El Banco Sabadell quiere demostrar que todavía hay mucho juego sobre el tablero. Que el BBVA continúe con la OPA no significa que se lo vaya a dejar fácil y ha acordado la venta de su filial británica, TSB, al Banco Santander por 3.400 millones de euros. Con este movimiento, la entidad propondrá el pago de un dividendo extraordinario en efectivo de 50 céntimos de euro por acción, equivalente a 2.500 millones de euros en la Junta Extraordinaria de Accionistas que celebrará el próximo 6 de agosto.
Según el presidente del Banco, Josep Oliu, “esta operación es beneficiosa para la entidad y sus accionistas, ya que supone una fuerte creación de valor, que permitirá repartir un dividendo extraordinario y, al tiempo, mantener nuestro nivel de capital por encima del 13%. Esta operación favorece a nuestros accionistas independientemente de la existencia de la OPA”, y ha recordado “por tanto, si la Junta General la aprueba se llevará a cabo, aunque la OPA decaiga”.
La OPA se encamina al final del proceso después de algo más de trece meses. Ninguna de las dos entidades está dispuesta a tirar la toalla. El BBVA no quiere repetir el fiasco que obtuvo con su primera OPA fallida en 2020 y va a por todas. Pese a las duras condiciones planteadas por el Gobierno, el banco vasco ha decidido seguir adelante con su intención de comprar el Banco Sabadell y fusionarlo aunque tarde más de lo previsto. Según ha declarado el propio presidente Carlos Torres, “el proyecto crea un enorme valor para los accionistas de ambas entidades y representa una oportunidad única para construir uno de los bancos más competitivos e innovadores de Europa. Juntos, seremos una entidad más sólida, con mayor escala y con capacidad para aumentar en 5.000 millones de euros anuales la financiación a familias y empresas, impulsando así el crecimiento económico de nuestro país”.
Pero los accionistas no van a obviar los obstáculos impuestos por el Consejo de Ministros. Ambos bancos deben mantenerse independientes, separados durante al menos tres años prorrogables a otros dos más. Serían dos entidades jurídicas diferenciadas, con un patrimonio separado y una gestión independiente también. Ante este panorama, el calendario marca una nueva fase en la que debe ser la Comisión Nacional del Mercado de Valores la que apruebe la propuesta hasta llegar a la última parte de este largo proceso: la decisión de los accionistas del Sabadell, que serán los que en último lugar determinen el futuro de las dos entidades.
Pero si el BBVA no da por perdida la batalla, tampoco lo está haciendo el Sabadell, que guardaba un as en la manga. Y esa carta es la venta de su filial británica, TSB Bank, con la que va a tentar a sus accionistas. Sobre la mesa tenía varias ofertas, las de Barclays y la del Banco Santander UK que ha sido el elegido finalmente para la transacción.
Y durante este juego de equilibrios, en el Ibex 35, los inversores han castigado al banco de Torres porque tardará más tiempo en rentabilizar su propuesta de fusión, es decir, su idea de convertirse en un gran banco tendrá que esperar, de ahí su cotización en rojo un día después de conocer públicamente sus intenciones de seguir adelante con la OPA.
Según Antonio Castelo, analista de iBroker, el objetivo del BBVA es tener más presencia doméstica ya que “se quedó descolgado en el negocio nacional respecto a Santander (se quedó con Popular) y CaixaBank (se quedó con Bankia). La única alternativa de tamaño es Sabadell. Ahora, las medidas del Gobierno cuestionan la generación de sinergias de la operación que inicialmente fueron cifradas en 850 millones de euros, de los cuales, unos 300 millones de euros estaban vinculados al cierre de oficinas y a la reducción de la plantilla y, por tanto, no podrán ser realizadas en el plazo de 3 o 5 años. La credibilidad del equipo gestor de BBVA que, después de haber puesto sus cartas boca arriba, si no hubiera seguido adelante con la operación, quedaría en entredicho”, explica.
BBVA deberá ahora actualizar el folleto de la OPA ante la CNMV con la incorporación de las nuevas condiciones impuestas, tanto separación operativa, como plazos y garantías. Una vez aprobado el folleto, se iniciará un período de suscripción de entre 2 y 4 semanas, en los cuáles los accionistas del Banco Sabadell podrán entregar sus títulos al precio fijado. “Pero caben otras alternativas, como por ejemplo que BBVA presente un recurso contra la resolución del Consejo de ministros, que podría incluir la reclamación de una indemnización al Estado si la fusión se bloquea definitivamente y se consideran vulnerados derechos”.
Y ahora se suma la venta de la filial británica del Sabadell haciendo más atractiva su propuesta para los accionistas. Y esta operación conlleva convocar una junta extraordinaria de accionistas y retrasaría todavía más esta eterna OPA. La operación necesitará además el ok de la Autoridad de Regulación Prudencial (PRA) y de la Autoridad de Competencia británica.
Un laberinto que cada vez se alarga y se complica más y que, por el momento, no tiene una salida clara.