Infancia

El “chupete digital”: ¿calma o anestesia?

El recurso del uso de la pantalla para calmar el llanto o el aburrimiento tiene un coste: menor tolerancia al malestar y mayor dependencia a los dispositivos tecnológicos

En la era de las pantallas, hay una imagen que se repite como mantra contemporáneo: un bebé llorando, unos padres desesperados… y la solución mágica en forma de tablet encendida con dibujos hipnóticos. Es verano hace calor, los niños están de vacaciones. Hay que entretenerlos. Es el “chupete digital”, una metáfora perfecta de cómo hemos convertido la tecnología en sedante emocional, tanto para niños como para adultos.

Pero, ¿qué significa realmente recurrir a una pantalla como sustituto de la calma? ¿A qué precio?
De la cuna al smartphone (mientras escribía esta frase he visto un video de un niño en la cuna con smartphone así que el titular seria: en la Cuna con smartphone).

El término “chupete digital” no surge por casualidad. Como el chupete físico, sirve para calmar de forma rápida, pero también para tapar necesidades más profundas: hambre, sueño, contacto, aburrimiento, ansiedad… La diferencia es que, mientras el chupete de silicona puede ayudar a regular momentáneamente, las pantallas llevan la estimulación al extremo.

Y la ciencia lo confirma: un estudio longitudinal publicado en ‘Frontiers in Child and Adolescent Psychiatry’ demostró que el uso habitual de pantallas para calmar rabietas en niños de entre 2 y 5 años se asocia a un peor desarrollo de la autorregulación emocional un año después (Konok et al., 2024). Otro estudio canadiense reveló que cada hora diaria adicional de uso de pantallas en preescolares incrementa un 22 % el riesgo de arrebatos de ira al año siguiente (Sherbrooke University, 2024).

¿Y en adultos? La pantalla también nos calma (demasiado)

Y en adultos, la cosa no mejora.
• ¿Te pillas abriendo el móvil sin saber por qué?
• ¿Notas que te cuesta estar sin hacer “nada”?
• ¿Desbloqueas el teléfono cada vez que algo te incomoda?

Eso también es “chupar pantalla”. Se llama doomscrolling, hiperconexión, y la adicción a las notificaciones son versiones sofisticadas del mismo chupete distracción. Y no ayuda: nos deja más cansados, dispersos y ansiosos.

Cuando el cuerpo se desconecta

Lo interesante es que el cuerpo también habla en este proceso. Al entregarnos al dispositivo, caemos en una postura de bloqueo: cuello hacia delante, hombros encogidos, respiración superficial. Es la antítesis del estado de presencia que nuestro sistema nervioso necesita para regularse. Es decir: cuerpo en estado de tensión crónica, sin espacio para el sentir, el respirar, el estar. ¿te suena ?, a mi si me lo cuentan a diario en la consulta.

El movimiento consciente es una herramienta poderosa para devolver al cuerpo su capacidad de estar y sentir, algo que ninguna app podrá suplir por muchos píxeles que tenga.

¿Es la pantalla el problema?

No. El problema no es la pantalla, sino el uso que hacemos de ella como analgésico emocional. El aburrimiento, la frustración y el llanto (en niños) o el estrés y la soledad (en adultos) son señales de que algo necesita ser atendido, no silenciado. Pero en lugar de escucharlas, optamos por anestesiarlas.
La paradoja es que cuanto más usamos el chupete digital, menos tolerancia desarrollamos al malestar y más rápido recurrimos a él. Es un círculo vicioso perfecto para el algoritmo… y nefasto para nuestra regulación emocional.

Recuperar el contacto

¿Qué podemos hacer?

Para niños: dar espacio al aburrimiento, al juego libre, al movimiento físico, al contacto humano.
Para adultos: preguntarnos qué intentamos calmar cuando desbloqueamos el teléfono compulsivamente. ¿Podemos respirar, movernos, salir a caminar en su lugar?
Para ambos: cultivar momentos sin pantallas como entrenamiento de presencia.

Quizá no sea tan inmediato ni tan brillante como un vídeo de colores chillones, pero es mucho más nutritivo para el sistema nervioso.

Porque al final, la autorregulación no se descarga en la App Store ni se reproduce en YouTube. Se construye desde el cuerpo, la relación y la práctica diaria consciente.

“El cuerpo necesita movimiento y presencia para autorregularse; ninguna app puede sustituir eso.”

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