Podría ser un experimento de Black Mirror: acelerar la velocidad de todo lo que ocurre alrededor y poder, además, escoger la intensidad: verlo al doble, al triple o incluso más rápido aún. El guion ya está hecho porque es la tendencia cada vez más presente, el speedwatching o, lo que es lo mismo, ver películas, series o cualquier otro tipo de contenido digital a una velocidad adulterada.
Las plataformas de reproducción como Netflix, Telegram, YouTube o incluso WhatsApp ofrecen la opción de acelerar por x1, 1,25, 1,5 o 2 el contenido. La premisa es clara: no hay tiempo que perder pero ¿por qué ? El conocido FOMO (Fear of Missing Out), el miedo a perderse algo o a quedarse fuera de la conversación social, es uno de los factores determinantes para consumir contenido a mayor velocidad, especialmente entre los jóvenes, como apunta un estudio de la Universitat Oberta de Catalunya.
La página oficial de YouTube revela datos como que “los usuarios ahorraron un promedio de más de 900 años de tiempo de vídeo por día al mirar a velocidades más rápidas”. También indican que esta aceleración se utiliza más a menudo por las noches, a partir de las 11pm, o a primera hora, con un café en mano. Y no dudan en añadir que barajan la posibilidad de incluir nuevas velocidades de reproducción… hasta x4.
La sobrecarga de información y el exceso de entretenimiento no ayudan. Netflix por ejemplo cuenta con un catálogo de más de 5.720 títulos entre series y películas, a las que hay que sumar el contenido de otras plataformas, podcast, música, reels, audiolibros… y todo ello manteniendo una vida social. Saber qué ha pasado en las cinco series de moda, comentar el último escándalo viral, enviar audios sobre aventuras amorosas o consultas de trabajo, se suma a la imposibilidad de abarcar a todo.
normalicemos el OMITIR INTRO en las conversaciones pic.twitter.com/AcgiZpMQm9
— emiliocoro (@emiliocoro) June 12, 2020
El mensaje está claro: “Sé rápido, captura mi interés” pero surge la duda de hasta qué punto el speedwatching permite algo tan simple como disfrutar realmente de una película o más importante, si puede afectar al sistema cognitivo. En una entrevista, el piloto Valentino Rossi, ex campeón de motociclismo, decía que a veces, sobre la moto a 350 km/h, le parecía ir despacio. Acostumbrarse a velocidades rápidas puede afectar directamente al cerebro y a la percepción de lo que se ve y se oye: la atención, retención, comprensión y memoria se pueden ver alteradas.
Entre los efectos directos del speedwatching están el estrés crónico, las alteraciones del sueño y la incapacidad para concentrarse. Aunque algunos estudios no son concluyentes sobre su impacto en jóvenes, sí señalan efectos más claros en adultos, según el National Institutes of Health.

No solo afecta al mundo audiovisual. La música también se ha visto directamente afectada por la influencia de TikTok con canciones cada vez más cortas (speed listening). La duración media de las canciones de Spotify en 2024 fue menor a tres minutos, es decir, 15 segundos menos que un año anterior y la tendencia no parece cambiar.
La lógica de las plataformas pasa por hablar de personalización, ajustarse a las demandas de los usuario pero en realidad, tiene más que ver con hace todo lo posible porque el usuario vea más contenidos, consuma más y pase más horas en ellas “ahorrando” tiempo“ que nunca vuelve. Optar por una película de Frederick Wiseman a ritmo normal puede ser toda una prueba que no todos son capaces de aguantar.