Millie Bobby Brown inició su trayectoria en Stranger Things con 11 años. Su primera aparición como Eleven transformó la percepción de la industria sobre las protagonistas jóvenes. La imagen de la niña con la cabeza rapada y habilidades telequinéticas se integró en el imaginario cultural desde el estreno de la serie en 2016. Su impacto convirtió a Brown en el eje central de un fenómeno global. Con el estreno de la quinta y última temporada previsto por Netflix para el 26 de noviembre de 2025, comienza la despedida de un título que marcó el consumo audiovisual de la última década.
Millie Bobby Brown nació en España en 2004. Pasó sus primeros años entre España, Reino Unido y Estados Unidos, siguiendo los cambios profesionales y vitales de sus padres. Vivió en Bournemouth, más tarde en Orlando y finalmente en Los Ángeles, donde la familia se instaló para facilitar su acceso a las audiciones. La actriz ha explicado en entrevistas que esta etapa estuvo marcada por rechazos, aprendizaje y constancia. Antes de Stranger Things, su presencia se limitaba a apariciones breves en NCIS, Modern Family o Anatomía de Grey.
Su carrera cambió tras la audición para la serie creada por los hermanos Duffer. La producción buscaba una intérprete capaz de sostener escenas de tensión con mínimos diálogos. Los directores identificaron en Millie Bobby Brown una capacidad interpretativa poco frecuente en una actriz tan joven. El éxito posterior confirmó aquella intuición: Stranger Things se convirtió en uno de los títulos más vistos de la plataforma y situó a Brown en el centro de la conversación cultural.
La popularidad tuvo efectos inmediatos. En sus redes sociales pasó de apenas unas decenas de seguidores a cifras millonarias. Ese aumento generó oportunidades, contratos y una exposición pública continua. También introdujo tensiones en su vida cotidiana, sobre todo ligadas a la pérdida de privacidad. A lo largo de estos años, Millie Bobby Brown ha descrito el reconocimiento como un proceso que la alcanzó antes de que pudiera medir su alcance. Con el tiempo ha aprendido a gestionar la ansiedad y el escrutinio constante. En distintas entrevistas ha señalado la dificultad de crecer en un entorno donde cualquier gesto se convierte en materia de debate público.
En paralelo a la serie, Millie Bobby Brown creó en 2019 la marca de belleza Florence by Mills, orientada a un público joven con productos de uso sencillo. Su lanzamiento consolidó su presencia como empresaria y amplió su perfil profesional. En el ámbito personal, inició en 2021 una relación con Jake Bongiovi, con quien pasó por el registro en 2024. Ambos son padres de una niña. La actriz ha indicado que esta estabilidad influyó en su etapa más reciente de trabajo.
Una despedida tras una década
Sobre el cierre de Stranger Things, Millie Bobby Brown define la quinta temporada como un punto final que la obligó a mirar hacia atrás. Explica que, al saber que era su último año como Eleven, su enfoque cambió. En etapas anteriores había trabajado la dimensión emocional del personaje. En esta última entrega quiso centrarse en su faceta heroica y en la necesidad de combinar poder y vulnerabilidad.
La relación entre Eleven y Hopper, interpretado por David Harbour, se mantiene como eje de la serie desde la segunda temporada. Millie Bobby Brown destaca que el vínculo entre ambos actores facilitó la continuidad de la dinámica padre e hija. Señala, además, que el rodaje de esta última entrega se producía con la conciencia explícita de cierre, algo que introdujo una intensidad nueva en las escenas colectivas.

El equipo creativo afrontó la temporada final con la premisa de que sería la conclusión definitiva. Los guionistas buscaron equilibrar la resolución de misterios con los arcos personales. Millie Bobby Brown afirma que esta sensación de adiós impregnó el rodaje y modificó la atmósfera entre el reparto, acostumbrado desde hace años a trabajar de manera conjunta.
Con el final de Stranger Things, Millie Bobby Brown encara una nueva etapa de su carrera. Tras una década interpretando a Eleven, se orienta hacia proyectos cinematográficos, actividades empresariales y una identidad profesional que ya no se define por un único papel. La evolución que muestra desde la primera temporada hasta la última ilustra la transición de una actriz infantil a una figura consolidada del audiovisual global.
¿Qué supuso para ti regresar a esta quinta y última entrega de Stranger Things?
Obviamente no puedo hablar mucho de los decorados, porque sería un gran spoiler. Pero diría que gran parte de la serie ha sido bastante práctica en términos de producción. Nuestros decorados este año han sido una locura. Hay uno específico que me dejó en shock de que siquiera lo hubieran construido. Es simplemente increíble. Y creo que ese es el privilegio que tenemos como actores, no tener que imaginarnos absolutamente todo y poder trabajar realmente dentro de un espacio y un mundo que estamos viendo sin tener que imaginar demasiado, es una alegría. Incluso cuando trabajo en otros proyectos, siempre hago referencia a Stranger Things porque tenemos la oportunidad de trabajar con un espacio real y eso es un privilegio de verdad.

La química del elenco siempre ha sido una parte fundamental de la serie. ¿Ha cambiado con el final?
Todos somos, a nuestra manera, unos inadaptados. Y si ves o conoces a cualquiera de nosotros sabrás lo extraños que somos cada uno a nuestra manera. Eso habla muy bien del conjunto, pero también de nosotros como individuos. Cuando juntas eso, creo que es parte del ADN de nuestro show. La gente se conecta con personajes imperfectos. Y cuando estamos en el rodaje, no siento que haya una persona “perfecta”. Eso es lo emocionante, que puedes ser completamente vulnerable porque todos lo somos.
A lo largo de la serie has tenido que ser muy valiente. ¿Eso te ha inspirado también en tu vida diaria?
Siempre he sido bastante franca y valiente en mi propia forma. Como actriz, he sido intuitiva y guiada por lo que siento en el momento. Pero esta temporada me entregué más porque sabía que era la última. Cuestioné todo lo que había hecho con el personaje. Pensaba: “Esta es mi última oportunidad”. La temporada pasada intenté mostrar la humanidad de Eleven. Este año pensé: “Muy bien, ahora interpreto a una superheroína”. Y me lancé completamente a ello. Tuve que dejar la humildad en la puerta, porque estás golpeando el aire pretendiendo volar. Así que canalicé mi “oso alfa” interior.

El vínculo entre Hopper y Eleven ha sido esencial. ¿Cómo viviste volver a interpretarlo?
Cuando conocí a David nunca imaginé que terminaría siendo mi padre en la serie. Es una pareja muy inesperada. En la segunda temporada nuestras peleas y escenas emocionales construyeron la base de esa relación. Esta quinta temporada me permitió deslizarme con facilidad en el papel de hija. Eleven responde y él responde. Tienen un lenguaje común que aporta textura. Es una relación imperfecta, pero cercana. Creo que los Duffer la escribieron muy bien este año.
¿Cómo te ha cambiado esta experiencia de diez años?
Soy madre. También estoy casada. Así que mi vida ha cambiado mucho. Empecé cuando tenía 10 años. Hice todo en este rodaje: aprendí a ser profesional, a ser amiga, a ser adolescente, a marcar mi posición, a recibir indicaciones, a ser compañera. Crecer bajo la luz pública te hace pensar en tus decisiones. Esta serie ha sido mi ancla. Y también me hizo entender que puedo tener otros anclas, como mi vida personal y privada.

