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David Harbour en caída libre

El estreno de la última temporada de ‘Stranger Things’ y el lanzamiento del nuevo disco de Lily Allen, la separación de la pareja destapa un relato de engaños

David Harbour y Lily Allen
Jeff Moore - PA Images (PA Images via Getty Images)

Cuando la promoción de la quinta y última temporada de Stranger Things está a punto de comenzar, la conversación ya no gira en torno a los monstruos del “Upside Down”, sino a los que habitan en la vida real. En una entrevista con Esquire España, David Harbour hablaba de su vida sin mencionar nombres. “Cambiaría todo o no cambiaría nada”, dijo. “Incluso el dolor y los errores son parte del viaje”. Sonaba filosófico. Pero venía de un lugar evidente, su separación de Lily Allen y la supuesta demanda por ‘bullying’ de su compañera Millie Bobby Brown.

La cantante británica, que durante años encarnó la ironía del pop londinense, acaba de lanzar West End Girl, un álbum que suena como un ajuste de cuentas. No hay metáforas sutiles ni velos de discreción. Allen habla directamente de engaños, de llamadas telefónicas humillantes, de un matrimonio que empezó con glamour en Las Vegas y terminó con rabia en Brooklyn. “Hay cosas en el disco que experimenté dentro de mi matrimonio”, admitió a Vogue. “Pero eso no quiere decir que todo sea palabra sagrada”.

Lily Allen en el visualizer de “Pussy Palace”
Lily Allen

El espejismo de la pareja perfecta

En 2020, Harbour y Allen se casaron en una ceremonia oficiada por un imitador de Elvis. Era la pandemia y el mundo se caía a pedazos. Sin embargo, ellos parecían reírse de todo. “La princesa del pueblo se casó con su humilde titular de tarjeta de crédito”, escribió él en Instagram. Se mudaron a Brooklyn con las dos hijas que Allen tiene con el cantante Sam Cooper, compraron una casa que Architectural Digest describió como mezcla de El Padrino y Coco Chanel, y abrieron sus puertas a las cámaras. “La última vez que estaba soltero vivía en el Lower East Side. Ahora tengo familia, hijos, esto es tan embarazoso” escribió Harbour.

El sarcasmo de antaño, suena a profecía presente. Detrás de los grifos con forma de cisne y el frigorífico espacial se escondía un matrimonio con demasiadas grietas. Según varios informes, Harbour mantenía una relación paralela con una diseñadora de vestuario a la que conoció durante el rodaje en Atlanta. Tres años de idilio oculto. Allen lo descubrió casi por accidente, revisando las cuentas que él seguía en Instagram, hasta que dio con su perfil falso. Un avatar y una biografía que decía “hortera de armario que interpreta tipos duros en tu tele”.

Para el público, Harbour sigue siendo Hopper. El padrastro de Eleven que fumaba y sufría por amor en los 80. En su realidad era más villano que héroe. Allen, con un historial público de adicciones y recaídas, se internó en un centro de trauma tras la revelación. “No quería volver a consumir”, confesó a una amiga. Fue también el principio del fin del “papá de América” que Netflix había ayudado a construir.

Harbour fue tan valiente que se escondió. Su silencio alimentó la narrativa de ella. Su disco ‘West End Girl’ suena a desahogo personal. Catorce canciones compuestas en diez días. Letras que hablan de dobles vidas, de juguetes sexuales escondidos en apartamentos de Atlanta, de llamadas donde él pide “abrir la relación”. Allen acepta, dice, por amor, aunque sabe que la grieta hunde la casa. En una canción dirigida a “Madeline”, nombre que los fans asocian con la diseñadora de vestuario Natalie Tippett, le pregunta si alguna vez usó su cama. “No estoy enojada”, dijo a Interview Magazine. “No es cruel.” Pero el efecto es devastador. Escucharlo es asistir a una demolición controlada de la casa matrimonial porque en cada verso derrumba un pilar del relato de Harbour.

El eco de Allen en Millie Bobby Brown

A la tormenta personal se suma otra profesional. Según Vanity Fair, Millie Bobby Brown, su compañera en ‘Stranger Things’, presentó una denuncia interna por acoso y maltrato antes del rodaje de la última temporada. No hay acusaciones de índole sexual, pero el informe menciona “páginas y páginas de quejas”. Netflix no ha comentado el caso. Millie filmó la 5 y última temporada, acompañada de un representante personal, algo inusual para una producción de tantos años.

Millie Bobby Brown y David Harbour durante una de las presentaciones de la serie (Netflix)

El detalle es importante porque amplifica el patrón de conducta de un actor que ha construido su imagen sobre la empatía. Con su amante en el rodaje, su compañera con guardaespaldas y su mujer en un centro de trauma, David Harbour aparece como el depredador del que tanto se ha quejado el #MeToo.

La historia con Allen surgió en 2019, en plena pandemia, a través de la aplicación de citas para famosos Raya. Ella lo describió como “el hombre más alto y más bajo que he conocido”, una frase que ahora suena literal y metafórica. Harbour venía de otra ruptura y se convirtió en padrastro de dos adolescentes británicas. Cocinaba para ellas, posaba en fiestas familiares, hablaba de feminismo. Todo parecía demasiado idílico. Cuando Allen consiguió un papel en el West End londinense, él le envió flores con una nota: “Estas son flores de mala suerte, porque si te va bien y te dan premios, yo seré miserable”. Poco después, él la llamó para anunciarle que necesitaba “acostarse con otras mujeres” mientras ella trabajaba fuera de Nueva York. “Tengo muchas necesidades”, le dijo. Allen accedió, creyendo que así salvaría el matrimonio. Lo único que consiguió fue material para sus temas.

Dos días después de su separación, Harbour fue fotografiado en India con una joven de 26 años visitando templos. “Retiro espiritual”, tituló algún tabloide. Allen, para Harbour, ha compuesto canciones sobre la diferencia entre el deseo y la devoción. “Quería arreglarlo”, canta. “Pero él no quería ser arreglado.” En los créditos del álbum, dedica el trabajo “a mis hijas y a mi salud mental.

Mientras tanto, Harbour ni desmiente, ni se disculpa. Netflix, que prepara el lanzamiento global de ‘Stranger Things 5’, cuenta con su presencia en la promoción, igual que la de Millie Bobby Brown, aunque puede que eso cambie. Allen, por su parte, celebra el éxito de su disco. Ocho millones de reproducciones en Spotify en tres semanas. Gwyneth Paltrow lo llamó “una obra maestra”.

“Olviden a Millie Brown,” escribió un usuario en Twitter. “Lo importante es lo que Harbour le hizo a Lily.” No es una invitación al linchamiento, sino una observación de que en Hollywood, los hombres suelen salir ilesos. Afortunadamente, Allen ha invertido esa ecuación con su album. ‘West End Girl’ termina con una melodía casi susurrada: “Pensé que podía salvarte, pero tuve que salvarme a mí misma”. Y en esa línea, más que en cualquier entrevista o rumor, está la verdad del divorcio.

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