Con su hiyab azul a juego con sus ojos, vaciándolo de cualquier significado sagrado mientras se declara musulmana conversa, la influencer Marina Yers, conocida por su pasado reciente como estrella erótica de Only Fans, ha agitado un avispero peligroso donde cada cual zumba con una nota diferente.
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“El hiyab no es un accesorio de moda que una se coloca para generar contenido. Para las mujeres musulmanas simboliza nuestra convicción religiosa. Tomarlo como elemento para una performance es ofensivo”, nos explica Hanan desde la Asociación Mujeres Musulmanas Hidaya. En las redes sociales, la crítica va más allá y ven en la influencer un coqueteo erótico y morboso que desvirtúa absolutamente la función del hiyab y también de la oración.
Algunas mujeres de la Asociación Marroquí nos transmiten que ven en esta apropiación de los símbolos del islam por parte de las creadoras de contenido una falta de empatía hacia las musulmanas que sufren discriminación, acoso o persecución.
Narradores únicos
El islam no prohíbe a sus fieles el uso de las redes sociales. Un trabajo liderado por Bouziane Zaid, profesor de la Universidad de Shariah (Emiratos Árabes) y Jana Fedtke, investigadora de Bard College Berlin, muestra una nueva generación de influencers de redes sociales que está desafiando a las sociedades musulmanas, tradicionalmente cerradas en sus sistemas religiosos y culturales.
Son educados en Occidente, narradores únicos y expertos en producción de medios digitales. Con sus contenidos están reformulación las creencias espirituales y las prácticas religiosas entre los jóvenes. Los autores de este estudio han analizado el contenido de Instagram y YouTube de cuatro influencers: Salama Mohamed y Khalid Al Ameri de los Emiratos Árabes Unidos, Ahmad Al-Shugairi de Arabia Saudita y Omar Farooq de Baréin. Su principal conclusión es que están desafiando a las autoridades religiosas tradicionales al tiempo que reinventan las identidades musulmanas basándose en un nuevo estilo de vida global.
·La cultura digital contemporánea ha alterado la práctica tradicional de la religión y la manera en que se comunica, se consume, se comparte y se interactúa con ella”, dicen. Tradicionalmente, las ideas y los significados religiosos islámicos han sido transmitidos por las autoridades mediante rituales y contextos formales. Las enseñanzas religiosas son un dominio reservado para un pequeño grupo de líderes que han adquirido conocimiento religioso a lo largo de los años en las escuelas islámicas tradicionales.
Frente a ellos, los influencers se presentan con una visión cosmopolita del mundo. “Dominan el inglés y son buenos narradores y expertos en producción de medios digitales. Su práctica religiosa se centra en la narración, más que en textos dogmáticos, en las relaciones humanas, la vida civil y en lo que significa ser y actuar como un ser humano musulmán”, detallan los investigadores.
Salama Mohamed, por ejemplo, es una emprendedora y creadora de contenido que comenzó su trayectoria produciendo contenido de belleza para posteriormente lanzar una marca de cuidado de la piel. No hay información sobre su formación académica, pero parece tener estudios universitarios de posgrado. Se expresa con fluidez tanto en árabe como en inglés, y demuestra un gran dominio de la narración, la producción de vídeo y la edición.
Con su eslogan “bendecida con vitíligo”, Salama ha logrado convertir su problema de piel en una carrera profesional, impulsada por su interés en el cuidado de la piel. Varias empresas de cuidado de la piel, como Nivea, la han utilizado como influencer en redes sociales para sus campañas de marketing.
Pero también comparte la historia de su familia, incluidos sus hijos. Cuenta cómo compran y qué comen durante el mes sagrado de Ramadán, qué empacan cuando viajan, qué hacen con sus hijos durante el fin de semana y cómo la ética islámica influye en su comportamiento. En definitiva, predican el islam de una manera entretenida como único camino para llegar a los más jóvenes.
Primero entretienen, luego dictan doctrina
Son los nuevos líderes religiosos de la cultura musulmana y su peso es cada vez mayor. “No lanzan su mensaje religioso demasiado pronto; primero entretienen a sus seguidores con una historia bien articulada con la que se puedan identificar, y luego lanzan su mensaje, que suele ser una especie de lección moral”, advierten.
Al calor de esta tendencia, surgen figuras como Marina Yers, con 1,3 millones de seguidores en Instagram y más de 300.000 en Tik Tok. Ahora ha creado una nueva cuenta para hablar de su conversión religiosa. ¿Oportunista? Al menos no se puede negar su habilidad para hacerse viral. Unas veces negando que el agua hidrata, otras impulsando el vómito como forma de depuración.
Ante las críticas, se defiende: “Dijeron que me había vuelto loca. Dejadme ser clara: no he perdido la cabeza, he encontrado a Dios. Quiero que la gente entienda que la fe no es debilidad, es fortaleza. Elegir a Dios no te hace una loca, te hace libre. Y si eres una mujer musulmana que alguna vez se ha sentido atacada, ignorada o silenciada por sus valores, créeme, te veo y estoy contigo”.
En Alemania, la revista feminista Emma envía un aviso: “Las mujeres con hiyab, incluidas las fundamentalistas, tienen una enorme audiencia en TikTok e Instagram, atrayendo a millones de seguidores, especialmente entre las chicas, y enseñando sin oposición que la verdadera vida femenina es la musulmana, a diferencia de la pecaminosa occidental”.
Jóvenes musulmanas devotas
Ponen como ejemplo a Hannah Hansen, de 42 años. Con más de 500.000 seguidores, es considerada una estrella musulmana en TikTok e Instagram. Hace unos años, la exboxeadora se convirtió al islam y desde entonces es misionera, predicando su amor por Alá. Lidera un movimiento de jóvenes musulmanas devotas que asumen un papel que antes solo ocupaban los predicadores masculinos.
“Se trata de una especie de campaña digital que utiliza smartphones, el Corán y el hiyab para promover un ideal de mujer musulmana casta y velada, como contrapunto a la mujer occidental. Sus vídeos están impecablemente elaborados, a menudo al estilo de las series de Netflix”, advierte el movimiento Feminism Post en su página web.
Lo de siempre con envoltorio nuevo
En TikTok, añaden, todo sigue pareciendo lúdico, como sacado de un cuento de hadas de Las mil y una noches. “Pero, dependiendo del entorno en el que se encuentren los nuevos creyentes, se les exige cada vez más un comportamiento islámico. Esto incluye rezar cinco veces al día, abluciones perfectas, ayuno durante el Ramadán, estricta segregación de género y una dieta halal. Quienes han abandonado su religión reportan un aumento gradual de la intensa presión. Se exige sumisión, especialmente en círculos salafistas. Son la contraparte amigable de los jeques barbudos. No se les asocia con el odio ni la incitación, pero sus mensajes fanáticos no son menos peligrosos. Simplemente vienen envueltos en papel de regalo nuevo”.




