La tregua arancelaria de Trump sigue su curso y las empresas españolas están muy pendientes de lo que pueda suceder. Están en juego 18.000 millones de euros en exportaciones. Estados Unidos es el principal mercado extracomunitario para España y ninguna compañía quiere dar un paso atrás.
Conquistar un país tan exigente requiere de mucho esfuerzo y tiempo que puede desvanecerse con una simple carta de Donald Trump dirigida a Europa. Nada se sabe, por el momento, de la negociación con la presidenta de la Comisión Europea pero apenas hay margen para debatir. Lo único que ha trascendido es que se ha producido una llamada telefónica entre Trump y Ursula von der Leyen y que podrían estar preparados para llegar a un acuerdo básico para evitar una escalada arancelaria y que los aranceles se aplicarán a partir del 1 de agosto.

Las empresas españolas están haciendo números, cruzando los dedos y buscando también otros mercados alternativos para no perder dinero. Sectores como los bienes de equipo, con productos como herramientas, componentes industriales o motores que en 2024 representaron más de 4.000 millones de euros en exportaciones, especialmente procedentes del País Vasco, Navarra y Cataluña. También el sector químico y farmacéutico, cuyo crecimiento previsto para este 2025 es del 3% y se podría ver afectado por los aranceles. Y, por supuesto, el agroalimentario, encabezado por el aceite de oliva, el vino, el jamón, el queso y las aceitunas.
Aceite de oliva
España exportó el año pasado aceite de oliva a Estados Unidos por un valor de 430 millones de euros. El vino y el cava supusieron 340 millones de euros, en el caso del queso, 120 millones de euros, y las frutas y hortalizas, 200 millones de euros según datos del ICEX. Y son varias las comunidades autónomas afectadas: Andalucía es líder en exportación de oro amarillo con el 70% del total nacional.
En el caso de La Rioja, Castilla-La Mancha y Cataluña, son los principales exportadores de vino y cava. Murcia y la Comunidad Valenciana son fundamentales en el envío de frutas, cítricos y hortalizas. Y Extremadura y Castilla y León son claves para la exportación de productos cárnicos y quesos artesanales.

El coste puede ser inmenso, una pérdida directa potencial de más de 1.000 millones de euros anuales si los aranceles se extienden a todos estos productos agroalimentarios pero también costes indirectos, como pérdida de competitividad y renegociación de contratos. Grandes y medianas empresas españolas estarían implicadas. Desde Freixenet que exporta cava, la compañía almeriense Cosentino, con diferentes materiales de construcción, González Byass, vino y brandy o Repsol, que envía energía y productos derivados.
Según Araceli de Frutos, Asesora del fondo Alhaja Inversiones, “los mercados tanto en Europa como en el IBEX 35 están en actitud de esperar y ver después de los comentarios que han aparecido este fin de semana del secretario de Estado de Estados Unidos sobre la ampliación del plazo de tregua arancelaria hasta el 1 de agosto para cerrar acuerdos comerciales. Hay cierta incertidumbre pero con la esperanza de que las negociaciones sí que lleguen a buen puerto después de los acuerdos de Trump con Reino Unido, Vietnam, la tregua con China, las negociaciones avanzadas con Japón, India, Corea del Sur y que suceda lo mismo con la Unión Europea. Si todo va bien, los mercados seguirán una tendencia alcista y el verano puede ser tranquilo si los acuerdos resultan positivos para todos”.
Las compañías están barajando otros mercados alternativos para introducir sus productos y diversificar las exportaciones, especialmente en el sector agroalimentario y la automoción. El ICEX se refiere a países como Canadá, donde ya existe un acuerdo comercial con la Unión Europea y que facilita el envío de productos sin aranceles, considerado además como un sustituto natural de Estados Unidos para el aceite, vino o queso.

Otro destino podría ser México, que consume grandes cantidades de productos europeos, país con el que nos une un lazo cultural que facilita llegar a acuerdos bilaterales. Brasil, que se posiciona como mercado estratégico dentro de Mercosur, o la India, en plena expansión de su clase media con gran apetito por los productos europeos. Y por supuesto China, que puede absorber las posibles pérdidas del comercio con Estados Unidos aunque también es difícil sortear sus fuertes restricciones burocráticas y exigencias normativas.
Las Bolsas europeas parecen mantenerse en una especie de letargo a la espera de lo que pueda pasar, con movimientos cortos de los inversores, que no quieren hacer grandes apuestas hasta tener las cartas boca arriba. Hay mucho dinero en juego también para el resto de socios europeos, más incluso que en el caso español, como le sucede a Alemania, Italia o Francia. A ellos, una guerra arancelaria les haría todavía más daño por ejemplo, en el sector de la automoción. Todos se verían arrastrados por las ocurrencias del presidente estadounidense.