Comunidad Valenciana

El lugar mágico de Valencia que no tiene fama y es un templo romano de ninfas

El entorno que rodea al manantial de San Vicente de Llíria ofrece un marco ideal para pasear, relajarse y conectar con la naturaleza

Manantial de San Vicente de Llíria - Sociedad
Una fotografía de archivo del manantial de San Vicente de Llíria
Parque Natural del Turia

A tan solo veinte minutos de Valencia capital se encuentra un lugar que parece suspendido entre la historia y la leyenda. Se trata del manantial de San Vicente de Llíria. Un enclave natural que atesora un legado milenario, y sin embargo, permanece fuera del radar de los grandes circuitos turísticos. Enclavado entre campos y naturaleza, este rincón combina arqueología romana, tradición religiosa y patrimonio natural en un mismo espacio que sorprende a quien lo descubre.

El manantial de San Vicente de Llíria es hoy un paraje tranquilo, frecuentado principalmente durante las fiestas de Pascua o el día del patrón. Pero su pasado revela una importancia mucho mayor. Para comprenderlo, hay que remontarse a la época romana, cuando la ciudad de Llíria —antigua Edeta— era un poderoso centro urbano que rivalizaba con Saguntum y Valentia.

Un templo romano dedicado a las ninfas

Las condiciones naturales del lugar no pasaron desapercibidas para los romanos. El agua que brota del manantial de San Vicente de Llíria fue, desde el principio, objeto de culto. Allí se erigió un templo dedicado a las ninfas, divinidades femeninas asociadas a fuentes, bosques y espacios naturales. Según recogen las fuentes locales y el portal Llíria.org, este santuario se vinculaba a la salud y a la fertilidad, conceptos estrechamente ligados al agua en la cultura romana.

El manantial proporcionaba el caudal necesario para alimentar uno de los complejos más significativos de la ciudad: las Termas de Mura. Así, el manantial de San Vicente de Llíria no solo era un espacio de culto, sino también una pieza clave en el urbanismo y la vida cotidiana de la antigua Edeta.

El manantial de San Vicente de Llíria
Una fotografía de archivo de la fuente de San Vicente de Llíria
Levante-EMV

Aunque el templo no se conserva en pie, existen pruebas documentales de su existencia. La más importante es una lápida con una inscripción latina hallada en el siglo XVIII. El texto, traducido, dice: “Quinto Sertorio Euporisto, sertoriano, y su mujer Sertoria Festa, desde los cimientos tal como terminado se ve, a sus expensas hicieron este Templo de las Ninfas en honor a los Edetanos y de sus Patronos”.

Este hallazgo fue descrito por el viajero y arqueólogo Alexander Laborde en su libro Voyage pittoresque et historique de l’Espagne. Una obra fundamental que recoge los principales vestigios históricos de la Península. La presencia de esta lápida cerca del manantial de San Vicente de Llíria refuerza la importancia del lugar como centro religioso en época romana.

De templo pagano a espacio de devoción cristiana

El paso del tiempo transformó el uso del manantial de San Vicente de Llíria, pero no su carácter sagrado. En 1410, según cuenta la tradición oral, una grave sequía asolaba la región. Fue entonces cuando Sant Vicent Ferrer, predicador y patrón de la Comunidad Valenciana, llegó al lugar y obró un milagro. Tras pronunciar las palabras “Crecerá y escaseará pero para beber nunca faltará”, el agua volvió a brotar con fuerza. Desde entonces, el manantial fue rebautizado con su nombre.

Como muestra de agradecimiento, los vecinos de Llíria levantaron una ermita junto al manantial de San Vicente de Llíria. Esta construcción, que todavía se mantiene en pie, es el centro de las celebraciones religiosas en torno al santo y continúa siendo un espacio de recogimiento y fe para los visitantes.

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