José Manuel Expósito arrolló a su pareja, Verónica, con el coche el pasado martes por la noche en La Codosera (Badajoz). La mujer de 46 años murió a causa de las heridas. En un primer momento, se investigó como un caso de violencia de género, pero tanto el alcalde del municipio, Juan Manuel Gómez, como el delegado del Gobierno en Extremadura, José Luis Quintana, aseguraron que no se trataba de violencia machista, si no de una disputa familiar. Gómez llegó a calificar el suceso como un “accidente“.
A quien Expósito quería atropellar, según las fuentes oficiales, y de hecho lo intentó, fue al hermano de Verónica tras una pelea por una herencia familiar.

A la espera de que la investigación policial determine el carácter del crimen, el feminicidio de Verónica ilustra cómo un vehículo puede convertirse en un arma homicida.
El poder del conductor
Los maltratadores buscan siempre el control y la dominación de sus víctimas y, dentro de un coche, el conductor tiene la vida de los pasajeros en sus manos. Ellos lo saben y hacen uso de ese poder.
Artículo14 ha entrevistado a decenas y decenas de mujeres víctimas de violencia que han narrado el maltrato que han sufrido a lo largo de sus relaciones. Un llamativo y alto número de ellas ha manifestado que los agresores utilizan los trayectos en coche para ejercer violencia.
Lo sabe bien Ana Bella, presidenta de la Fundación que lleva su nombre. “Justo ayer estaba hablando con una mujer que acaba de denunciar y me contaba que su maltratador ponía el coche a 200km por hora para aterrorizarla”, cuenta.
“Mi exmarido puso una vez el coche a 320 km por hora”
Bella sabe que es un violencia de lo más habitual y lo ha experimentado también en sus carnes. “Mi exmarido puso una vez el coche a 320 km por hora, lo máximo que se puede. Yo estaba acongojada, muerta de miedo. Pensaba ‘con una simple piedra nos matamos los dos'”.

En el caso de Ana Bella ese maltrato no se ciñó solo a cuando iba de copiloto en el coche, también ejerció violencia mientras le enseñaba a conducir. “Él me daba las clases, por la noche, cuando no había nadie en las carreteras en Marbella, porque no quería que estuviera sentada en otro coche con otro hombre, -en aquella época todos los profesores eran hombres-. Entonces me exigía que pusiese el coche a 140, 200 km por hora cuando yo no tenía ni idea de conducir apenas, estaba aterrorizada. Temblaba, lloraba, me daba puñetazos, un horror”.
Esa sensación de pánico es la que buscan los maltratadores cuando aprovechan los viajes en coche para maltratar a sus víctimas, pudiendo llegar a provocar accidentes graves e incluso asesinatos.
Cruzar datos de la DGT con denuncias por violencia de género
Antonio Gancedo, pediatra social y experto en violencia machista, cree que este tipo de violencia está invisibilizada. “La violencia vial es un elemento más en el tema de la violencia de género y hay que hacerle caso”.
Cree que las conductas temerarias de la conducción y la violencia de género están más unidas de lo que percibimos. “Estoy intentando que se crucen datos de la Dirección General de Tráfico (DGT) y las sentencias de violencia de género. ¿Por qué? Porque muchas madres nos lo cuentan ‘Es que conduce con los niños sin ponerles el cinturón de seguridad’ o no los llevan con los dispositivos adecuados, se van saltando las normas de circulación, se va picando con el conductor de al lado, o va insultando a la madre, o la echan el coche. Todas estas cosas ocurren y hay que prestarles atención”, insiste.
Si algo de lo que has leído te ha removido o sospechas que alguien de tu entorno puede estar en una relación de violencia puedes llamar al 016, el teléfono que atiende a las víctimas de todas las violencias machistas. Es gratuito, accesible para personas con discapacidad auditiva o de habla y atiende en 53 idiomas. No deja rastro en la factura, pero debes borrar la llamada del terminal telefónico. También puedes ponerte en contacto a través del correo o por WhatsApp en el número 600 000 016. No estás sola.