En la sesión organizada por la Fundación Caixa en colaboración con UNESCO, se destacó en la ponencia del economista José Moisés Martín Carretero, economista y director general del Centro para el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (CDTI), que la innovación digital no solo depende de los avances tecnológicos o de la inversión económica, sino también de la capacidad humana para integrar de manera inclusiva y sostenible.
No se trata únicamente de crear herramientas más modernas, sino de garantizar que estas generen un impacto real en las comunidades, en las que se use la digitalización como motivo de empoderamiento.
El programa Work4Progress celebra en @CosmoCaixa su encuentro anual con representantes de Perú, Colombia, Mozambique e India, quienes compartirán proyectos que promueven el empleo y la innovación social en sus comunidades. pic.twitter.com/o3v25napd4
— Fundación ”la Caixa” (@FundlaCaixa) October 8, 2025
Cuando la tecnología se orienta hacia el desarrollo social, se convierte en un puente que reduce brechas y amplias oportunidades. Sin embargo, si no se acompaña de formación, acceso equitativo y una mirada ética, corre el riesgo de profundizar desigualdades existentes que a día de hoy están marcadas. La verdadera transformación digital ocurre cuando la innovación fortalece a las personas y no las deja atrás “el desafío de los agentes es fortalecer las capacidades humanas para que esta digitalización empodere a las comunidades” destacó Martín Carretero.
Asimismo se pronunció sobré el modelo de digitalización estadounidense, Silicon Valley, definiéndolo como “un modelo que está creando una desaceleración de la capacidad de innovación”. En este sentido, José Martín plantea examinar nuevas fórmulas de cooperación que reinventen los ecosistemas tecnológicos, basándose en las necesidades locales como eje central. Es necesario redefinir el uso ético de la tecnología y establecer parámetros para evitar que se transforme en una herramienta de control sobre las personas, siendo estas la prioridad y que el rol de la tecnología sea estar siempre a disposición de las comunidades.
El riesgo de la IA
Durante el evento se llevó a cabo un debate entre Kasia Odrozek, coordinadora del Business Council for Ethics of AI and Bioethics and Ethics of Science; Shrashtant Patara, director ejecutivo de Development Alternatives (DA) y José Moisés Martín Carretero. La finalidad era examinar los enfoques éticos, inclusivos y colaborativos para afrontar los retos del desarrollo global desde la transformación digital.
En el transcurso del debate surgió el tema de las inteligencias artificiales, descritas por los expertos como “un arma de doble filo”.
En su intervención, Kasia Odrozek, representante de la UNESCO, hizo alusión a la iniciativa AI for Good, impulsada por la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) de la ONU, que promueve el uso de la inteligencia artificial con fines sociales y humanitarios.
Odrozek señaló que esta herramienta puede convertirse en una gran aliada para la cooperación internacional, siempre que se utilice con criterios éticos. Sin embargo, advirtió sobre el riesgo de que algunas empresas la interpreten como una oportunidad puramente comercial, lo que podría desviar su propósito original de servir al bien común.
Cooperación digital basada en la interacción
Durante el debate, Shrashtant Patara puso el foco en la tecnología aplicada a la producción local en Uttar Pradesh (India), donde procesos de etiquetado y empaquetado han permitido a las comunidades competir frente a grandes marcas y generar nuevas oportunidades de desarrollo.
Patara explicó que el programa Work4Progress (W4P) de la Fundación “la Caixa” se basa en un modelo horizontal, en el que entre 10 y 20 actores clave interactúan y colaboran dentro de la comunidad, evitando las jerarquías rígidas de estructuras verticales como las de muchas startups estadounidenses centradas únicamente en maximizar beneficios.
En esta línea, José Moisés Martín destacó que muchas grandes compañías no se centran en generar valor sino en capturarlo, produciendo ingresos visibles pero ocultando impactos negativos sobre ecosistemas y comunidades. Lo describió como “la disrupción del modelo estadounidense, un modelo que no es tan brillante como parecía”.

Respecto a las herramientas digitales aplicables a la cooperación internacional, Kasia Odrozek señaló que, aunque los datos son esenciales para el uso eficaz de la IA, también es importante explorar aplicaciones adaptadas a contextos locales, como la agricultura o la salud, que respondan a las necesidades reales por las que pasan las comunidades.
Como ejemplo de gobernanza responsable de datos, mencionó Common Voice, una plataforma gratuita y de software libre, que permite a las comunidades generar conjuntos de datos de habla y texto, fomentando la participación local y el acceso equitativo.
Shrashtant Patara agregó que la tecnología debe permitir a los constructores de ecosistemas desarrollar prototipos propios, por ejemplo mediante el uso de drones y otras herramientas adaptadas a sus necesidades. José Martín expresa que los ecosistemas requieren un equilibrio dinámico entre distintos actores y que los financiadores deberían arriesgarse más y apoyar programas experimentales.
El programa Work4Progress, impulsado por la Fundación “la Caixa”, actúa como un catalizador que amplifica el impacto de los proyectos en India, Mozambique, Perú y Colombia, mediante intervenciones estratégicas basadas en la escucha activa y la participación comunitaria.
🏆 El programa #Work4Progress de la Fundación ”la Caixa” recibe el Premio WSBI por su impacto en el crecimiento económico y el empoderamiento de mujeres y jóvenes en India, Mozambique, Perú y Colombia.
🌍 Un reconocimiento a la innovación social y al compromiso con los #ODS.
— Fundación ”la Caixa” (@FundlaCaixa) October 15, 2025
De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT), aunque la tasa mundial de desempleo juvenil se redujo al 13 % en 2023, alcanzando su nivel más bajo en quince años, la recuperación no ha sido equitativa. Las mujeres jóvenes continúan enfrentando una marcada desigualdad en el acceso al trabajo: la tasa de jóvenes que no estudian, no trabajan ni reciben formación “ninis” refleja una fuerte brecha de género, con un 28,1 % de mujeres en esta situación frente al 13,1 % de hombres.
Work4Progress
Estos datos evidencian que las mujeres jóvenes tienen casi el doble de probabilidades de quedar excluidas del mercado laboral y educativo en comparación con los hombres. Por ello, el programa Work4Progress se centra especialmente en empoderar a las mujeres y a la juventud, fomentando la creación de oportunidades laborales inclusivas, sostenibles y equitativas. A través de la innovación social y la colaboración comunitaria, busca romper las barreras estructurales de género y promover un desarrollo más justo y participativo en las comunidades donde interviene.

