Una de las dudas más frecuentes durante el embarazo es si se puede consumir jamón. Especialmente, si ya se ha pasado la toxoplasmosis, una infección causada por el parásito Toxoplasma gondii. Esta preocupación surge porque el jamón crudo curado, como el jamón serrano o ibérico, podría contener el parásito y representar un riesgo para el feto. Y si ya has tenido toxoplasmosis antes del embarazo, la respuesta es otra distinta.
Por lo tanto, es importante saber qué dice la ciencia, qué tipos de jamón son seguros y qué precauciones adicionales se pueden tomar para disfrutar de este alimento sin riesgos innecesarios.
Jamón, embarazo y la toxoplasmosis: riesgos e inmunidad

Es importante entender primero lo que es la toxoplasmosis. Se trata de una infección parasitaria que, aunque en adultos sanos suele ser asintomática o leve, puede ser peligrosa si se contrae durante el embarazo. Puede transmitirse al feto y causar complicaciones graves, como malformaciones neurológicas, problemas oculares o, en los peores casos, aborto espontáneo.
El parásito se encuentra principalmente en carne cruda o poco cocinada, como el jamón. Pero también en las frutas y verduras sin su correcto lavado, así como en las heces de un animal doméstico muy común, el gato (en caso de que esté infectado del parásito, claro está).
Por eso, durante el embarazo, se recomienda evitar alimentos cárnicos crudos y lavar bien los vegetales y las frutas. Eso sí, la cosa cambia si ya has pasado la toxoplasmosis antes de quedar embarazada. Si ya la has atravesado, tu cuerpo ha desarrollado anticuerpos que te protegen contra una nueva infección. Esto significa que, en teoría, no puedes volver a contagiarte y, por tanto, el consumo de jamón no representaría un riesgo para ti ni para tu bebé.
Un estudio publicado en PubMed Central respalda esta base, afirmando que las mujeres que ya han estado expuestas al parásito tienen inmunidad duradera. Esto significa que se reduce significativamente el riesgo de volver a infectarse. Consulta con tu médico para conocer mejor tu caso concreto.
Las excepciones y cosas a tener en cuenta
Aunque una mujer embarazada esté inmunizada, es importante elegir jamones que hayan pasado por procesos de curación adecuados, ya que esto reduce aún más cualquier riesgo. Los más seguros, según los expertos, son el jamón ibérico de bellota (curado más de 24 meses), el jamón serrano (curado más de 14 meses) y el jamón cocido o cocinado a más de 71°C. Con la larga curación y proceso de salación por una parte, y la alta temperatura de cocción por otro, prácticamente todos los posibles parásitos son eliminados.
Aunque el riesgo es ya en esos puntos prácticamente nulo, hay investigadores que recomiendan medidas de seguridad adicionales. Estas son, congelar el jamón antes de consumirlo (al menos 48 horas a -20°C), lavarse las manos después de estar en contacto con la carne cruda y evitar aquellas piezas cárnicas de las que se desconoca su procedencia y su tratamiento. A mayor grado de precaución, mayor seguridad.
En resumidas cuentas… Sí, una embarazada puede comer jamón si ya ha superado la toxoplasmosis. Deben ser siempre productos bien curados o cocinados. La ciencia respalda que, en estos casos, el riesgo es prácticamente nulo. Sin embargo, ante cualquier duda, es importante concertar una cita con el médico y seguir las recomendaciones sanitarias de higiene.