el tipo, este esfuerzo adicional no conllevará una mejora en la prestación recibida.

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