Los 20 días de soledad de Carla Bruni llegaron ayer a su fin. La modelo y cantante francoitaliana, casada con Nicolas Sarkozy, ha vivido un calvario desde el pasado 21 de octubre, cuando el expresidente francés entró en prisión tras ser acusado de financiar ilegalmente su campaña electoral de 2007 con dinero procedente del dictador libio Muamar Gadaffi.
Este lunes el tormento llegó a su fin, cuando el coche de Sarkozy fue visto abandonando la prisión de La Santé en París al mediodía, tan solo una hora después de que la corte aceptara su puesta en libertad. Minutos después, llegó a su domicilio en la parte occidental de la capital francesa.

Para Bruni, el arresto supuso un momento de mucha tensión y dolor. Desde que se conoció la noticia, la ex primera dama apoyó incondicionalmente a su marido, con reacciones duras ante la prensa, posts en redes sociales y una sentida despedida el día que Sarkozy ingresó en prisión. La cantante estuvo presente en el tribunal acompañando a su marido el día que recibió la sentencia, y aguantó la presión y las críticas en la sociedad francesa y en publicaciones de internet.
“El amor es la respuesta”, vaticinó la mujer del expresidente tras conocerse la sentencia. Cuando Sarkozy entró en prisión, Bruni publicó fotos familiares y un mensaje de despedida emotivo, en que lamentó la pérdida de la vida cotidiana con su marido y mostrándose fuerte ante la situación adversa. “El odio no se impondrá”, prometió entonces. Para ella, su marido se convirtió en un mártir injustamente.

Para Chritophe Ingrain, uno de los abogados de Sarkozy, su liberación supone un “paso adelante”, y confirmó que están preparando la estrategia de defensa para el juicio de apelación previsto para marzo de 2026. El exmandatario fue puesto en libertad bajo condición de no abandonar Francia, mantenerse bajo estricta supervisión judicial y evitar cualquier contacto con funcionarios del ministerio de justicia.
En declaraciones realizadas por videoconferencia, Sarkozy describió sus días en confinamiento solitario como una “pesadilla”. El fiscal Damien Brunet recomendó aceptar la solicitud de libertad para Sarkozy, bajo la condición de que evite ponerse en contacto con otros testigos de la causa apodada como “el dossier libio”.

En su declaración desde prisión, Sarkozy siguió denegando cualquier posible delito, ya que nunca tuvo la “mala idea” de pedir dinero a Gaddafi, por lo que nunca “admitiré nada que no he hecho”. En la misma declaración, aprovechó para agradecer a los funcionarios de prisión, que “mostraron una excepcional humanidad”.
El encarcelamiento de Sarkozy sacudió a Francia, ya que se trataba del primer expresidente que entró en la cárcel desde el final de la Segunda Guerra Mundial, cuando el colaboracionista con los nazis Philippe Pétain fue encarcelado por traición a la patria. En sus 20 días de prisión en solitario, el expresidente francés dispuso de lavabo, ducha, una misa, una pequeña televisión y conexión eléctrica, así como una pequeña nevera.

También tuvo permiso para recibir información desde el exterior y visitas familiares, así como contactos por teléfono y por escrito. A su vez, tenía permiso de una hora para realizar ejercicios en el patio. Dos guardas le custodiaron en todo momento, dado el estatus del preso, que “obviamente estaba bajo amenaza”, según el ministro de interior Laurent Nuñez.
La sentencia fue más dura de lo esperado para Sarkozy, que ejerció como presidente entre los años 2007 y 2012. Desde que abandonó el cargo, ha estado involucrado en múltiples causas judiciales, y durante meses tuvo que portar una pulsera electrónica de seguimiento, tras ser inculpado el pasado diciembre por sobornar a un magistrado en otra causa abierta contra él.

Sarkozy se casó con Bruni -su tercera mujer-, tras mantener un romance al inicio de su mandato presidencial (2008), apenas unos meses después de romper con su segunda mujer Cecilia. Ambos tuvieron una hija juntos, nacida en 2011. La cantante aportó un toque de glamur a la presidencia de Francia, e incluso dedicó la canción Mon Raymond a su marido. Previamente, la artista y modelo había mantenido relaciones con famosos intelectuales y estrellas del rock, como Mick Jagger o Eric Clapton.


