Hay datos de diversas investigaciones que nos lanzan cifras que sitúan la posibilidad de sufrir violencia de genero (aquella violencia contra la mujer de tipo físico, psicológico, sexual, económico o digital, por el solo hecho de ser mujer) sobre mujeres con enfermedad mental grave en 3 de cada 4 casos. Esta violencia suele ser perpetrada en la mayoría de los casos por familiares hombres (padres, hermanos y parejas). Más del 40% de las mujeres con enfermedad mental grave están sufriendo violencia en la pareja en la actualidad y no lo identifican como tal. En cualquier caso, una vez detectada, la posibilidad de que pongan en marcha medidas de protección disminuye drásticamente en este colectivo. Entre otras cosas, por la falta de credibilidad de la que son objeto. ¿Quién va a hacer caso de la demanda de ayuda de una mujer con enfermedad mental?. Por otra parte también me surge la pregunta…¿el trastorno mental estaba allí o ha sido causado por la propia situación de violencia?
Aunque el cuadro diagnostico que más nos suena cuando hablamos de víctimas de violencia de genero es el Trastorno de Estrés Postraumatico, hay un amplio abanico de síntomas que se puede padecer en una víctima que no son tan conocidos. Sin entrar en la posibilidad de encontrar a víctimas con vulnerabilidad a determinados trastornos (como los trastornos de personalidad) que encuentran el detonante (el incio del cuadro clínico) en la situación de violencia.
El vivir en una situación de violencia o haberla vivido en el pasado genera secuelas. No solo a nivel físico, especialmente en nuestra salud mental. Mujeres que conviven con insomnio. ansiedad crónica, adicciones, síntomas depresivos, problemas digestivos, respiratorios e incluso dolores que aparecen de forma insidiosa cuando el cuerpo grita que ya no puede más. Algunas de ellas no saben relacionar estos síntomas con lo que están viviendo o lo que vivieron.
La psicóloga que trabaja en estas situaciones, además de aquellos aspectos que se le esperan a todas las profesionales (ética, preparación adecuada…) necesitan tener “sensibilidad hacia el trauma”. Esa mirada que va más allá del relato y que es capaz de conectar con el sufrimiento, con lo que no se dice. La mayoría de las víctimas insisten en que “le faltan las palabras”. Al vivir situaciones atroces el cerebro no es capaz de procesar lo que está ocurriendo. Los recuerdos se difuminan, se esconden y aun cuando conectamos con ellos (en ocasiones por causas que no entendemos aparecen aunque lleven tiempo sin asomar), no siempre podemos expresarlos con palabras y se hace muy difícil poder pedir ayuda. Los relatos pueden ser inconexos, puede ser difícil localizarlos en el tiempo y siempre vienen envueltos en vergüenza.
Las emociones más presente en la vida de una víctima tiene que ver con la vergüenza y con la culpa. Para la cabeza es difícil entender la maldad y los actos malvados. “¿Cómo es posible que alguien pueda hacer algo así?”. Preguntas que nos mantienen en un bucle, queriendo entender para poder volver a ordenar las piezas de un puzzle que es la vida y que parece que después del trauma alguien rompió. Culpa y vergüenza porque aunque nadie merece que le agredan el discurso social sigue insistiendo en señalar la culpa. “¿Cómo es posible que una mujer de su edad con su carrera no supiera defenderse?” Escuchábamos en boca de un juez no hace mucho.
La sociedad puede funcionar como un agente de protección, ayudar a que las víctimas sientan que no están solas. Facilitarles el poder darse cuenta y acompañarlas en proceso de salida. Aunque no nos engañemos, se continua perpetuando mitos sobre este tema: “No hay tantas víctimas, es que esta de moda”, “se le da mucho bombo” o utilizar el típico “los hombres también la sufren pero no se le hace el mismo caso” argumentos que minimizan el problema y aumentan la vergüenza en la víctima. Las dinámicas de violencia se perpetúan con el silencio. El no pronunciar palabras de las víctimas pero también de la sociedad. ¿Cuántas veces has vivido tratar mal a alguien en tu presencia y has mirado para otro lado? ¿Cuántas veces has sufrido situaciones de violencia y has desculpabilizado al agresor?.
Hoy en el día mundial de Salud Mental hagamos una reflexión. Las mujeres siguen encabezando las listas de los principales cuadros clínicos. ¿Será casualidad? ¿O tendrán que ver con como siguen sufriendo violencia (fisica, psicología, estética, digital…)? Como sociedad seguimos asistiendo a ella de forma impune.
Noemí Álvarez Boyero es psicóloga experta en trauma
Si algo de lo que has leído te ha removido o sospechas que alguien de tu entorno puede estar en una relación de violencia puedes llamar al 016, el teléfono que atiende a las víctimas de todas las violencias machistas. Es gratuito, accesible para personas con discapacidad auditiva o de habla y atiende en 53 idiomas. No deja rastro en la factura, pero debes borrar la llamada del terminal telefónico. También puedes ponerte en contacto a través del correo o por WhatsApp en el número 600 000 016. No estás sola.