Pedro Sánchez regresa esta semana al tablero internacional después de un verano en el que España apenas ha estado presente en las grandes decisiones colectivas de Europa. El presidente del Gobierno viaja este miércoles a Londres para reunirse con el primer ministro británico, Keir Starmer, en un encuentro que busca reforzar una relación bilateral marcada por Gibraltar. Apenas 24 horas después, el líder del Ejecutivo se desplazará a París para participar en la reunión convocada por Volodímir Zelenski con los principales líderes europeos.
Desde Moncloa, el objetivo es claro: recuperar impulso y visibilidad en un momento en el que el desgaste exterior se hace evidente. “El presidente del Gobierno viajará este jueves a París para hacer balance de los progresos de los debates sobre las garantías de seguridad para Ucrania”, confirmaban fuentes gubernamentales a este periódico a última hora de la tarde del martes.

La foto que se escapa
La ausencia española en varias cumbres de alto nivel ha alimentado la sensación de que España se ha quedado en la periferia de las decisiones estratégicas. Hace dos años, Sánchez aparecía en la primera fila de la respuesta europea frente a la guerra en Ucrania; hoy, su papel se ha diluido en un escenario dominado por líderes como Emmanuel Macron, Friedrich Merz o el propio Starmer.
La reunión del jueves en París, en la que Zelenski se verá con la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, y otros mandatarios, volverá a poner a prueba la relevancia de España. Aunque Sánchez estará presente, no será uno de los protagonistas de la foto de familia.

Starmer, un aliado en Londres
La cita de este miércoles con Keir Starmer tiene un valor añadido. El dirigente laborista británico es uno de los pocos aliados ideológicos que le quedan a Sánchez en el continente tras la salida de Olaf Scholz, la dimisión de António Costa y el distanciamiento de Mette Frederiksen, la primera ministra danesa. Será con Starmer con quien compartirá agenda europea, conversaciones sobre el futuro de Gibraltar y, sobre todo, un espacio político que el presidente español necesita recuperar.
La idea del Ejecutivo es reforzar la coordinación en asuntos europeos y el gesto -la misma semana que Sánchez viaja a París- busca transmitir la idea de que España sigue teniendo voz en los grandes debates.
París, el jueves
La confirmación de su presencia en la reunión de la Coalición de Voluntarios en París llega tras días de dudas sobre su asistencia. “El objetivo de la reunión será nuestra estrategia colectiva de presión sobre Rusia”, explican desde el entorno del presidente.
Un encuentro, detallan desde El Elíseo, que se desarrollará en formato híbrido, con unos 30 países convocados. Zelenski estará acompañado por Macron y Starmer, mientras que otros líderes intervendrán de manera telemática. Sánchez se sumará a una cita en la que se decidirán los próximos pasos para asegurar que Rusia no pueda imponer sus condiciones en un eventual acuerdo de paz.

Un lugar en el mapa

La factura más visible de esa pérdida de peso internacional se explica en una decisión concreta: la negativa de España a comprometerse con el aumento del gasto en defensa hasta el 5% del PIB, como exigía Donald Trump. Aunque Moncloa defendió entonces que se trataba de una posición razonable y realista, en Bruselas y en la OTAN se interpretó como un desafío y falta de solidaridad. El resultado ha sido un aislamiento progresivo: países con dudas similares firmaron compromisos genéricos para ganar tiempo, mientras que España optó por señalarse. Esa elección ha tenido un coste en influencia que todavía se arrastra.
Ni siquiera en la última cumbre de la OTAN Sánchez logró proyectar centralidad. En la tradicional foto de familia, donde cada gesto se mide al milímetro, el presidente español apareció visiblemente apartado del resto de mandatarios.