No es habitual y, sin embargo, en una sola semana ha ocurrido dos veces. Dos hombres han sido detenidos por ayudar a sendos asesinos machistas tras perpetrar sus crímenes. El primero de ellos mantuvo una conversación con Juan José, el asesino de Martha, la joven de 21 años apuñalada hasta la muerte el lunes pasado en Madrid delante del bebé de ambos, de apenas quince meses. El agresor dejó al pequeño junto al cuerpo sin vida de su madre durante horas.
“Es que no sé dónde tirarlo”
“Que no pase nada, espero que no. Y a ver si van a sospechar o algo. Es que no sé dónde tirarlo porque al final eso acaba en el… A ver, la máquina lo tritura“. Es lo que se escucha decir a Juan José a su interlocutor en una grabación de las cámaras de seguridad que el asesino tenía instaladas en su domicilio.

Sin esas grabaciones hubiese sido casi imposible, aseguran fuentes de la Policía Nacional a Articulo14, conocer la intencionalidad que había tras esa conversación registrada y nunca se hubiese sabido del encubrimiento de este amigo del agresor.
Ayudó a su amigo a intentar deshacerse del cuerpo de su pareja
Días más tarde, el sábado pasado, otro hombre fue detenido también por intentar cubrir a otro asesino machista. En este caso, se le acusa de haber ayudado a su amigo a intentar deshacerse del cadáver de su víctima, una mujer de 37 años, que podría llevar semanas muerta, según los investigadores.
¿Por qué una persona que tiene conocimiento de un crimen machista no avisa a las autoridades cuando su amigo les confiesa el asesinato?
“Nada nuevo”
“No es nada nuevo”, explica Miguel Lorente, médico forense y experto en violencia machista. “Hay gente que sabe que su amigo, su hermano, su hijo o su padre es un maltratador y no hace nada. Es algo evidente que está ahí, en la realidad”.
Lorente recuerda que la cultura de la violencia machista normaliza y justifica estas conductas. “Igual que cuando alguien le pega un bofetón a una mujer se piensa ‘algo habrá hecho’, cuando la asesinan también se tiende a justificar: ‘no está bien, pero ella le provocó’. Hay una carga crítica hacia la mujer, no hacia la agresión, porque el agresor es su amigo, su hermano o su hijo”.
El vínculo y el crimen
Según el exdelegado del Gobierno contra la Violencia de Género, el encubrimiento suele basarse en dos factores: el vínculo afectivo con el agresor y la gravedad del delito. “Cuanto mayor es el vínculo, más grave es el crimen que estás dispuesto a ocultar”, explica.

“Puedes proteger a una persona siempre y cuando no consideres el delito demasiado grave. Si alguien mata a un niño, lo ves como algo gravísimo. Pero si mata a su pareja, aparecen las justificaciones: ‘algo habrá hecho’, ‘se le fue la mano’, ‘lo había dejado’, ‘le había sido infiel’. Es el peso de la cultura machista: no se juzga el crimen, sino a la víctima”.
“Esa pasividad encubridora existe todos los días, aunque no la veamos”
Lorente advierte de que muchos encubrimientos nunca salen a la luz. “Cuando vemos las sentencias del Consejo General del Poder Judicial, no reflejan todos los actos, pero muchas muestran cómo el agresor llama a alguien para comunicar lo ocurrido, como si fuera un ‘crimen moral’. A veces confiesa a un familiar o a un amigo, y esa llamada nunca se comunica a la policía”.
Esa complicidad, añade, solo se investiga cuando el caso no se resuelve de inmediato. “Si el asesino llama a un amigo y poco después se entrega o lo detienen, nadie revisa a quién llamó. Pero cuando el crimen queda sin resolver y luego aparece un conocido relacionado, entonces se le busca como encubridor. Esa pasividad encubridora existe todos los días, aunque no la veamos”.
El silencio también mata
La conclusión de Lorente es tajante: “No deberíamos preguntarnos solo por qué alguien encubre un homicidio, sino por qué nadie denuncia la violencia que lo precede. Toda violencia empieza antes, y los maltratadores son protegidos por el silencio de su entorno mucho antes de matar”.
Si algo de lo que has leído te ha removido o sospechas que alguien de tu entorno puede estar en una relación de violencia puedes llamar al 016, el teléfono que atiende a las víctimas de todas las violencias machistas. Es gratuito, accesible para personas con discapacidad auditiva o de habla y atiende en 53 idiomas. No deja rastro en la factura, pero debes borrar la llamada del terminal telefónico. También puedes ponerte en contacto a través del correo o por WhatsApp en el número 600 000 016. No estás sola.

