Los tambores de guerra suenan cada vez con más intensidad en Venezuela. Mientras Donald Trump estudia opciones para una posible ofensiva militar contra Caracas para supuestamente combatir los cárteles del narcotráfico, el régimen de Nicolás Maduro refuerza sus defensas y el espíritu patriótico de defensa de la patria. Las mujeres han dado un paso al frente, con una mayor inclusión en roles que tradicionalmente habían sido reservados exclusivamente a hombres.
En un escenario de alta tensión militar y de lucha contra el tráfico de drogas, la Administración Trump incrementa su presión sobre Caracas. Pese a que Trump insiste en que no busca un cambio de régimen en Venezuela, no descarta incluso el uso de una invasión terrestre para tumbar al régimen de Maduro. Para protegerse ante la mayor potencia militar mundial, el régimen bolivariano trata de reforzarse dando más protagonismo a las mujeres.

Más de cien años sin mujeres en el Ejército
Según un artículo de Jannet Rivas Faría publicado en Feminismo Inc., la historia de la Armada de Guerra de Venezuela “nace en 1811 y no es hasta 1950 que la mujer es tomada en cuenta en calidad de asimilada, es decir, sin mando ni conducción de tropas”. A partir de allí, el proceso de integración ha sido lento, condicionado por estructuras patriarcales. Esta apertura tiene un doble carácter: por un lado, representa un avance hacia la igualdad de género y por otro, responde a la necesidad del régimen de ampliar su base de reclutamiento, legitimar su aparato militar y proyectar una imagen de modernidad.
A Venezuela le falta mano de obra para nutrir sus tropas. En un país con una crisis económica prolongada y un éxodo masivo de jóvenes, las mujeres constituyen una reserva esencial para el servicio militar. El discurso oficial, que apela a la defensa de la patria y al enfrentamiento de amenazas externas e internas, necesita la imagen de la mujer militar para potenciar su narrativa. Rivas Faría señala que “en una sociedad cuyo lenguaje universal es la opresión del sexo femenino, ser mujer es casi un acto de rebelión”.

La presencia y protagonismo de mujeres en roles activos militares se convierte en una herramienta simbólica dentro del aparato de defensa del Estado venezolano. Sin embargo, el avance está lleno de dificultades. Las mujeres siguen enfrentando obstáculos en el ascenso, en el reconocimiento de mando, en el entrenamiento operativo y en la cultura militar. En muchas ocasiones, su incorporación se limita a funciones de apoyo y no a roles de combatientes. Se hace difícil imaginarlas resistiendo una hipotética invasión de marines estadounidenses.
La amenaza de Estados Unidos
EE UU ya ha desplegado activos militares en el Caribe, incluidos cazas de combate F-35, buques de guerra y hasta un submarino nuclear. Frecuentemente, ha realizado ataques a embarcaciones sospechosas provenientes de Venezuela y amenaza con operaciones directas contra instalaciones militares venezolanas.

“Es claramente un intento de asustar a Maduro, quizás para que busque el exilio, y de presionar al Ejército venezolano para que lo derroque o lo obligue a salir”, consideró Tiago Rogero en The Guardian sobre la estrategia de Trump. El discurso de la lucha contra el “narco-terrorismo” se ha convertido en justificación para una presencia militar norteamericana más amplia en la región.
Los desafíos de las mujeres en el Ejército de Venezuela
La conjunción entre incorporación femenina y militarización en Venezuela plantea varios interrogantes. La analista Vanessa Neumann, experta en Venezuela, sugiere que muchas de las transformaciones dentro de las instituciones venezolanas -incluyendo las Fuerzas Armadas- pueden estar vinculadas a dinámicas de legitimación ante sanciones y amenazas externas.

Para las mujeres que ingresan en el Ejército venezolano, el camino está llena de desafíos: adaptar su formación al entorno típicamente masculino, superar prejuicios de género, acceder a los puestos de decisión, conciliar roles familiares, y ser reconocidas como actores de defensa y no como un intento de promover exclusivamente la igualdad. También abre nuevos escenarios, que permiten redefinir la noción de seguridad desde una perspectiva más inclusiva, promover políticas internas de igualdad, o visibilizar el papel de las mujeres en la defensa nacional.
“Nadie cree que la intención americana sea una intervención total, pero el mensaje ya está lanzado: la presencia militar de EE UU ha vuelto a América Latina”, destacó la agencia Associated Press. En ese clima bélico, la presencia de mujeres en el Ejército adquiere un significado simbólico añadido: demuestra la voluntad del régimen de Maduro de resistir frente a las sanciones y amenazas externas, mientras promete una apuesta de modernidad e igualdad que está lejos de consolidarse.

Para que esta inclusión sea efectiva, se requiere garantizar el acceso real a puestos de mando, formación de combate, igualdad en ascensos, respeto a los derechos y una cultura militar igualitaria. De lo contrario, la inclusión femenina quedará como un acto simbólico. “Esas mujeres con esos fusiles serán tu terror, imperio”, aseveró Maduro el mes pasado, al detallar la estrategia defensiva de Venezuela.


