A apenas media hora del centro de Barcelona, existe un rincón que combina naturaleza, mar y un espectáculo aéreo imposible de encontrar en ninguna otra playa de Cataluña.
Se trata de la playa de El Prat, un extenso arenal de 5,5 kilómetros situado en pleno Delta del Llobregat, junto al aeropuerto, y que se ha consolidado como una de las escapadas favoritas para quienes buscan desconectar de la ciudad sin alejarse demasiado.
Un entorno natural único
La playa de El Prat está rodeada de espacios naturales protegidos, que forman parte del parque natural del Delta del Llobregat, un ecosistema de gran valor ambiental. El paisaje alterna dunas, pinares y humedales, donde es posible observar aves migratorias, reptiles y flora autóctona. Este marco convierte la visita en una experiencia que va más allá del sol y la arena: es una inmersión en la biodiversidad del litoral mediterráneo.
El litoral se divide en tres zonas principales: la playa de La Roberta, la de Can Camins y la de El Remolar. En total, más de tres kilómetros están habilitados para el uso social, mientras que el resto permanece protegido como espacio de conservación. Esta distribución permite disfrutar de áreas de baño y ocio sin perder de vista la importancia medioambiental del entorno.
Arena fina y aguas limpias
Quienes la visitan destacan su arena clara y fina, así como la amplitud de la playa, que evita la sensación de masificación incluso en los meses de verano. El mar suele mostrarse con aguas limpias y tranquilas, ideales tanto para familias como para quienes prefieren nadar largas distancias o practicar deportes náuticos.
Además, el ayuntamiento ha impulsado medidas de cuidado y limpieza continuas que han consolidado a la playa de El Prat como una de las mejor valoradas del área metropolitana.

Servicios para todos los públicos
A pesar de su carácter natural, la playa cuenta con servicios básicos y espacios de ocio que la hacen cómoda y accesible. Hay duchas, baños públicos, juegos infantiles, pasarelas adaptadas para personas con movilidad reducida, socorristas en temporada alta y aparcamiento gratuito cercano.
Los más activos disponen de redes de voleibol, mientras que en los extremos de la playa destacan dos espacios singulares: el Centro de Recuperación de Animales Marinos, dedicado a la protección de especies marinas, y el Centro Municipal de Vela, donde se ofrecen cursos y alquiler de material para practicar vela, windsurf o paddle surf.
Para quienes buscan algo más relajado, la playa también dispone de chiringuitos donde disfrutar de tapas, paellas o cócteles frente al mar.
Dónde comer: del chiringuito a la pizza artesanal
La oferta gastronómica es variada. A pie de playa, uno de los referentes es El Calamar, un chiringuito con más de 15 años de historia, especializado en tapas, paellas y combinados, con un ambiente animado y familiar.
Si se prefiere una opción más urbana, en el centro del municipio destaca Can Pizza Prat, un local moderno donde la especialidad son las pizzas artesanas, ideal tanto para grupos de amigos como para cenas informales tras un día de sol.
El valor añadido: bañarse viendo aterrizar aviones
Lo que convierte a la playa de El Prat en un lugar realmente singular es su proximidad al aeropuerto. Mientras uno se baña o toma el sol, puede contemplar los aviones despegar y aterrizar a escasos metros, en un espectáculo visual y sonoro que sorprende a quienes llegan por primera vez.
Este contraste —un entorno natural protegido junto a una de las infraestructuras más transitadas del país— convierte a la playa en una experiencia doble: relax frente al mar y adrenalina con cada avión que sobrevuela la costa.
Un plan perfecto para despedir el verano
Con el final de la temporada estival a la vista, la playa de El Prat se presenta como un destino idóneo para los últimos días de sol. Su combinación de naturaleza, servicios y singularidad paisajística la convierten en una alternativa a las playas más concurridas de Barcelona, perfecta tanto para escapadas rápidas entre semana como para pasar un día completo en familia.