La rutina de la ducha puede parecer una cuestión de preferencias personales, pero lo cierto es que también tiene implicaciones físicas y psicológicas. ¿Es mejor hacerlo por la mañana para activar el cuerpo o por la noche para favorecer el descanso? Aunque no hay una única respuesta válida para todos, la ciencia aporta pistas que ayudan a elegir el mejor momento según las necesidades de cada persona.
Una cuestión de hábitos y de descanso
Según un estudio de la Sleep Foundation realizado en 2022, tomar una ducha antes de acostarse es el segundo ritual nocturno más habitual entre los adultos en Estados Unidos, solo por detrás de ver televisión. Sin embargo, el hábito no está tan extendido como podría pensarse: solo entre el 25% y el 32% de los encuestados lo aplica de forma regular.
Aun así, los expertos en sueño insisten en que ducharse por la noche tiene beneficios concretos. Instituciones como el National Heart, Lung, and Blood Institute señalan que un baño o ducha caliente en las horas previas al sueño puede mejorar la calidad del descanso. El motivo: el aumento de la temperatura corporal seguido de un descenso gradual favorece la sensación de somnolencia y ayuda al cuerpo a prepararse para dormir.

Las ventajas de ducharse por la mañana
Ducharse al comenzar el día también tiene sus beneficios. Muchas personas recurren a la ducha matutina como una forma de activarse, despejar la mente y empezar con energía. Además, forma parte de la rutina diaria de cuidado personal, especialmente para quienes aplican productos faciales o practican ejercicio temprano.
Según el mismo estudio, alrededor del 50% de los participantes prefiere ducharse por la mañana, precisamente por esa sensación de activación mental que ofrece el agua, sobre todo si se opta por una temperatura más fresca.
¿Y cuál es entonces el mejor momento para ducharse?
Todo depende del estilo de vida, del tipo de piel, de las condiciones climáticas y, sobre todo, de la relación entre la ducha y la calidad del sueño. Los especialistas coinciden en que la ducha nocturna tiene una ligera ventaja en términos de bienestar general, ya que ayuda a reducir el estrés acumulado, eliminar la suciedad y el sudor del día, y facilita la transición al sueño.
Además, una buena higiene del sueño es clave para el funcionamiento diario. Dormir mal puede afectar a la concentración, la memoria, el estado de ánimo e incluso al sistema inmunológico. Por eso, incorporar una ducha relajante como parte de la rutina nocturna puede ser un hábito sencillo pero efectivo para mejorar el descanso.
Por eso mismo y aunque los beneficios de ducharse por la mañana o por la noche son similares en muchos aspectos, la ciencia sugiere que hacerlo por la noche puede favorecer más un sueño de calidad. No obstante, lo ideal es adaptar este hábito a las propias necesidades, sin olvidar que la regularidad y el confort son tan importantes como el momento del día en que uno se ducha. En todo caso, hay que establecer una rutina que nos permita ir siempre aseados, pero que a la vez no sea demasiado dañina para nuestra piel y cabello.