Japón atraviesa un momento decisivo en su panorama político tras los resultados preliminares de las elecciones del Senado celebradas este domingo. La coalición gobernante, liderada por el primer ministro Shigeru Ishiba, sufrió un nuevo revés electoral que podría costarle el cargo y acelerar una renovación en la dirección del gobernante Partido Liberal Democrático (PLD). La pérdida de la mayoría en la cámara alta del Parlamento se suma a la crisis de legitimidad que arrastra su gobierno desde octubre, cuando la coalición oficialista también fue derrotada en la cámara baja.
Desde que asumió como primer ministro, Ishiba ha tenido que lidiar con una inflación persistente —en particular en productos básicos como el arroz—, el desgaste de su partido por escándalos de financiamiento ilícito, y un creciente desencanto popular con las políticas económicas. A esto se suma el avance de la ultra derecha con discursos antiinmigración, que ha ganado terreno en sectores del electorado tradicionalmente conservadores. El escenario se complica aún más por la amenaza de los aranceles estadounidenses del 25 %, que podrían entrar en vigor el 1 de agosto si no se alcanza un acuerdo con Washington.

Sanae Takaichi favorita en las encuestas
En las elecciones del domingo estaban en disputa 125 de los 248 escaños de la cámara alta, y el oficialismo necesitaba al menos 50 para retener la mayoría. Sin embargo, la alianza entre el PLD y Komeito apenas alcanzó 41 escaños, según sondeos a pie de urna publicados por Nippon TV y TBS. “Ishiba podría tener que renunciar”, advirtió Toru Yoshida, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Doshisha. Para Yoshida, Japón podría “entrar a una dimensión desconocida en la que el gobierno sea minoría tanto en la cámara baja como la alta, lo cual Japón nunca vivió desde la Segunda Guerra Mundial”.
Frente a este panorama, las miradas se vuelcan ahora hacia quién podría suceder a Ishiba en el liderazgo del PLD, y por tanto en la jefatura de gobierno. Una reciente encuesta nacional de Yomiuri Shimbun posicionó a Sanae Takaichi como la favorita para liderar el país si el PLD se mantiene en el poder, con el 26 % de las preferencias. La sigue el actual ministro de Agricultura, Shinjiro Koizumi, con un 22 %, mientras que Ishiba solo recoge el 8 % de respaldo.
【参議院選挙2025】
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¿Quién es Sanae Takaichi?
Takaichi, de 64 años, es una figura emblemática del ala conservadora del PLD. Exministra de Seguridad Económica, también ha ocupado cargos como ministra de Asuntos Internos y jefa de políticas del partido. Se ha caracterizado por posturas firmes en seguridad nacional y por promover una reinterpretación de la Constitución pacifista. Es, además, una habitual visitante del santuario Yasukuni, símbolo controvertido del nacionalismo japonés.
Durante su anterior campaña por el liderazgo del PLD, en 2024, propuso “modernizar la Ley de la Casa Imperial” y defendió que la Familia Imperial “es un caso único” y “un tesoro y un orgullo de Japón”. En materia económica, apuesta por aumentar el autoabastecimiento alimentario del país, actualmente del 38 %, hasta alcanzar el 100 %, reforzando la agricultura, la pesca y las exportaciones.
A nivel de apoyo ciudadano, Takaichi lidera entre los votantes de 18 a 59 años, mientras que Koizumi es más popular entre los mayores de 60. En cuanto a género, ella domina entre los hombres con un 32%, mientras que Koizumi se impone entre las mujeres con un 27%.

¿Qué pide Japón?
Las prioridades que la ciudadanía espera del próximo gobierno reflejan con claridad el malestar social. Un 88 % considera prioritarias las “medidas contra el aumento de los precios”, seguidas por las “pensiones y otra seguridad social” (78 %) y la “diplomacia y seguridad” (73 %). El tema migratorio, pese al auge del discurso populista, ocupa una posición baja en la lista de preocupaciones con un 54 %.
Aunque aún no hay confirmación oficial de que Ishiba dejará su cargo —él mismo negó haber tomado una decisión al respecto—, su liderazgo está siendo fuertemente cuestionado, incluso dentro de su partido. Si finalmente dimite, se abrirá una nueva elección interna que definirá el rumbo político de Japón en un contexto de fragilidad económica, polarización social y tensiones regionales. Por ahora, Sanae Takaichi se perfila como la principal aspirante a tomar las riendas del país.