Esta semana, en el hotel Lotte New York Palace, Melania Trump presidió una tarde de té, macarrons y suave música de cuerda, una escena que no podía ser más diferente del fuego y la furia que su marido había desatado solo unas horas antes en la sede de la Asamblea General de Naciones Unidas.
Mientras el presidente Donald Trump reprendía a los líderes mundiales y advertía que sus países “iban a ir al infierno”, la primera dama adoptó un tono más suave y presentó su iniciativa “Fostering the Future Together” (Fomentando juntos el futuro) junto a la reina Rania de Jordania y la primera dama de Ucrania, Olena Zelenska. Durante cuatro minutos, habló de las luces de Nueva York, los lazos familiares y la promesa de un futuro más brillante para los niños.
I had a meeting with the First Lady of USA Melania Trump @FLOTUS. I am pleased to see that we share common values — care for the younger generation and the right of every child to a happy and fulfilling childhood. I am sincerely grateful to Mrs. Melania for her support of Ukraine… pic.twitter.com/p6ngHmS6YS
— Olena Zelenska / Олена Зеленська (@ZelenskaUA) September 25, 2025
El contraste fue sorprendente, y es algo a lo que los diplomáticos extranjeros y los aliados de Estados Unidos están prestando muchísima atención. Cada vez más, ven a Melania Trump no como una figura protocolaria, sino como un posible canal secundario en la política exterior de la Administración.
La “agente Melania”
Durante el primer mandato de su marido, Melania Trump fue retratada a menudo como una primera dama distante y reacia, que mantenía un perfil bajo mientras Ivanka Trump y los asesores principales competían por la influencia. Incluso, dado el poder de la hija mayor de Trump, Ivanka incluso planteó cambiar el nombre de la “Oficina de la Primera Dama” por el de “Oficina de la Primera Familia”.
Ahora, en el segundo mandato de Trump, el ala Este tiene un aspecto completamente diferente. Melania Trump ha abrazado su plataforma, labrándose un camino distinto al estilo combativo de su marido. Mientras él prospera en la confrontación, ella proyecta calma y diplomacia. Y, cada vez más, se le atribuye el mérito de suavizar algunos de los aspectos en los que el presidente parece estar más cerrado.

En agosto, cuando Trump visitó Alaska para la cumbre de Anchorage, entregó a Vladimir Putin una carta de su esposa en la que le instaba a tener en cuenta la difícil situación de los niños. En julio, después de que Trump describiera haber mantenido una “maravillosa conversación” con el líder ruso, Melania Trump le recordó: “Acaban de atacar otra ciudad” ucraniana. Desde entonces, en Ucrania, circulan memes que la apodan “agente Melania Trumpenko”.
Fue el propio presidente el que reveló que su esposa había sido una voz clave en señalar las inconsistencias entre los discursos de Putin y sus acciones militares en Ucrania. El 14 de julio, Trump relató cómo las observaciones de Melania Trump habían influido en su percepción sobre la guerra y por ello endureció su postura hacia Rusia.
Cabe recordar que este martes, Trump volvió a dar un paso más y por primera vez aseguró que Ucrania podía ganar la guerra y hasta respaldó que los ucranianos recuperaran todo el territorio invadido por Rusia.
Su influencia se ha extendido a otros ámbitos. Los diplomáticos señalan que los comentarios inusualmente comprensivos de Trump sobre el sufrimiento palestino están relacionados con el consejo de su esposa. “Quizás algunas personas me ven solo como la mujer del presidente, pero yo soy independiente, me valgo por mí misma”, indicó la primera dama en una entrevista. “Tengo mis propias opiniones. No siempre estoy de acuerdo con lo que dice o hace mi marido, y eso está bien”, ha reconocido.

El creciente papel de la primera dama no ha pasado desapercibido en los círculos diplomáticos de Washington. Los enviados extranjeros ahora buscan audiencias con ella tanto como con el gabinete de su marido, ya que la ven como una de las pocas voces independientes dentro de una Casa Blanca repleta de leales.