Opinión

El kit de supervivencia era la radio

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El lunes España se quedó sin luz, sin internet, sin cobertura, sin vitrocerámica, sin neveras, sin electricidad, todo se apagó. Nos quedamos a oscuras sin poder hablar con nadie, sin poder saber si nuestros seres queridos estaban bien, sin poder conectar con nuestros compañeros de trabajo para preparar lo que se presentaba como el gran programón, sin poder sacar el coche del garaje y, por supuesto, sin poder coger ningún tren, metro o autobús. Y sin poder saber lo que estaba pasando, porque el Gobierno no nos dio instrucciones hasta las seis de la tarde, casi seis horas después. Pero hubo una vela nunca mejor dicho que alumbró durante todo el día: la radio.

A las 12.33 cuando España se apagó, las radios fueron las primeras en informar de lo que estaba sucediendo. Prácticamente, todas las televisiones mantuvieron su emisión y no se fueron a negro, pero la radio te permite salir antes a la calle y mantenerte conectado con los estudios centrales de una forma más sencilla que en una televisión donde necesitas doble conexión: la del redactor o redactora y la del cámara. En cuestión de segundos, todas las emisoras prepararon especiales y un lunes, que, por cierto, se presentaba muy aburrido informativamente hablando y se convirtió en apasionante.

En las casas y en los lugares de trabajo las televisiones no encendían y la radio fue la única conexión que se mantuvo en pie para muchas personas y sonó tanto en la calle, como en las estaciones, bares, colegios o talleres mecánicos, además de ser el medio al que recurrieron en muchas casas. Como ya ha ocurrido en otros momentos de grandes crisis, como la dana o la pandemia, la radio ha vuelto a demostrar en este apagón inédito en España, que sigue siendo uno de los medios más buscados.

Como si fuera un 23F, que muchos no hemos vivido, pero que nos lo han contado mil veces, los españoles se fueron a los cajones para rescatar sus transistores a pilas y el que no tenía pilas en casa acudió corriendo a los supermercados y bazares chinos para hacerse con un paquete o con dos si había suerte. Un lunes analógico en el que la radio mantuvo el hilo con el público, con la gente. Seguro que a muchos de ustedes les pilló el apagón en el coche y pudieron informarse gracias al aparato incorporado en los automóviles. ¿Y han visto las imágenes de gente alrededor de un coche escuchando la comparecencia del Presidente del Gobierno a las seis de la tarde? ¿Habían visto alguna vez esa imagen? ¿Y las imágenes de personas mayores en residencias de ancianos informando a sus cuidadores de lo que estaba pasando en tiempo real gracias a sus radios portátiles?

Televisiones y periódicos también estuvieron al pie del cañón, pero, en su caso, el problema era que llegar a todos era casi un milagro. Sin electricidad, no había manera de encender la tele; sin internet, no había manera de acceder a los periódicos digitales; sin móvil, las redes sociales dejaron de existir, se silenciaron. Sólo quedaba la radio, una radio, que, cuando no había nada de información, intentó calmar, no cayó en el alarmismo e hizo esa labor tan importante que tenemos los medios de comunicación y que, a veces, se nos olvida: acompañar al otro lado.

Durante los primeros minutos, incluso durante la primera hora sin la ayuda del transistor a pilas, hubiera sido imposible saber las recomendaciones que llegaban de Protección Civil o escuchar a las instituciones aunque en este caso al menos las primeras horas brillaron por su ausencia. Sin radio, durante los primeros minutos, hubiera sido imposible saber que el transporte estaba colapsado, que se habían cortado accesos a carreteras o que los teléfonos de emergencia estaban activos y funcionaban. O todavía más importante: saber que los que necesitaban electricidad para vivir como personas con oxígeno tenían que acudir rápidamente a un hospital donde los generadores daban electricidad para poder conectar sus máquinas y mantenerse vivos.

Por si alguno le queda alguna duda amo a la televisión y estoy feliz de aprender todos los días en un medio que ya es el mío y al que espero dedicarme durante mucho tiempo, pero creo que es de justicia hacer honores al medio del que me enamoré hace ya 26 años y con el que hoy en día sigo disfrutando. Cuando desde Bruselas nos hablaban de kits de supervivencia ante situaciones de conflicto bélico o catástrofes naturales, de esto hablaban. El kit era la radio.

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