Santi Laiglesia se sentará de nuevo ante el próximo 28 de noviembre, a punto de cumplirse los 24 años del crimen de Helena Jubany. Siempre ha sido el eterno sospechoso, pese a que en 2005 quedó exculpado, con las “puertas abiertas a cualquier investigación”, según recogió negro sobre blanco el auto de sobreseimiento. Ese futurible está ocurriendo ahora. La ciencia ha aportado pruebas que no existían hace dos décadas y Laiglesia declarará una vez más, en fase de instrucción y con visos de acabar sentándose en el banquillo de los acusados.
Mientras, aguarda en libertad siendo el principal sospechoso del asesinato de Helena. Este abogado criminalista de 57 años tenía 32 aquel 2 de diciembre de 2001 cuando Helena fue arrojada al vacío -desnuda y con quemaduras en varias partes del cuerpo- desde una azotea en Sabadell, Barcelona. Periodista y bibliotecaria de 27 años, Helena conoció por la afición común al senderismo a quienes luego serían los principales investigados por su muerte: Santiago Laiglesia, Montserrat Careta, Xavier Jiménez y Ana Isabel Echaguibel. Todos formaban parte de la Unión Excursionista de Sabadell. Los dos primeros, Santi y Montse, eran pareja; ella se suicidó meses después estando en prisión preventiva. Eran los albores del caso. En la celda, Careta dejó una nota reivindicando una inocencia. Su familia ha defendido todo este tiempo que, en realidad, fue otra víctima más de Laiglesia.

Drogada hasta el coma
A las 4:45 de la madrugada, el cuerpo aún con vida de Helena cayó a plomo sobre el suelo de la finca de Sabadell, muriendo a consecuencia del impacto. De caber alguno, el único consuelo posible para su familia sería pensar que ese instante estaba totalmente inconsciente. Aunque se desconoce cuánto llegó a sufrir durante el encierro; el rastro de la tortura quedó visible en el cuerpo que halló un vecino. Era domingo por la mañana y esa misma tarde el padre de Helena denunció su desaparición. No había acudido a un encuentro familiar y el sábado faltó a un cita con una amiga.
Sin embargo, la joven no se había movido del mismo sitio desde el viernes, el piso de su amiga Montse Careta. Estaba en el mismo bloque en el que hallaron después su cuerpo sin vida. En el registro encontraron Noctamid, un somnífero cuya principal sustancia son las benzodiacepinas. “La Sra. Jubany se encontraba en un estado de sueño profundo o coma, producido por la ingesta -presuntamente involuntaria- de diversas sustancias tóxicas, en cantidad nociva para el organismo”. Así consta en el sumario del caso al que tenido acceso Artículo14. En la autopsia comprobaron que acumulaba una dosis de somníferos, cafeína y etanol 35 veces superior a la normal.
El jersey delator
Sus asesinos habían intentado escenificar un suicidio. La ropa de Helena estaba cuidadosamente doblada en la azotea, como si la hubiera dejado ahí antes de saltar al vacío. Lo que quedó descartado desde el principio. Pero esas prendas han sido claves. En concreto, en el jersey de la víctima se hallaron muestras de ADN cruciales en el proceso. Dos femeninas y una masculina. El primero con el que se cotejaron fue Xavi Jiménez, puesto que había vuelto a ser imputado tras descubrirse que unos correos hallados en el disco duro del ordenador de Helena coincidían con su letra. Dio positivo en la pericial de caligrafía, pero su ADN resultó negativo.
El foco viró de nuevo a Laiglesia, al que en 2023 se le reclama una muestra a entregar sí o sí, voluntariamente o no. En su caso, el positivo llega a finales de 2024. Mientras que en paralelo avanzó el cotejo de la muestra femenina con las dos mujeres implicadas en el caso. Primero, se opta por contrastarla con una muestra conservada en el anatómico de Monste Careta. El juzgando entendía que de esta forma el procedimiento sería más garantista, por estar fallecida, que solicitárselo a Ana Echaguibel. “Por prudencia”, aclaraban en el auto. Hasta ahora. El negativo de Careta ha implicado la petición inmediata a Echaguibel. La petición ha llegado en el límite de la prescripción que estaba prevista para el pasado 7 de octubre. Justo dos días después, este 9 de octubre, acaba de entregarla: su muestra está ya en manos de la Policía Científica para poder ser cotejada.

Un juego macabro
Las últimas semanas en casa de los Jubany han sido un cúmulo de emociones. Sobre lo que afecta al avance del caso reconocen que “es el paso lógico que esperábamos y valoramos muy positivamente la agilidad de la jueza instructora”. En paralelo, han conseguido paralizar un musical sobre el crimen al que se oponían frontalmente, y están leyendo los relatos presentados al Premio Jubany, que celebran desde hace dieciocho ediciones y cuya fecha de entrega es el próximo 2 de diciembre, cuando se cumplirán 24 años del crimen.

Confían en que para 2026, cuando se cumple el cuarto de siglo, habrá avances significativos. A priori, el juicio. Todo apunta a que Laiglesia es un candidato seguro al banquillo. Como Jiménez, al que vinculan con los anónimos que recibió Helena semanas antes del crimen. “Helena, sorpresa. Somos ???? (Te llamaremos) A comérselo todo”. Es el contenido de una de las notas que dejaron en la puerta de su piso, junto a dos bebidas adulteradas con sedantes. “Helena, ante todo esperamos que te tomes esto con el mismo sentido del humor que nosotros. A la tercera revelaremos el misterio. Muy seguro te echarás unas risas”, decía otra. Si hubo tiempo de risas antes del asesinato, no consta. Si en realidad todo se trató de un juego macabro que se les fue de las manos y terminó con la joven drogada y precipitada por la ventana, aún está por ver.
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