Venezuela

Machado y el colapso del relato del régimen de Maduro

Jaque narrativo. La Premio Nobel de la Paz conquista Oslo y se convierte en una leyenda global ante la mayor derrota comunicacional de la dictadura

La ganadora del Premio Nobel de la Paz, María Corina Machado, asiste a la inauguración de la exposición oficial del Premio Nobel de la Paz en el Centro Nobel de la Paz este jueves, en Oslo (Noruega) .
EFE/ Lise Aserud

Lo hizo. Lo volvió a hacer. La helada capital noruega, Oslo, se convirtió en diciembre de 2025 en acalorado teatro geopolítico, superando la habitual solemnidad del Premio Nobel de la Paz. Y es que esta vez la distinción recayó sobre una maestra de la narrativa política, dada a los momentos de intensa emocionalidad y a los giros inesperados. De manera que lo que ha debido ser una agenda previsible, con gente muy bien vestida, sin aspavientos ni botas de plástico, devino trama palpitante con arrebatos de sensibilidad y mucho de intriga novelesca.

La presencia, en un comienzo incierta y luego confirmada con cariz dramático, de María Corina Machado, la líder de la oposición venezolana y galardonada con el prestigioso premio. Sus breves horas en el país escandinavo, tras una arriesgada extracción que rompió un largo período de clandestinidad (desde agosto de 2024) y 14 años sin ir al extranjero porque el régimen le anuló el pasaporte y le dictó prohibición de salir del país, se erigieron como un acto de desafío y un punto de inflexión en la crisis venezolana, amplificando su voz y la demanda de democracia a escala planetaria. Pero, sobre todo agregaron épica a su ya homérica trayectoria de mujer enfrentada a una tiranía sangrienta.

La ganadora del Premio Nobel de la Paz, María Corina Machado (izq.), acompañada por el líder adjunto del Comité Noruego del Nobel, Asle Toje (der.), llega al Grand Hotel después de su audiencia en el Palacio de Oslo, Noruega, el 12 de diciembre de 2025.
EFE/EPA/OLE BERG-RUSTEN NORWAY OUT

No viene. Si viene. Bueno, quizá

La expectativa global alcanzó niveles febriles en los días previos a la ceremonia del 10 de diciembre. Machado, inhabilitada para el ejercicio público y escondida por más de un año, representa el dilema vivo de la lucha por la democracia. ¿Lograría salir de Venezuela? Las diferentes versiones oficiales sobre su paradero alimentaron una ola de especulaciones que capturó los titulares del mundo. Medios como el español El País reportaban la tensión, mientras que Clarín destacaba la “Expectativa por la llegada de Corina Machado a Noruega” y el aplazamiento de su conferencia de prensa.

El Grand Hotel de Oslo se transformó en centro de vigilia, donde exiliados, familiares de presos políticos y simpatizantes venezolanos aguardaban con ansiedad y expresando el dolor de la diáspora. El reencuentro de Machado con sus hijos, a quienes no veía desde hacía años, fue un momento de profunda carga humana que humanizó la lucha política, como ella misma relataría: “Ayer al abrazar a mis hijos, pensé en todas esas madres que tienen a sus hijos presos por querer un cambio en el país, o tantas madres y padres que tienen a sus hijos fuera de Venezuela debido a la diáspora, el dolor nos ha unido.”

La confirmación de su llegada, pasada la ceremonia, fue interpretada como una victoria simbólica no solo para ella, sino para el movimiento democrático que lidera, porque, en sus palabras, demostró que estar ahí era “una muestra de lo que el venezolano es capaz de lograr.”

Nicolás Maduro (d), durante una visita a una comuna este jueves, en Caracas (Venezuela).
EFE/ Palacio de Miraflores

La arepa Yorguen

La ceremonia de entrega y los posteriores actos públicos de Machado se convirtieron en una potente plataforma de condena al régimen de Nicolás Maduro. El presidente del Comité Noruego del Nobel, Jørgen Watne Frydnes, gran sorpresa de la tarde, no dudó en utilizar el púlpito para lanzar un mensaje que resonó como un ultimátum global: “…cuando los venezolanos pidieron al mundo que prestara atención, les dimos la espalda. Mientras perdían sus derechos, su alimento, su salud y su seguridad y, finalmente, su propio futuro, gran parte del mundo se aferró a sus viejas narrativas. Algunos insistían en que Venezuela era una sociedad igualitaria ideal. Otros solo querían ver en ella una lucha contra el imperialismo. Otros más optaron por interpretar la realidad venezolana como una competencia entre superpotencias, pasando por alto el valor de quienes buscan la libertad en su propio país. Todos estos observadores tienen algo en común: la traición moral a quienes de hecho viven bajo este régimen brutal.”

Acostumbrados justamente a lo que alude Jørgen Watne Frydnes (a que cuando escuchan las violaciones a bachilleras detenidas en una protesta o la relación de torturas a los presos políticos, muchos se limitan a comentar: “es complejo”. No lo es, desde luego. Pero, decíamos, que cuando el noruego dijo todo lo que dijo, los venezolanos reaccionaron con júbilo y asombro, así como con tanta gratitud que en cuestión de horas se decidió, en las redes sociales, bautizar la arepa rellena con salmón como la Arepa Yorguen.

María Corina Machado, acompañada por Asle Toje, llega al Grand Hotel
EFE/EPA/OLE BERG-RUSTEN NORWAY OUT

El silencio de Sánchez, Sheinbaum y Petro

En contraste con el silencio de Pedro Sánchez y las contorsiones de Claudia Sheinbaum y Gustavo Petro para no felicitar a Machado y molestar con ello al tirano Maduro, Frydnes elevó la situación de Venezuela a una advertencia global sobre el retroceso democrático, afirmando que “cuando la democracia pierde, el resultado es más conflicto, más violencia, más guerra”.

En un desafío directo a la narrativa de diálogo vacío del régimen, que se cansó de burlarse de lo acordado en los diálogos de Noruega, el presidente del Comité sentenció: “La paz sin justicia no es paz. El diálogo sin verdad no es reconciliación”.

La declaración más contundente fue su mensaje explícito a Caracas, ampliamente citado por la prensa global: “Señor Maduro, debe aceptar los resultados electorales y renunciar a su cargo. Debe sentar las bases para una transición pacífica hacia la democracia.”

Aunque ausente en la recepción, el discurso de aceptación de Machado, leído por su hija, la también ingeniera Ana Corina Sosa (Caracas, 1991) fue un manifiesto de la resistencia venezolana. Narró el “acto de rebelión” de las primarias opositoras, que demostró que el pueblo decidió “confiar en la gente”. La líder denunció los “crímenes de lesa humanidad, documentados por Naciones Unidas” y el “terrorismo de Estado” que, según resaltó, el régimen utiliza para acallar la voluntad popular. Su mensaje central, que se convirtió en el lema de su reaparición, fue un llamado ineludible: “Para tener democracia debemos estar dispuestos a luchar por la libertad.”

Sí, hay ayuda de Washington

Cuando arribó a Oslo, en la madrugada del 11 de diciembre, con el cabello descuidado (indicio de haber estado sometida al agua de un mar picado) y con unas botas como de soldado que parecían quedarle un poco grandes, su comparecencia puso en marcha una intensa jornada política y mediática.

En sus ruedas de prensa (no concedió exclusivas), María Corina Machado no se limitó a agradecer, sino que detonó una serie de declaraciones con profundo impacto geopolítico. La primera fue la confirmación del apoyo internacional para su salida de Venezuela, asegurando que “sí, recibimos ayuda del gobierno de Estados Unidos”, un reconocimiento de alto riesgo que transparentó la complejidad de la operación y el nivel de compromiso de Washington con su causa. Además de que tal apoyo llega en el vacío dejado por Hispanoamérica y España, que se han limitado a estar muy preocupados…

La premio Nobel de la Paz María Corina Machado visita el Parlamento de Noruega
EFE/EPA/OLE BERG-RUSTEN

Más aún, la líder opositora defendió la política de mano dura, declarando que “las acciones de Trump han sido decisivas para debilitar a Maduro en Venezuela”. Elevando el debate sobre la soberanía, afirmó que el país “ya está invadida por agentes rusos, Hizbulá y bandas criminales”, utilizando la plataforma del Nobel para justificar la necesidad de la presión externa y militar sobre el régimen. Hizo un llamamiento a la acción económica global, pidiendo a los países democráticos que “bloqueen los ingresos ilegales que soportan la estructura delictiva del régimen”.

El foco principal de su mensaje fue su retorno al país. Machado se mostró inflexible en su compromiso de regresar, desvinculándolo de la permanencia de Maduro en el poder. Con la certeza de la victoria opositora, aseguró: “Mi vuelta a Venezuela será cuando las condiciones óptimas se den y lo haré, esté o no Maduro en el poder. Maduro va a salir sin duda”. Incluso, aludió a su reciente pasado clandestino, afirmando que si el régimen persistía a su regreso, “ciertamente estaré con mi gente y no sabrán dónde estoy. Tenemos formas de hacer eso y cuidarnos”.

Icono internacional

Como probablemente ningún laureado antes, Machado convirtió su llegada a Oslo, tras inaudita peripecia para burlar el cerco de la dictadura, en un relato de tensión, misterio y simbolismo político con repercusiones inmediatas en medios, gobiernos y redes sociales en todo el mundo. La prensa internacional se rindió a la trama dramática y, al mismo tiempo, a la precisión informativa: The Guardian tituló, en un texto que condensó las etapas de la fuga, con imágenes y testimonios que describieron la travesía; Reuters, Al Jazeera, AP y otros medios ofrecieron crónicas en vivo sobre la llegada, la apelación de Machado a la comunidad internacional y las repercusiones diplomáticas que su presencia, lo que mismo que su ausencia, en el acto principal generaron.

El canal de televisión por suscripción, NTN24, dejó constancia del tirón de Machado en Oslo al publicar en sus redes un gráfico de los resultados de su cobertura del 11 de diciembre, la noche en que una mujer cruzo un océano para saludar a la multitud desde el balcón del Grand Hotel, de Oslo: “¡Un día histórico para la libertad y la democracia! 15 HORAS de transmisión continua. 60 MILLONES de visualizaciones de nuestros contenidos en plataformas digitales. 10 MILLONES de cuentas alcanzadas en plataformas digitales”.

La resonancia del evento fue tal que el régimen de Maduro no solo censuró cualquier difusión del histórico asunto sino que se vio forzado a reaccionar, confirmando la efectividad de la plataforma Nobel. En un acto de abierta hostilidad, el régimen cerró la embajada de Venezuela en Noruega y calificó el galardón como una injerencia y un acto hostil a su soberanía.

El propio Maduro respondió desde Caracas con el patrón habitual de la descalificación, profiriendo insultos y exigiendo el “cese de política de cambio de régimen” a Estados Unidos. Esta reacción airada y defensiva, sin embargo, solo pareció confirmar la tesis de Machado: que el régimen, aunque recurra al insulto y al cierre diplomático, está “más débil que nunca” porque el mundo “realmente está observando”.

La crónica de la odisea de Oslo se inscribe en la historia como un hito. El Nobel y la presencia de Machado no cambiaron la estructura de poder de facto de un día para otro, pero sí lograron, como concluyó el diario El Comercio, “amplificar la vigilancia internacional y fortalece a quienes, dentro y fuera del país, siguen creyendo que la libertad no es solo un destino, sino una tarea que continúa.” María Corina Machado transformó una ceremonia de reconocimiento en un poderoso y dramático acto de resistencia política, asegurando que la demanda por una Venezuela libre se mantendrá en la agenda global.

A la aparición de esta nota, el día que sea, los portavoces del régimen siguen, como escribió el novelista venezolano Mirco Ferri, “sangrando por la herida” y tratando de quitarle hierros a lo que fue, de momento, una derrota comunicacional sin precedentes.