Kazajistán se suma a los Acuerdos de Abraham: por qué importa

Su incorporación refuerza el pacto de normalización con Israel y marca un nuevo capítulo en la diplomacia de Oriente Medio

Kazajistán en los Acuerdos de Abraham - Internacional
Fotografía de la reunión entre el presidente de EE.UU., Donald Trump, y los mandatarios de países de Asia Central, en la Casa Blanca.
EFE/EPA/ Aaron Schwartz

Kazajistán ha dado un paso histórico al confirmar su intención de unirse a los Acuerdos de Abraham, el pacto que en 2020 marcó un punto de inflexión en Oriente Próximo al normalizar las relaciones diplomáticas entre Israel y varios países árabes. La decisión, anunciada oficialmente por la Presidencia kazaja a través de Telegram, busca “superar la confrontación, promover el diálogo y apoyar el Derecho Internacional basado en la Carta de Naciones Unidas”.

Según las autoridades, la adhesión de Kazajistán a los Acuerdos de Abraham “no afecta a sus obligaciones en las relaciones bilaterales con ningún Estado”, en un intento de despejar las dudas sobre el equilibrio diplomático que mantiene Astaná entre Occidente, Rusia y China. El movimiento sitúa al país centroasiático como un nuevo actor clave en la arquitectura geopolítica de Oriente Medio y Asia Central, consolidando su perfil como mediador pragmático y socio estratégico de varias potencias.

Una decisión anunciada desde el Despacho Oval

El anuncio de la adhesión a los Acuerdos de Abraham se produjo durante el encuentro entre el presidente kazajo, Kassym-Jomart Tokayev, y el presidente estadounidense, Donald Trump, en la Casa Blanca. Ambos líderes mantuvieron además una conversación telefónica con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, en la que sellaron simbólicamente el acuerdo.

Kazajistán se suma a los Acuerdos de Abraham: por qué importa
Una fotografía de archivo de Kassym-Jomart Tokayev.
Wikipedia

Tokayev aprovechó la ocasión para elogiar los “sobresalientes resultados” de Trump en la promoción de la paz en Oriente Próximo, calificando su mediación de “condición real para una estabilidad duradera”. Por su parte, el mandatario republicano agradeció públicamente la decisión y la calificó como “un gran paso en la construcción de puentes en todo el mundo”.

“Hace apenas quince minutos, un país extraordinario con un líder extraordinario se ha unido oficialmente a los Acuerdos de Abraham. Es un honor contar con Kazajistán en este proceso”, declaró Trump, visiblemente satisfecho por sumar un nuevo miembro a su legado diplomático. La Casa Blanca adelantó que la firma formal del acuerdo se celebrará próximamente en Washington, en una ceremonia con presencia de representantes israelíes y árabes.

Kazajistán busca equilibrio entre potencias

El gesto de unirse a los Acuerdos de Abraham refuerza la posición internacional de Kazajistán. Un país que desde su independencia ha buscado un equilibrio entre sus vínculos históricos con Rusia, su creciente cooperación con China y su apertura hacia Estados Unidos. La diplomacia kazaja, tradicionalmente caracterizada por su prudencia, apuesta ahora por un papel más activo en los procesos de mediación y cooperación internacional.

Astaná ya reconocía a Israel desde 1992. Pero su incorporación a los Acuerdos de Abraham supone un salto cualitativo al alinearse con un marco diplomático que tiene como objetivo estabilizar la región a través del reconocimiento mutuo y la cooperación económica y tecnológica.

Para Trump, esta decisión refuerza su narrativa de éxito en política exterior. Desde su plataforma Truth Social, el presidente celebró el anuncio como “una confirmación de los avances reales” logrados bajo su mandato. También dejó entrever que “más países están intentando unirse al club de fuerza que representan los Acuerdos de Abraham”.

Un pacto que sigue expandiéndose pese a las tensiones en Gaza

Los Acuerdos de Abraham fueron firmados originalmente en 2020 por Emiratos Árabes Unidos, Bahréin, Marruecos y Sudán, sumándose a los casos previos de Egipto (1979) y Jordania (1994). El pacto, auspiciado por la administración Trump, fue presentado como una iniciativa para abrir una nueva era de cooperación económica, tecnológica y de seguridad con Israel en una región marcada por décadas de hostilidad.

Sin embargo, la reciente ofensiva israelí en Gaza ha generado tensiones con algunos de los países firmantes. Y ha enfriado los acercamientos de potenciales incorporaciones como Arabia Saudí. El reino, uno de los actores más influyentes del mundo árabe, ha condicionado su entrada en los Acuerdos de Abraham al reconocimiento efectivo de un Estado palestino.

En ese contexto, la adhesión de Kazajistán actúa como un impulso político para mantener viva la iniciativa, demostrando que el pacto sigue siendo atractivo incluso fuera del ámbito árabe tradicional. Analistas internacionales destacan que su incorporación podría servir de puente entre Oriente Medio y Asia Central, regiones cada vez más interconectadas por intereses energéticos y de seguridad.

La lectura geopolítica: energía, estabilidad y diplomacia

La entrada de Kazajistán en los Acuerdos de Abraham tiene un fuerte componente simbólico, pero también práctico. El país es el principal exportador de petróleo de Asia Central y un actor energético de peso en Eurasia. Su participación podría abrir la puerta a nuevos corredores comerciales y energéticos entre Israel, el Golfo Pérsico y el Mar Caspio, fortaleciendo la cooperación en materia de infraestructuras y tecnología verde.

Kazajistán se suma a los Acuerdos de Abraham: por qué importa
Una fotografía de la firma de los Acuerdos de Abraham el 15 de septiembre en la Casa Blanca.

Asimismo, los observadores subrayan que la decisión llega en un momento en que Kazajistán busca diversificar sus alianzas frente a la presión rusa y a la creciente influencia de China. Con los Acuerdos de Abraham, Astaná no solo busca reforzar su autonomía exterior, sino también consolidar su papel como socio fiable para Occidente y como interlocutor equilibrado entre mundos en tensión.

Mientras tanto, Washington y Jerusalén ven en este paso una oportunidad para ampliar la red de cooperación en torno al acuerdo y dar nueva vida a un pacto que muchos daban por estancado tras los últimos conflictos regionales. Los Acuerdos de Abraham, cuatro años después de su firma, vuelven así al primer plano de la diplomacia internacional.

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