Terremoto en el PSOE

Santos Cerdán presionaba a barones díscolos para que defendiesen a Begoña Gómez

Tras el relevo de Ábalos, su sucesor mantuvo la presión sobre los líderes que le resultaban incómodos al presidente, según relatan algunos de los protagonistas a Artículo14. "Es puro matonismo", lamentan desde el PSOE

“Evidencia obscenamente el totalitarismo que vivimos en el PSOE“. Esta declaración de uno de los dirigentes socialistas señalado como díscolo por Pedro Sánchez resume el ambiente que recorría ayer los chats internos del PSOE tras desvelar el diario El Mundo conversaciones entre el presidente del Gobierno y  José Luis Ábalos en las que el primero instaba a su entonces mano derecha a “marcar” a los barones que cuestionaban sus políticas.

Los mensajes entre Sánchez y Ábalos desvelan el “autoritarismo” con el que el presidente maneja el partido: “Deben ser conscientes de que son una minoría y de que son unos hipócritas”. El relato a Artículo14 de algunos de los líderes que lo han sufrido en primera persona constata que, tras la caída en desgracia del ex secretario de Organización, su sucesor, Santos Cerdán, mantuvo la presión e incluso la propia María Jesús Montero descolgó en alguna ocasión el teléfono para recriminar la discrepancia con el argumentario de Moncloa. “A mí me han llegado a llamar nada más colgar con Alsina”, cuenta uno de los protagonistas.

La lealtad que exige el “número 1” va mucho más allá de la defensa de sus políticas. Tras la imputación Begoña Gómez, la presión se extendió también para cerrar filas públicamente con la esposa del presidente. Santos Cerdán llamaba a afear que no se la defendiese ante los “ataques” del PP. El presidente quería que el coro sonase afinado, que los barones territoriales repicasen los ataques a los jueces de sus ministros más leales.

El señalamiento a Emiliano García-Page, Javier Lamban, Ximo Puig o Javier Fernández Vara, al que el presidente del Gobierno califica de “petardo” en los mensajes publicados, ha “desenmascarado” para muchos socialistas al killer que habita en Sánchez. “Se acabó ir de víctima”, aseguran desde el PSOE aquellos que hoy sientes respaldada su causa y que han venido denunciando en privado, con más fervor que en público, las “malas prácticas” de su líder.

Óscar López, Salvador Illa y Santos Cerdán en el Congreso del PSOE madrileño.
EFE

Fuentes cercanas a García Page señalan que “desde el primer momento, desde 2015, los presidentes autonómicos notamos hostilidad, y que la hostilidad venía de Sánchez. Desde ese momento, hemos pasado por alto, desprecios y descalificaciones a cambio de que el PSOE, y luego las políticas del  PSOE en el Gobierno, mantuvieran la coherencia y los principios que siempre han mantenido y q consisten en defender la igualdad de las personas y lis territorios. El mayor punto de fricción ha sido siempre, desde antes de entrar en el Gobierno en 2018, la relación del PSOE con planteamientos políticos radicales, en especial con el independentismo radical. Y en dejar claro que, para algunos, no todo vale”.

El presidente autonómico, Emiliano García-Page, con Pedro Sánchez en Toledo.
Europa Press

“Javier ha sido un soldado”

Especialmente ha dolido en el socialismo el trato de Sánchez al expresidente extremeño. “Javier ha sido un soldado. Se ha tragado muchas y le ha apoyado hasta el último momento”, lamenta otro de los “purgados”, que denuncia el “modus operandi” del equipo de Sánchez a base de campañas de “difamación” y “acoso”.

El último caso, recuerda la citada fuente, afecta al ex líder del PSOE madrileño, Juan Lobato, al que se le acusó de “deslealtad” tras conocerse que se había negado a participar en la presunta filtración del expediente de novio de Isabel Díaz Ayuso. Paradójicamente, Lobato siempre huyó del enfrentamiento directo con Sánchez. En su ADN político está poner en valor la discrepancia como forma de enriquecer el PSOE.

¿Tendrá consecuencias en el PSOE esta última crisis? La respuesta mayoritaria es “no”. Sánchez ha laminado, insisten desde el socialismo, cualquier organismo dónde medir los apoyos reales con los que cuenta a nivel interno. Prueba de ello, continúan, es que ha ido posicionando ministros en los territorios donde se siente más contestado para tomar el control. “Se le ha quitado la careta ante la militancia, pero poco más”, lamentan.

Sánchez es quien escribirá su propio final dado que hay coincidencia en el socialismo de que serán las urnas quien decidan. “Pero si pierde, está vez no le vamos a dejar hacer. Habrá golpe de estado”, sentencian los críticos.