Con los últimos esfuerzos diplomáticos para abrir la puerta a una negociación de paz en Ucrania, los líderes europeos han insistido en que cualquier acuerdo debe incluir unas garantías de seguridad suficientes para evitar una nueva invasión rusa. El presidente Volodimir Zelenski ha reiterado que no aceptará un pacto que no esté respaldado por mecanismos sólidos de protección para su país.
Las llamadas garantías de seguridad se han situado en el centro de las conversaciones entre Kiev, Washington y las capitales europeas, pero persisten dudas sobre qué forma tendrán. La primera ministra italiana, Giorgia Meloni, y el enviado especial estadounidense Steve Witkoff han señalado que se tomarán como “modelo” el Artículo 5 de la OTAN —principio de defensa mutua—, aunque Ucrania permanecería fuera formalmente de la Alianza Atlántica.
Según afirma a EFE el analista senior para Rusia del International Crisis Group (ICG), Oleg Ignatov, “no sabemos mucho” sobre qué puede implicar ese “modelo” similar al de la OTAN. Tal y como explica, si Rusia atacase Ucrania tras un eventual acuerdo, los países que otorguen garantías deberían decidir cómo actuar: “Pueden decidir proporcionar a Ucrania las armas (que ya lo están haciendo), pueden proporcionar a Ucrania otros sistemas no militares, asistencia política, sistemas humanitarios…”. Sin embargo, eso no implicaría necesariamente una entrada directa en guerra con Rusia.

“Deben ser lo suficientemente sólidas y creíbles”
Uno de los interrogantes que plantea este esquema es si Moscú formaría parte de las garantías y si también podría recibir algún tipo de salvaguarda en caso de ataque ucraniano sobre su territorio. El Kremlin ya ha mostrado reservas ante cualquier mecanismo que considere orientado exclusivamente contra Rusia.
Desde la perspectiva ucraniana, Zelenski considera esencial disponer de una respuesta rápida ante un posible ataque ruso que disuada futuras agresiones. “Putin sigue cometiendo matanzas para mantener la presión sobre Ucrania y Europa, y humillar los esfuerzos diplomáticos. (…) Por eso se necesitan garantías de seguridad fiables”, subrayó antes de una de las rondas diplomáticas.
Con su entrada en la OTAN descartada de momento, Kiev busca un sistema que obligue a los firmantes europeos o estadounidenses a reaccionar ante una agresión. Para la UE, según expuso la alta representante para Asuntos Exteriores, Kaja Kallas, las garantías “deben ser lo suficientemente sólidas y creíbles como para disuadir a Rusia de reagruparse y volver a atacar”. Entre las contribuciones europeas se barajan el entrenamiento de soldados ucranianos y el fortalecimiento del ejército y la industria de defensa del país.

“Que sea sostenible es difícil de decir”
Estados Unidos, por su parte, ha mostrado menos disposición a involucrarse a gran escala. Si bien Trump insinuó voluntad de apoyar unas garantías de seguridad, posteriormente afirmó que no contempla el envío de tropas estadounidenses a Ucrania y que Europa debería asumir el liderazgo. “Tenemos a las naciones europeas, y ellas van a estar al frente”, dijo en una entrevista con Fox News, señalando a Francia, Alemania y Reino Unido entre los países dispuestos a desplegar militares.
Expertos como Matthias Matthijs, del Consejo para Relaciones Exteriores (CFR), creen que Washington prefiere mantener su apoyo actual —venta de armas, asistencia en inteligencia o respaldo aéreo— sin comprometerse con una defensa directa. Para Ignatov (ICG) “el resultado principal será que los combates se detendrán, pero que sea sostenible es difícil de decir”.

“Es el momento de acelerar”
En paralelo, los 32 jefes de Defensa de la OTAN mantuvieron el miércoles una videoconferencia para abordar la situación en plena ofensiva diplomática. Se suma también la reciente reunión del Consejo del Atlántico Norte, mientras crecen los contactos para diseñar las garantías de seguridad con las que evitar nuevos ataques rusos si se alcanza una tregua.
El presidente del Consejo Europeo, António Costa, ha insistido en que “es el momento de acelerar” el trabajo hacia una garantía “similar a la del Artículo 5”, señalando que Estados Unidos estaría dispuesto a coordinar, aunque sin desplegar efectivos. Dentro de la UE hay diferencias: Francia y Reino Unido apuntan a fuerzas de “reaseguro” sobre el terreno; Alemania avisa de que los compromisos militares deben pasar por su parlamento y duda de poder aportar grandes contingentes; Italia se inclina por un pacto defensivo sin tropas, alertando —en palabras de Meloni— de que un soldado muerto obligaría a activar la cláusula de defensa colectiva de la OTAN.

“Una utopía”
Polonia, que cuenta con el mayor Ejército de la UE, se niega a enviar tropas alegando que debe proteger sus propias fronteras con Rusia y Bielorrusia. Turquía, con una gran capacidad militar y experiencia en el Mar Negro, podría jugar un papel clave, pero ya ha advertido de que reclamará contraprestaciones y que se opondrá a quedar fuera del acceso a fondos europeos de defensa.
Moscú, mientras, se opone frontalmente a la presencia de contingentes de la OTAN en territorio ucraniano. La portavoz rusa de Exteriores, Maria Zajárova, ha advertido del riesgo de “una escalada incontrolable”. El ministro Sergei Lavrov ha subrayado que debatir la seguridad sin incluir a Rusia es “una utopía”.
Para Ucrania, la discusión no es nueva: el Memorándum de Budapest de 1994, que le ofrecía garantías a cambio de abandonar su arsenal nuclear, y los Acuerdos de Minsk de 2014-15, fracasaron a la hora de evitar la invasión rusa. De ahí la desconfianza de Kiev hacia promesas que no estén respaldadas por una presencia real o un compromiso firme de reacción rápida.
Sin avances tangibles hasta el momento, los países europeos siguen buscando una fórmula común que logre equilibrar la disuasión frente a Rusia con la contención del riesgo de escalada, mientras continúan las conversaciones para lograr un cese de hostilidades que permita empezar a hablar de paz.