El aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas se ha convertido en un lugar de residencia para al rededor de 500 personas sin hogar. Mientras las administraciones se reparten responsabilidades, los trabajadores del aeropuerto denuncian una situación insostenible y las personas sin techo un abandono institucional y un creciente estigma mediático.
Artículo14 ha podido hablar con mujeres sin techo que viven actualmente en el aeropuerto. Noelia, española, diplomada en Turismo, lleva años alternando entre un hostal y Barajas tras perder su vivienda. La acompaña una mujer peruana, que llegó a España hace cinco meses y desde hace cuatro duerme dentro de la Terminal T4 de Madrid.
“Nos vamos cuidando entre nosotras”
“Nos vamos cuidando entre nosotras”, explica Noelia. Se agrupan también con un hombre rumano -pareja de la peruana- que reside en España desde hace 25 años, y que no puede trabajar ni alquilar una vivienda porque ya no tiene papeles. Comparten lo que consiguen y se turnan para vigilar sus pertenencias.
Sobre la seguridad, aseguran que no han visto casos de violencia sexual ni se sienten amenazadas. “Esas cosas son muy graves. Nosotras no hemos visto problemas con las mujeres. Casi todos están en pareja o en grupos. Dentro de lo que cabe, Es peligroso, pero, dentro de lo que cabe, así no nos sentimos tan inseguras”, dicen.

“Ni pasan por nuestro lado, están en la entrada fumando”
Según sus estimaciones “es imposible que haya tantas personas aquí, están exagerando“. Hacen cálculos entre los tres y no creen que en su plata haya más de 80 personas viviendo habitualmente.
Denuncian que ya no reciben ayuda de los voluntarios que antes les llevaban comida: “Ya no les dejan. Supongo que porque quieren que nos vayamos”. Tampoco reciben asistencia institucional: “La Cruz Roja no me ayuda en nada y la trabajadora social menos”, denuncia Noelia que dice llevar años tratando de acceder a una vivienda social. También resaltan la falta de profesionalidad de quien se supone que viene a ayudarlos: “Los del Sámur vienen de noche y ni pasan por nuestro lado, están en la entrada fumando”.
De los medios están hartas, les graban sin su consentimiento y sienten que vulneran su dignidad: “Esta mañana ni siquiera nos ha despertado la policía. Nos ha despertado uno con un foco”, relata Noelia; “Solo vienen con los focos y la camarita. Nadie viene a ayudar”, concluye.
“No es nuestra culpa”
Si admiten ver a personas con problemas de salud mental, pero que, según ellas, no son gente que suelan estar generando problemas “ellos lo reconocen, te avisan de que tienen problemas”. Sobre los altercados que se producen entre los sin techo, ellas niegan que sean la norma, y afirman que recientemente están teniendo más problemas con quienes vienen a grabarlos que entre ellos.
La higiene es otra cuestión que genera estigma, pero ellas dan su versión: “Tratamos de ser aseadas, aunque la mayoría no lo es”, admite Noelia. “Pero los baños están hechos un asco porque pasa muchísima gente y ni tiran de la cadena. No es culpa nuestra”. En cuanto a la prostitución, consumo de drogas, y demás actividades que presuntamente se ejercen en los baños de la terminal dicen no saber nada: “Ya te he dicho que aquí hay muchas parejas, algunos irán a los baños y harán sus cosas, pero eso no es prostitución“.

“Son todo bulos”
En relación con las plagas, ellas niegan rotundamente que haya chinches, cucarachas u otras infestaciones. “No hay chinches ni bichos. Son todo bulos. No les interesa que estemos aquí”, afirma tajante la mujer peruana. Noelia cuenta su experiencia con las chinches, y dice que en Barajas nunca las ha cogido ni ha visto nada parecido. Ambas consideran que se está usando la alarma sanitaria como excusa para expulsarlos. “Es que parece que la plaga somos nosotros”, lamenta Noelia.
Ni salir ni entrar
A Noelia no la dejan ni salir ni entrar de Barajas. Ella no tiene tarjeta de transporte, asique de manera legal no puede coger el metro para irse, y de coche ni hablar: “A veces me la deja (la tarjeta de transporte) una compañera o me cuelo, pero me arriesgo a que me multen”, cuenta. La otra opción es quedarse en el aeropuerto, pero ahora AENA está tomando la medida de restringirles el acceso por la noche, aunque a ellas eso no las asusta: “No van a hacer eso, no pueden”.