Santiago Vallejo se ha acostumbrado a los sobresaltos de la actualidad, pero no por ello le producen menos estupor. Es presidente de la Asociación Española de Profesionales del Turismo y vicepresidente de la Mesa del Turismo de España. Es decir, el sector más agraviado por la situación caótica que están viviendo los transportes en nuestro país. “Estamos en la primera semana de julio, con la temporada alta de afluencia de turistas, y ya han sucedido varios problemas en los transportes de España. Esto no es puntual, sino que se repite cada año, a pesar de que, año tras año, alzamos la voz”, explica.
Cree que aún es pronto para cuantificar los daños de los últimos incidentes, pero deja claro que hay una gran damnificada, que es la imagen de nuestro país. “Primero fue el lunes, con la línea de tren Madrid-Andalucía afectada por la falta de tensión en una catenaria. Después, el colapso del miércoles en la Terminal 4 del aeropuerto de Madrid-Barajas. Es un problema serio”.
Vallejo no entiende que se pueda permitir una caída del sistema. “A esos sistemas informáticos hay que someterles a unas pruebas de estrés para comprobar qué soportan y ver si pueden dar el servicio. Como consecuencia, cerca de 9.000 pasajeros se vieron afectados por el problema informático. Sabían que había planificados 20 vuelos cada hora. Es absolutamente intolerable”, critica.
La crisis reputacional
Después de la jornada caótica, llegó lo previsible: el eco en la prensa extranjera con textos como este de The Sun: “Fuera de control. Estallan peleas en medio del caos en los viajes por España por el colapso en el control de pasaportes en el principal aeropuerto vacacional, provocando un caos en las colas”. A ningún profesional del turismo le gustaría despertar una mañana, en plena temporada alta estival, con esta noticia. Menos leerla en la prensa extranjera.
Pero los titulares se repitieron en unos y otros medios: “El caso se ha desatado en el transporte español”, “Colapso en un importante aeropuerto turístico”, “Cientos de pasajeros perdieron sus vuelos”, “La Guardia Civil española se vio obligada a intervenir por algunos altercados”. Así podríamos juntar un buen puñado más.
“Un país que bate récords de turismo y con previsiones de aproximadamente 98 millones de turistas para esta temporada, que estemos en una situación así parece del tercer mundo“, reflexiona Vallejo. Hace solo un mes, sufrimos el mismo titular con diferente ubicación: “Caos en el transporte español: cientos de viajeros quedan varados en el aeropuerto de Mallorca”. Igual que ahora, hablaban de una ola de retrasos y cancelaciones de vuelos a causa de las severas tormentas eléctricas en el norte de Europa, que provocaron restricciones generalizadas en el control del tráfico aéreo.
¿Una infraestructura frágil?
Los pasajeros sufrieron colas interminables, escasas opciones de cambio de reserva y búsqueda frenética de alojamiento en los hoteles. En ese momento, las aerolíneas avisaron que sería solo el comienzo de un verano de 2025 poco optimista debido a la escasez de personal y la frágil infraestructura. El aeropuerto de Palma reanudó su funcionamiento normal, pero dejó en los viajeros la incertidumbre ante posibles sucesos similares en pleno verano.
Como indica Vallejo, son incidentes que, repetidos con insistencia, empañan la imagen de España como una de las primeras opciones vacacionales. Madrid, especialmente, está experimentando un auge sin precedentes como destino de lujo tanto para residentes como visitantes adinerados. La flota de hoteles de cinco estrellas de la ciudad está creciendo y bloques residenciales enteros del siglo XIX se están convirtiendo en apartamentos de lujo. También las escuelas de negocios están recibiendo a estudiantes de los países más ricos del mundo.
Mientras, en Estados Unidos, algunos medios llevan tiempo alertando de los problemas de viajar a Europa en general en temporada alta, definiéndola como una carrera llena de obstáculos, largas esperas y retrasos. El volumen de visitas crece, pero los transportes no responden, advierten. Henry Harteveldt, presidente de Atmosphere Research Group, avisó hace unos meses: “Los viajeros deben esperar largas esperas y grandes multitudes en prácticamente todas las etapas de sus vacaciones europeas. Prepárense para las filas en los controles, la seguridad aeroportuaria, las multitudes en las estaciones de tren, hoteles, museos, restaurantes y lugares de interés abarrotados”.
Recordó también las huelgas laborales, algo que, de hecho, se produjo ayer, 3 de julio, con los controladores aéreos franceses. Desde primera hora de la jornada, los aeropuertos de las Baleares se vieron afectados por esta huelga, con retrasos y cancelaciones de vuelos tanto en salidas como en llegadas.
Operación salida
“No puede ser que, durante la operación de salida de verano, cientos de personas pierdan sus vuelos, incluso con el equipaje ya cargado en los aviones, con el trastorno añadido que esto supone. No vale la explicación del fallo informático ni la de que estamos a principios de julio y el tráfico de pasajeros es mucho mayor de lo habitual. La mitad de los controles de pasaportes estaban vacíos, lo que suponía una espera media de 60 minutos para pasar el control de seguridad. Aunque la Policía Nacional aumentó el número de agentes asignados al control de pasaportes para ayudar a descongestionar la Terminal 4, no fue suficiente”, insiste Vallejo.
La imagen es demoledora para el turismo español. Los incidentes están generando una creciente preocupación en los medios internacionales sobre la fiabilidad de las infraestructuras de transporte en España, especialmente durante la temporada alta de verano.