La primera cumbre de líderes del G20 organizada en suelo africano abre este fin de semana en Johannesburgo en un clima de tensiones comerciales, fracturas diplomáticas y un creciente malestar global por la desigualdad. El encuentro, que clausura la presidencia rotatoria de Sudáfrica, llega condicionado por un boicot sin precedentes de Estados Unidos y por la ausencia de mandatarios clave como los presidentes de Rusia y China. En medio de ese escenario volátil, la cita también marcará el debut de la nueva primera ministra japonesa, Sanae Takaichi, y la presencia destacada de figuras como la italiana Giorgia Meloni y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. Una vez más, las mujeres serán minoría en la foto de familia del G20.
La sombra del boicot estadounidense
El factor que más ha marcado la expectativa sobre esta cumbre es la ausencia total de Estados Unidos. El presidente Donald Trump decidió finalmente que “ningún funcionario” de su Gobierno viajaría a Johannesburgo, alegando presuntos abusos de derechos humanos contra la minoría afrikáner, una acusación que Pretoria lleva meses rechazando. El propio Trump calificó como “una auténtica vergüenza que la cumbre del G20 se celebre en Surdáfrica”, insistiendo en que los afrikáners “están siendo asesinados y masacrados” y que sus tierras son “confiscadas ilegalmente”.
Ramaphosa tachó la ausencia estadounidense de “desafortunada” y recordó que “los boicots nunca funcionan”. La medida no solo supone un gesto diplomático inédito —desde 1999 nunca había faltado en su totalidad la primera economía mundial—, sino que complicará los esfuerzos para cerrar una declaración final, algo ya improbable ante la tensión comercial generada por los aranceles impulsados por Washington.

Un tablero geopolítico incompleto
Trump no será el único ausente. Tampoco acudirán Xi Jinping, Vladimir Putin, Javier Milei ni Claudia Sheinbaum, aunque todos, a diferencia de Estados Unidos, enviarán representantes de alto nivel. Según el analista J. Brooks Spector dijo a EFE, la ausencia estadounidense tendrá “un impacto negativo” al dejar fuera del diálogo “una voz global clave”, pero también podría abrir espacio para que China y otras potencias medias amplíen su influencia.
La delegación china estará encabezada por el primer ministro Li Qiang, en un momento de fricción diplomática con Japón. Pekín canceló cualquier encuentro bilateral con Japón después de que Takaichi afirmara que un bloqueo chino a Taiwán podría constituir “una situación que amenace la supervivencia” de su país. China respondió que sus palabras “causan un daño fundamental a la base política” entre ambos países.

Meloni y Takaichi, focos femeninos en una cumbre dividida
Más allá de las tensiones, la presencia femenina será uno de los puntos de atención en Johannesburgo. La italiana Giorgia Meloni repetirá como una de las líderes más influyentes en un G20. También acudirá Ursula von der Leyen, que representará a la Unión Europea junto a António Costa.
La principal novedad será la participación de la primera ministra japonesa, Sanae Takaichi, que debutará en un foro internacional de esta magnitud. Aunque ya empieza en negativo ya que no habrá reunión con la delegación china, su presencia suma a una etapa de mayor visibilidad para las políticas lideradas por mujeres en el ámbito global.

Los ejes de la agenda
Bajo el lema “Solidaridad, igualdad y sostenibilidad”, Sudáfrica ha situado en el centro de la cumbre la financiación climática, la sostenibilidad de la deuda y la transición energética justa. Los líderes evaluarán cómo garantizar que los países desarrollados aumenten los recursos destinados a mitigar los efectos del cambio climático y discutirán el acceso a minerales críticos, claves para industrias estratégicas.
También se abordará la crisis de deuda que impide a muchos países invertir en educación, salud o infraestructura. La presidencia sudafricana ha pedido reforzar el Marco Común para el Tratamiento de la Deuda, aunque expertos consideran que “ni es común ni es un marco” y exigen reformas profundas.

Sudáfrica concluirá oficialmente su mandato el 30 de noviembre. Sin embargo, dada la ausencia total de Estados Unidos, Ramaphosa ya ha insinuado que entregará simbólicamente la presidencia a “una silla vacía”. El gesto resume el tono de una cumbre que aspira a elevar el debate global sobre desigualdad y desarrollo, pero que llega fracturada por boicots, tensiones arancelarias y un tablero geopolítico cada vez más dividido.

