Misa 'Pro eligiendo Pontifice'

Los cardenales, ante el cónclave: llamada a la unidad y a “abandonar consideraciones personales”

En la misa previa al cónclave, el cardenal Giovanni Battista Re instó a los purpurados a dejar de lado intereses personales y buscar “solo el bien de la Iglesia”

En una Basílica de San Pedro colmada de silencio y expectación, los cardenales del mundo entero participaron esta mañana en la solemne misa Pro eligendo Pontifice, el último acto litúrgico antes de que se inicie el cónclave que elegirá al nuevo Papa. El celebrante principal, el cardenal Giovanni Battista Re, decano del Colegio Cardenalicio, presidió la liturgia con una homilía centrada en tres grandes ejes: la oración como actitud fundamental, el amor cristiano como criterio de elección, y la unidad de la Iglesia como misión del Sucesor de Pedro.

Desde el altar de la Confesión y bajo la mirada de la Virgen María, “colocada al lado del altar”, Re invitó a los cardenales a reproducir el espíritu del Cenáculo, donde los discípulos esperaban el don del Espíritu: “Es precisamente lo que también nosotros estamos haciendo a pocas horas del inicio del cónclave, bajo la mirada de la Virgen colocada al lado del altar, en esta Basílica que se eleva sobre la tumba del apóstol Pedro”.

En una homilía breve pero densa, el cardenal italiano subrayó que toda la Iglesia acompaña este momento “con su sentido de fe, su amor al Papa y su confiada esperanza”, e instó a los electores a asumir con humildad el “acto de máxima responsabilidad humana y eclesial”.

El cardenal Giovanni Battista Re ha oficiado la misa 'Pro eligiendo Pontifice' en la basílica de San Pedro
El cardenal Giovanni Battista Re ha oficiado la misa ‘Pro eligiendo Pontifice’ en la basílica de San Pedro
EFE

“La única actitud justa y necesaria”

El eje de la predicación fue claro: discernir la elección del nuevo Papa sólo puede hacerse desde la oración y la apertura al Espíritu Santo. “Rezar, invocando al Espíritu Santo, es la única actitud justa y necesaria, mientras los cardenales electores se preparan a un acto de máxima responsabilidad humana y eclesial, y a una decisión de gran importancia”, afirmó Re, con tono solemne.

Este discernimiento, añadió, requiere una actitud de desapego y servicio: “Un acto humano por el cual se debe abandonar cualquier consideración personal, y tener en la mente y en el corazón sólo al Dios de Jesucristo y el bien de la Iglesia y de la humanidad”.

Frente a un mundo “caracterizado por un gran progreso tecnológico, pero que tiende a olvidarse de Dios”, el nuevo Papa deberá ser capaz de reavivar las fuerzas morales y espirituales de la sociedad, añadió el cardenal. Por eso, exhortó a pedir “al Espíritu Santo, que en los últimos cien años nos ha dado una serie de Pontífices verdaderamente santos y grandes”, que “nos regale un nuevo Papa según el corazón de Dios para el bien de la Iglesia y de la humanidad”.

Una Iglesia como “casa y escuela de comunión”

Más allá del momento electoral, Re quiso también recordar cuál es la misión permanente del Sucesor de Pedro: custodiar la unidad. “Entre las tareas de todo sucesor de Pedro está la de acrecentar la comunión: comunión de todos los cristianos con Cristo; comunión de los obispos con el Papa; comunión entre los obispos”, explicó.

Esta comunión, dijo, no es un ideal abstracto ni un concepto administrativo, sino una expresión concreta del amor cristiano: “No una comunión autorreferencial, sino dirigida totalmente a la comunión entre las personas, los pueblos y las culturas, velando para que la Iglesia sea siempre ‘casa y escuela de comunión’”.

En este punto, Re retomó una imagen poderosa del papa san Juan Pablo II contenida en el “Tríptico Romano”: la del Juicio Final de Miguel Ángel, que domina la Capilla Sixtina, lugar donde se celebrará el cónclave. “El Papa Juan Pablo II expresaba el deseo de que, en las horas de la gran decisión mediante el voto, la majestuosa imagen de Miguel Ángel que representa a Jesús Juez recordase a cada uno la grandeza de la responsabilidad de poner las ‘soberanas llaves’ en las manos adecuadas”.

Un cardenal se ajusta la mitra.
EFE/MICHAEL KAPPELER

El mandamiento del amor

En la segunda parte de su homilía, el cardenal decano recordó que el criterio último de todo ministerio eclesial es el amor. A partir del Evangelio de Juan proclamado durante la misa, recordó: “‘Este es mi mandamiento: Amaos los unos a los otros, como yo los he amado’ (Jn 15,12). Y para precisar ese ‘como yo los he amado’ e indicar hasta dónde debe llegar nuestro amor, Jesús afirma a continuación: ‘No hay amor más grande que dar la vida por los amigos’ (Jn 15,13)”.

Según Re, ese mandamiento es “nuevo porque transforma en positivo y amplía en gran medida la exhortación del Antiguo Testamento, que decía: ‘No hagas a los demás lo que no quisieras que te hagan a ti’”. Frente a cualquier tentación de cálculo o estrategia, el Evangelio llama a un amor sin condiciones: “El amor que Jesús revela no conoce límites y debe caracterizar los pensamientos y la acción de todos sus discípulos”.

Ese amor —añadió— es la base de una verdadera renovación de la sociedad y de la Iglesia: “El amor es la única fuerza capaz de cambiar el mundo”. En ese sentido, evocó la expresión del papa san Pablo VI sobre una “civilización del amor” como horizonte del testimonio cristiano. Por eso ha evocado el gesto que tanto apreciaba el Papa Francisco, el lavado de pies a los apóstoles. “Jesús nos ha dado ejemplo de este amor al comienzo de la Última Cena con un gesto sorprendente: se abajó al servicio de los demás, lavando los pies a los Apóstoles, sin discriminaciones, sin excluir a Judas, que lo iba a traicionar”.

La elección del Papa, continuidad de Pedro

Por último, Re recordó el profundo sentido espiritual del cónclave: “La elección del nuevo Papa no es una simple sucesión de personas, sino que es siempre el apóstol Pedro que regresa”. Cada pontífice representa a Cristo, actúa como su vicario en la tierra, y tiene como fundamento la promesa de Jesús: “‘Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia’ (cf. Mt 16,18)”.

Los cardenales, concluyó, deberán dar su voto “ante el cual cada uno deberá presentarse un día para ser juzgado”, en palabras de la Constitución apostólica Universi dominici gregis.

Antes de terminar, encomendó a la intercesión de la Virgen María, “Madre de la Iglesia”, la elección que marcará una nueva etapa para los católicos de todo el mundo: “Que la Bienaventurada Virgen María, Madre de la Iglesia, intervenga con su intercesión maternal, para que el Espíritu Santo ilumine las mentes de los cardenales electores y los haga concordes en la elección del Papa que necesita nuestro tiempo”.

A las 15:45 de esta tarde los 133 cardenales deben estar ante las puertas de la Capilla Sixtina para entrar en procesión a las 16:30 y comenzar a votar. Después de extra omnes se cerrarán las puertas y no podrán volver a salir hasta que veamos la esperada fumata blanca.

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