En el exclusivo universo de Hollywood, pocos nombres generan tanto respeto —y controversia— como el de Tracy Anderson. Con apenas 1,52 metros de estatura, esta entrenadora personal transformó su frustración de obesidad adolescente en el estudio de un método revolucionario que ha marcado los cuerpos de algunas de las mujeres más influyentes del mundo: Madonna, Gwyneth Paltrow, Sarah Jessica Parker, Courteney Cox, Kate Hudson, Gisele Bündchen, Nicole Richie o Jennifer Lopez.
Con su Tracy Anderson Method, una disciplina que combina movimientos coreografiados, trabajo muscular específico y sesiones en salas con calor y humedad controlados, Anderson ha conseguido un imperio del fitness. Sus estudios en Los Ángeles, Nueva York, los Hamptons y Madrid, suscripciones digitales en más de 50 países y programas de streaming la han convertido en una marca global. Pero junto al éxito, su trayectoria también ha estado marcada por la controversia, tensiones entre sus empleados y un estilo de liderazgo tan admirado como cuestionado.
De bailarina frustrada a arquitecta del cuerpo femenino
La historia de Anderson arranca en un estudio de ballet de Nueva York. Desde niña soñaba con ser bailarina profesional y consiguió una beca para dedicarse a ello. Sin embargo, durante la adolescencia sufrió un aumento de peso de más de quince kilos. Su cuerpo ya no encajaba en los estrictos cánones de la danza y eso la sumió en una profunda crisis personal.
Ese momento se convirtió en un punto de inflexión: decidió estudiar a fondo la biomecánica femenina y desarrollar un sistema de entrenamiento que ayudara a transformar el cuerpo. Tras convertirse en madre, redobló esfuerzos. Probó sus rutinas en más de 150 mujeres de diferentes complexiones y llegó a la conclusión de que todas podían moldear su figura sin dietas drásticas, únicamente a través de movimientos constantes y específicos.
Su estudio fue la antesala de lo que más tarde bautizó como Tracy Anderson Method, un programa que, en sus palabras, “esculpe los músculos pequeños que sostienen los grandes”, logrando cambios visibles y una silueta estilizada.
Hollywood cae rendido
El gran salto de Anderson llegó gracias a Gwyneth Paltrow. La actriz, impresionada por los resultados tras entrenar con ella, se convirtió en clienta y embajadora, además de participar como inversora de su empresa. A través de Paltrow, Tracy conoció a Madonna, quien la contrató en 2006.
La “Reina del Pop” llegó a describirla como “su salvadora” en una entrevista con The New York Times, destacando que, tras varias operaciones, Anderson fue la única capaz de “recomponer su cuerpo en una sola pieza”. Durante esos años, Madonna y Tracy parecían inseparables, entrenando juntas y promoviendo rutinas que exigían hasta 90 minutos diarios de intensos ejercicios.
La lista de clientes se multiplicó: Courteney Cox, Sarah Jessica Parker, Alessandra Ambrosio, Kelly Ripa y hasta Robert Downey Jr. para su papel en Iron Man 2. Entrenar con Anderson o en sus estudios se convirtió en un símbolo de estatus, una membresía que no solo prometía un cuerpo escultural, sino también pertenencia a un círculo exclusivo.
Hoy, TA Studios tiene sedes en Los Ángeles, Nueva York, los Hamptons y Madrid, y ha llegado a ser descrito como “la mejor arma secreta de Hollywood”. La suscripción presencial puede costar hasta 900 dólares al mes, con clases en salas a 35 grados centígrados y 75 % de humedad. Según Anderson, esas condiciones favorecen la desintoxicación y la resistencia muscular.
La modalidad online, más accesible pero aún premium, se sitúa en 90 dólares mensuales, con opción de clases en vivo por un extra de 40 dólares. Además, en 2023 lanzó la máquina Rheametis, un reformer inspirado en Pilates que incorpora más de 3.500 movimientos originales y promete “escuchar al cuerpo en lugar de oponerse a él”.
La ruptura con Madonna
Pero no todo ha sido armonía en el camino de Anderson. En 2009, su relación con Madonna terminó abruptamente. Según varias fuentes, la cantante se cansó de las “exigencias personales” de Anderson, mientras que esta criticó las demandas de la estrella. El distanciamiento fue tan sonado como su unión y de ser su “salvadora”, Madonna pasó a romper toda relación profesional.
El episodio no frenó el ascenso de Tracy, aunque dejó claro que su estilo directo y su carácter fuerte no siempre congeniaban con el de sus clientas más exigentes. Con el crecimiento de su imperio también llegaron algunos problemas. Exentrenadores y exempleados han denunciado condiciones de trabajo extremas en los estudios, donde el calor y la humedad favorecían problemas de salud.
Otros señalan la paranoia de Anderson frente a la competencia, temerosa de que sus entrenadores se acercaran demasiado a clientas de alto perfil. También fue criticada por apropiarse de regalos destinados a su equipo, como un lote de ropa deportiva enviado por Stella McCartney, que supuestamente se quedó para ella.
Lejos de empañar su reputación, estas historias han alimentado la narrativa de que Anderson es una líder perfeccionista, obsesiva y celosa de su método, lo que para algunos forma parte de la leyenda de su éxito.
Madrid: el salto europeo
Entre sus apuestas internacionales destaca el estudio de Madrid, que marcó su desembarco en Europa. Para muchas mujeres españolas, entrenar con Tracy Anderson o sus instructoras certificadas significaba entrar en contacto directo con el mismo sistema que había transformado a las divas de Hollywood. Madrid, una de las ciudades favoritas de Gwyneth, se convirtió en el primer laboratorio europeo de su método, con clases exclusivas y un público fiel que ve en la sala caliente y húmeda una experiencia de comunidad y disciplina.
Quienes practican el Tracy Anderson Method lo describen como un ritual más que un entrenamiento. “No es pilates, no es cardio dance, no es ballet, aunque bebe de todos ellos”, explica Anderson, quien se describe a sí misma como una “académica autodidacta y artista del movimiento”. Para ella, el ejercicio no es solo técnica, sino también creatividad. “Es un canon de trabajo”.
Una vida sin dietas
Más allá de los reflectores, la vida personal de Anderson ha estado marcada por muchos altibajos. Fue madre joven y, a lo largo de su carrera, ha tenido que equilibrar la crianza con el crecimiento de su marca. Sus relaciones sentimentales también han estado bajo escrutinio, pero ella siempre ha defendido que su prioridad es su pasión por el cuerpo femenino.
Confiesa que no cree en dietas restrictivas y que la clave de todo es la constancia diaria. “No importa si son diez minutos o una hora, lo esencial es ejercitarse cada día”, insiste. Para ella, el ejercicio no es sacrificio, sino celebración del cuerpo y la mente.
A sus 50 años, Tracy Anderson sigue siendo una figura divisiva. Para unos, es la gurú indiscutible del fitness de las estrellas, una visionaria que ha creado un método único. Para otros, es una empresaria obsesiva que construyó un imperio a base de un control excesivo de su entorno.
Lo cierto es que su nombre ya está grabado en la historia del fitness. Sus célebres clientes son prueba viviente de los resultados. En un mundo donde el cuerpo en forma es símbolo de poder, Anderson ha sabido convertir su pasión en un emporio. Admirada y cuestionada a partes iguales, representa la dualidad del éxito de Hollywood. Bajo los focos del reconocimiento global, se esconde la sombra de la controversia permanente.