A miles de kilómetros del Vaticano, en la ciudad de Chulucanas, al norte de Perú, una familia peruana vive con emoción y orgullo un capítulo inesperado de la historia de la Iglesia. Mildred Camacho, una mujer nacida en esta tierra norteña, guarda entre sus recuerdos más preciados una relación especial con el hombre que hoy lidera a más de 1.400 millones de católicos en el mundo: el Papa León XIV.
Su historia comenzó hace 29 años, cuando Robert Prevost -entonces un sacerdote agustino- de misionero en Perú aceptó con naturalidad y afecto ser padrino de bautizo de la pequeña Mildred. Fue una decisión sencilla, pero cargada de simbolismo.

Mildred, como mi madre
“Deseo que seas el padrino de Mildred”, le pidió Héctor Camacho, padre de la niña, durante una conversación pastoral. La respuesta de Prevost fue inmediata y reveladora: “Mi madre se llama Mildred. Sería un honor“.
Desde aquel día, el compromiso asumido por el hoy pontífice trascendió el acto simbólico. Mildred Camacho ha recordado en las últimas 24 horas a los medios locales cómo su padrino se mantenía presente incluso desde Roma. “Cuando trabajaba en el Vaticano con Juan Pablo II, siempre se hacía presente. Me escribía cartas, me saludaba por mis cumpleaños y hasta me mandaba propinas”, cuenta con una sonrisa al Canal N.
León XIV, como padrino
El vínculo no se rompió con los años. En agosto de 2024, su último verano antes de ser elegido Papa, Robert Prevost -ya cardenal- visitó nuevamente Chulucanas. Fue un gesto que dejó huella. “Nos dio su bendición, saludó a mis hijas, se acordaba de todos”, dice emocionada Mildred Camacho a las cámaras del Canal N, quien sigue llamándolo con cariño “padrino”.
Incluso tras su elección como Sumo Pontífice, los pequeños gestos no han cesado. Hace apenas unas semanas, Héctor Camacho recibió un mensaje de WhatsApp del ahora Papa León XIV. El texto, breve y cálido, decía: “Gracias y bendiciones, Héctor”.
Para la familia Camacho, esta cercanía es motivo de alegría y fe renovada. “Estamos felices. Tiene dónde llegar si regresa al norte”, afirma Mildred, con una mezcla de ternura y asombro.
En las fotografías del bautizo, que Mildred Camacho mostró a los periodistas, se podía verle a ella en los brazos de su madre Roxana Dioses, junto a un 29 años más joven Prevost.
El crucial paso del Papa por Perú
Prevost, de 69 años, llegó a Perú como misionero, donde dio sus primeros pasos que le han llevado a lo más alto de la Iglesia Católica. Pasó allí una gran parte de su carrera, que lo ha forjado como líder. Se convirtió en obispo de Perú y a pesar de ser estadounidense, se hizo con la nacionalidad peruana en 2015, un gesto más de lo ligado que está a este país suramericano.
Según ha contado Artículo14, Prevost, nacido en Chicago en 1955, tras su ordenación sacerdotal en 1982, se unió a la misión agustiniana en Perú en 1985 y fue canciller de la Prelatura Territorial de Chulucanas de 1985 a 1986.

Al año siguiente, fue elegido director de vocaciones y director de las misiones de la provincia agustiniana de ‘Mother of Good Counsel’ de Illinois y en 1988 fue enviado a la misión de Trujillo, también en Perú, como director del proyecto de formación conjunta de aspirantes agustinos en los Vicariatos de Chulucanas (la ciudad de la pequeña Mildred), Iquitos y Apurímac. Allí sirvió como prior de la comunidad (1988-1992), director de formación (1988-1998) y maestro de profesos (1992-1998). En la archidiócesis de Trujillo fue vicario judicial (1989-1998), y profesor de derecho canónico en el Seminario Mayor “San Carlos y San Marcelo”.