El dinero no da la felicidad, pero ayuda. Los británicos acaban de comprobar que este proverbio tan español es una verdad como un templo. Tradicionalmente tan comedidos, han decidido olvidarse de clichés impecables y rendirse al poderoso caballero Don Dinero.
Una macroencuesta realizada por YouGov, cuyos hallazgos han sido publicados en The Times, ha concluido que los niños nacidos en familias con rentas más altas tienen menos probabilidades de sufrir acoso escolar, se sienten más seguros y son más felices en el colegio. También los padres afirman que les resulta mucho más llevadera la crianza. ¿Y cuánto es la cifra para que esto suceda? La investigación marca una cifra redonda: 100.000 libras. Traducido a euros, 115.286.
Dos millones de niños infelices
Los participantes, 5.866 padres con hijos de entre 4 y 18 años, respondieron a 54 preguntas que abordaron temas muy diversos, desde el uso de teléfonos inteligentes a las agresiones sufridas por parte de los compañeros o la ansiedad de los padres. El objetivo era desentrañar por qué razón dos millones de niños se sienten infelices en un contexto de aumento de los impuestos, el mayor costo de la vida y un precio tan alto por la crianza que esta empieza ya a considerarse un lujo al alcance de pocos.
Aquí es donde los autores encontraron que esta cantidad de riqueza puede amortiguar las angustias de la crianza. Casi la mitad de los padres más ricos afirmó que les resultaba fácil educar a sus hijos, en comparación con una cuarta parte de los más pobres. Más de la mitad también afirmó que ser padre había influido positivamente en su salud mental durante el último año. Solo un tercio de quienes tienen ingresos familiares de 50.000 libras esterlinas o menos afirmó lo mismo.
Las razones son lógicas. El dinero libera de las tareas más ingratas del hogar, pudiendo dedicar ese tiempo a los hijos. Además, permite elegir un buen colegio o contratar unas clases particulares. La mitad de los padres encuestados con ingresos superiores a 100.000 libras lo hacen, el doble de la media nacional. Dos tercios se han mudado buscando su centro educativo preferido. Son detalles que influyen en la satisfacción familiar. La probabilidad de sufrir acoso baja a la mitad en los alumnos más adinerados: del 31% al 14%.

Resultado: nueve de cada diez niños de hogares con ingresos por encima de este umbral se sienten felices en la escuela siempre o la mayor parte del tiempo. En los hogares con ingresos de 35.000 libras esterlinas o menos, más de una cuarta parte de los padres afirmó que sus hijos eran felices solo a veces, rara vez o nunca.
¿Se puede trasladar a España?
Hace unos días en Artículo 14 sacamos la calculadora para saber cuánto cuesta la crianza en España: en torno a los 800 euros al mes por cada hijo y más de 9.000 al año. Ahora la retomamos y añadimos algún dato más que pueden ayudarnos a evaluar la probabilidad de alcanzar la felicidad, al menos la británica. Una de las mordidas ineludibles es la hipoteca o el alquiler, que se lleva entre el 40% y 60% del presupuesto familiar. A todo esto, hay que señalar que una familia media en España con dos hijos tiene unos ingresos netos anuales habituales de 35.000 a 45.000 euros, según datos recientes del INE y otros estudios publicados en 2025. Si trasladamos los resultados de la encuesta británica, estamos muy lejos de aspirar a esa felicidad.
¿Hasta qué punto la encuesta británica es un referente? Aunque sea desolador, hay más investigaciones con la misma conclusión, como una del Instituto Max Planck para la Investigación Demográfica en la ciudad alemana de Rostock, hace ya unos años. En este caso, los autores dedujeron que los padres mayores registran mayor satisfacción, incluso desde antes del nacimiento del primer hijo, al ser la carga económica más liviana.
Otro estudio en la Universidad de Princeton puso una cifra anual ideal para ser una madre feliz: 75.000 dólares anuales, hace más de una década (actualizado, equivaldría a unos 100.000 dólares). Concluyó que el bienestar emocional y la felicidad aumentan con el dinero. No obstante, vieron que, al superar esta cifra, ese efecto positivo se estanca. Observó también que, en las familias con ingresos más bajos, el dolor asociado con desgracias como una mala salud se siente de una manera más intensa.
Después de esta investigación, hubo otra, publicada en 2021 por un equipo de la Universidad de Pensilvania, que mostró que incluso por encima de esta cantidad, la felicidad sigue in crescendo. Definitivamente, el dinero no da la felicidad, pero, cuanto menos apriete la hipoteca, menos pesará la crianza. Con un poco de suerte, incluso podremos entregarnos a algún pequeño placer una vez pagada la factura de libros, uniformes, matrículas y extraescolares. Entonces sí compraremos la idea tan de marketing actual del nuevo lujo basado en la experiencia, el goce y disfrute de momentos únicos e irrepetibles.
¿Qué le queda al español medio? El consuelo de dar a nuestros hijos un significado a la vida y un propósito con el que avanzar. Esto no tiene precio. Si no, nos sumamos a la reflexión final de los autores británicos exigiendo a los gobiernos políticas que alivien la carga familiar y faciliten el acceso a la vivienda. “De lo contrario, corremos el riesgo de convertir la paternidad en un lujo y socavar los cimientos mismos del país”.