Jersón, un centro regional del sur de Ucrania, se ha convertido en un símbolo de la brutalidad de la ocupación rusa y de la resiliencia de su población. Liberada en noviembre de 2022 tras meses bajo control de Moscú, la ciudad vive desde entonces bajo un constante asedio: bombardeos diarios, ataques con drones y, en 2023, la catástrofe ambiental provocada por la voladura de la presa de Kajovka.
En un reciente episodio del pódcast Explain Ukraine, conducido por el filósofo ucraniano Volodimir Yermolenko, la cineasta y escritora estadounidense Zarina Zabrisky —autora del documental Kherson: Human Safari— explicó por qué esta urbe es hoy “probablemente una de las ciudades más peligrosas en Ucrania en este momento, para estar y para irse”.
🆘 We still have time to save Kherson, the city in Ukraine, which is being bombarded and attacked by drones daily.
Today, the theater was shelled; many historic buildings destroyed this week.
Our film can raise the global awareness.
Watch free here:https://t.co/tIQ4e4Mtkh pic.twitter.com/tN7hRckrwU
— Zarina Zabrisky 🇺🇸🇺🇦 (@ZarinaZabrisky) July 21, 2025
La importancia de Jersón es múltiple: estratégica, económica y simbólica. Según Zabrisky, “Putin lo necesitaba en el comienzo de la invasión a gran escala. Porque su plan era capturar a Jersón, irse inmediatamente a los mares de Mikolaiv y Odesa, y desde allí seguir hacia Transnistria y Moldavia, hacia la Unión Europea, en la OTAN”.

Además de ser una región agrícola rica, Jersón controla el suministro de agua a la península de Crimea. Su proximidad a este territorio ocupado en 2014 convierte a la ciudad en un punto clave también para la contraofensiva ucraniana. Fue, además, la primera capital regional tomada por Rusia y la única recuperada por Ucrania en los primeros nueve meses de la guerra, lo que le da un fuerte valor simbólico.
De la ocupación al “safari humano”
La vida en Jersón se transformó radicalmente desde la invasión. Durante la ocupación, los habitantes sufrieron tortura e intimidación. Tras la liberación, los ataques continuaron desde la orilla opuesta del río Dniéper, donde las tropas rusas permanecen apostadas.
En junio de 2023, la voladura de la central hidroeléctrica de Kajovka desató una inundación catastrófica, que Yermolenko describió como “una explosión orquestada por la milicia rusa”. Desde entonces, la amenaza de los drones se ha intensificado, dando lugar al concepto de “safari humano”: civiles perseguidos y asesinados como si fueran presas de caza.
Zabrisky relató que los primeros reportes sobre esta práctica salieron en 2024, y que al principio pocos creyeron que algo tan atroz fuera real. “Incluso tuve que consultar a psicólogos para entender por qué la gente no creía en mí y no creía en los de Jersón. Y me explicaron que estos son defensas psicológicas… cuando estamos luchando contra las atrocidades, adaptamos mecanismos para proteger nuestra psique de la herida moral”.
Los drones rusos, explicó, no solo acosan a peatones, ciclistas o conductores de ambulancias, sino que arrojan mezclas incendiarias, explosivos caseros e incluso minas antipersona disfrazadas de piedras. Estas acciones han vaciado barrios enteros junto al río y han convertido la vida cotidiana en un riesgo constante.

Una ciudad que resiste
Pese a la violencia, Jersón no ha quedado reducida a una “ciudad fantasma”. Como explica Zabrisky, “la vida en Jersón es subterránea en estos días. Es muy rica. Hay mucho que hacer, desde lecturas poéticas a maestros de bordado, a estrenos de teatro y museos. Todo existe, pero tienes que saber cómo encontrarlo”.
Las actividades culturales se organizan de boca en boca para evitar ser blanco de ataques, y hasta los refugios antibombas en estaciones de autobús se convierten en espacios de encuentro. Bibliotecas como la infantil de Jersón o la histórica biblioteca Gonchar han sufrido graves daños, pero otras continúan funcionando.
Many thanks to @ukraine_world and Volodymyr Yermolenko for this excellent interview with Kherson: Human Safari director @ZarinaZabrisky.
Link to the podcast: https://t.co/iTvOOPmskP https://t.co/MV5lQcAxQp
— KhersonHumanSafari (@KhersonHS2025) August 21, 2025
El deporte también es una fuente de resiliencia. Según Zabrisky, “los gimnasios, los estudios de baile, los rings de boxeo, todavía están abiertos en Jersón… ves a niños y jubilados en los pequeños parques deportivos con los sonidos de sirenas y explosiones. Creo que es parte de su estoicismo y sus fuerzas”.

“Un llanto para salvar a Kherson”
El documental Kherson: Human Safari recoge testimonios de habitantes que enfrentaron la ocupación sin armas y que después han resistido al miedo de los drones. Entre ellos está el compositor Boris Hojda, quien durante la ocupación fue partisano y al mismo tiempo creó la música que se convirtió en el tema principal del filme.

Zabrisky subraya que su obra no es un recuerdo del pasado, sino “un llanto por ayuda, un llanto para salvar a Jersón y a la comunidad global”. Por eso, insiste en que la película tiene una urgencia: documenta una tragedia que no ha terminado y que sigue desarrollándose cada día.
Más allá de la violencia inmediata, estas tácticas buscan sembrar el terror y forzar el desplazamiento de la población, un objetivo que se refleja en los barrios vacíos de la ribera del Dniéper. Aun así, Jersón sigue en pie, con su gente decidida a no desaparecer bajo la ocupación ni la destrucción.