Bajo el abanico del festival internacional de fotografía PHotoESPAÑA, la Fundación Loewe ha presentado este miércoles la exposición Dora Maar: Fotografía y dibujos en el Museo Lázaro Galdiano de Madrid. La muestra, dividida en dos salas, incluye tanto escenas urbanas de Barcelona de marcado carácter social como retratos de amigos y un archivo inédito de dibujos.
Dora Maar (1097-1997) nació en París en el seno de una familia croata-francesa, aunque pasó parte de su juventud en Buenos Aires. Se labró una carrera como fotógrafa profesional en los años veinte y antes de conocer a Pablo Picasso en 1935, su nombre ya era reconocido en la vanguardia europea, compartiendo amistad con personalidades como André Breton, Jacqueline Lamba, el dramaturgo Juan Cocteau o la actriz Madia Sibirskaïa.

La Dora anterior a Picasso
Esta exposición muestra a la Dora Maar anterior a Picasso y ajena a la fotografía surrealista, de la cual solo aparece una pincelada. Se centra en su faceta más desconocida, que incluye su trabajo como reportera y una serie de dibujos inéditos que llegan por primera vez a España.
En la primera sala nos encontramos una obra de impresión moderna: el reportaje fotográfico que realizó en 1933 en Barcelona. En este, retrata a la sociedad empobrecida de las ramblas, poniendo el foco en aquellos que vivían al margen como músicos callejeros ciegos, mendigos, prostitutas, ancianos, jornaleros y pescadores. Aunque no militó en ningún partido político, esta parte de su obra representa su fuerte vena activista, pues tenía una gran inquietud por la justicia social y la igualdad. De hecho, en algunas de sus pinturas se aprecia la influencia del artista del Siglo de Oro Zurbarán, con quien Maar comparte una inquietud por los temas sociales, al igual que con el resto de artistas que formarían parte del barroco español, que se caracteriza por retratar a los colectivos menos favorecidos.

La segunda sala –o como a María Millán, la comisaria de la exposición, le gusta llamarla: “the chapel”– contiene algunas de las obras inéditas de la artista que han llegado por primera vez a España. Incluye retratos de estilo surrealista de algunas amistades como Jean Cocteau, Nadia Sibirskaïa y Pablo Picasso.
En la misma sala hay una serie de fotografías del proceso creativo del Guernica: en lugar de pedírselo a Brassay o a Cartier Bresson, Picasso le pidió documentar la creación a Dora Maar, quien tuvo especial preferencia hacia este cuadro, pues no era ajena a lo que estaba sucediendo durante la Guerra Civil. De hecho, tenía una posición muy marcada en contra de los totalitarismos que asolaban Europa en aquel momento, como muchos otros artistas cuyo deseo de libertad se manifestaba en la sensibilidad de su creación artística.
Al igual que retrató el proceso de creación del Guernica, entre las fotografías vinculadas a Picasso también aparece un retrato de Jauma Sabartés, quien pidió al pintor que le ilustrase como si fuera un caballero al estilo de los monarcas españoles como Felipe II.

Sus dibujos, su pasión
Pasando a los trazos y pinturas, llegamos a lo que María Millán considera “la joya de la exposición”: una serie de dibujos espontáneos que Dora plasmaba en libretas, agendas de viaje, folios sueltos o libros de contabilidad. Con diferente tratamiento de la línea, reflejan el estado anímico, la sensibilidad y la percepción del mundo de la artista.
En esta etapa pictórica, a medida que iba pintando, iba recopilando fotografías que había realizado en otros momentos experimentando también con el collage y los fotomontajes. Los rasgos abstractos y cubistas reflejan cómo Maar estaba en continua búsqueda de nuevas técnicas y formas de expresión.
Entre estos dibujos, destaca un autorretrato surrealista donde aparece ella con el pecho cortado como Santa Águeda, cuya influencia es representativa del mundo del misticismo que tenía interiorizado. Situado al lado y en contrapunto a este autorretrato, hay un dibujo “childlike”, fresco e inocente, que consiste en un pequeño barco de papel. Este contraste permite ver las distintas facetas de Dora Maar, que impiden encasillarla o reducirla a un estilo o temática concretos.

Estas pinturas representan su vida tras su relación con Picasso, pues tras ser la primera mujer en abandonar a este artista, continuó experimentando y desarrollando su faceta como pintora. En esta muestra descubrimos una obra poco conocida que ha empezado a ser reconocida a principios del siglo XXI y que aclara que, “si hablamos de Picasso, en este caso debe ser desde el punto de vista de Dora y no al revés”, apostilla María Millán.
En definitiva, la exposición es un diálogo entre las diferentes inquietudes de Maar: sociales, místicas, amorosas, imaginativas… Esta nueva exposición contribuye a una reevaluación de las aportaciones e importancia de Dora Maar reconociéndola no solo como fotógrafa, artista surrealista o musa, sino como una mujer cuya singular visión artística está llena de una sensibilidad que difícilmente escapa al espectador.