Más de 30 metros

Madrid tendrá el Cristo más grande del mundo: “La función del arte es crear comunión”

Artículo14 ha hablado con Javier Viver, el escultor que está detrás del Sagrado Corazón de 37 metros de altura, que busca convertirse en un icono espiritual y de caridad en el corazón de Europa

En una época marcada por el vértigo del presente y la fragmentación del sentido, el arte sacro contemporáneo emerge como un bien necesario que recuerda lo esencial. Entre las voces que recuperan ese aliento está la del escultor e imaginero Javier Viver, artista español conocido por su obra a medio camino entre lo místico y lo material, entre el documento y la revelación. Su lenguaje —que mezcla precisión técnica, mirada humanista y un profundo conocimiento de la iconografía cristiana— ha encontrado en su próximo proyecto una expresión total: un Sagrado Corazón de Jesús de 37 metros de altura que se alzará en un valle de Boadilla del Monte, en Madrid. El más grande del mundo.

No será una figura contemplada desde lejos, como un decorado de fe congelada en piedra, sino una experiencia sensorial que te acoge, te toca, te invita a entrar en su pecho y a detenerte, como San Juan, a escuchar el latido. Javier Viver ha concebido este monumento como un corazón abierto al siglo XXI, un lugar de encuentro y de consuelo, donde la tradición se encarna en una forma radicalmente nueva. No habrá pedestal ni montaña, sino un Cristo cortado en el torso, con los brazos abiertos sobre la llanura. Su diseño responde a la necesidad de espacio, pero también a un símbolo antiguo: el busto como forma de eternidad y rostro de humanidad.

El escultor e imaginero Javier Viver
El escultor e imaginero Javier Viver, director del Observatorio de lo Invisible
Lupe de la Vallina

En su interior, luz, sonido, tacto y aroma. El arte sacro vuelve así a su función original: ser puente entre lo visible y lo invisible, canal para el misterio. La obra busca ser no solo la representación más monumental del Corazón de Jesús en la historia del arte, sino también una promesa de concordia en tiempos de polarización. Como en las grandes catedrales del pasado, Javier Viver confía en que este gesto magnánimo, nacido del arte, pueda generar a su alrededor una cascada de obras de misericordia. “El corazón que toca a una persona —dice el artista— puede tocar a muchas más”.

Artículo14 ha hablado con Javier Viver, el escultor que está detrás de este Cristo que busca convertirse en un icono espiritual y de caridad en el corazón de Europa.

¿Cómo surgió este proyecto?

El proyecto surge porque hay una asociación en Boadilla que lanzó una convocatoria de firmas para hacer un monumento. En muy pocas semanas consiguieron 3.000 firmas, las presentaron al Ayuntamiento y salió sin la oposición de ningún grupo parlamentario. Precisamente estaba buscando hacer un proyecto para el siglo XXI, que fuese un poco distinto. Será un Sagrado Corazón en el que vas a poder tener una experiencia inmersiva en el interior del monumento a través de los sentidos: la luz, el sonido, el tacto, incluso el olor… una serie de experiencias en torno al Corazón de Jesús. 

¿Qué es un Sagrado Corazón, para quienes no lo sepan?

Hay toda una tradición iconográfica en torno al Sagrado Corazón que muestra a Jesús con un corazón en el pecho y que te habla de ese misterio que es lo más divino: se encarna en un corazón humano y habla del amor de Jesús a toda la humanidad, sin distinción… un amor incondicional. De esta manera, nos pareció un proyecto maravilloso para ofrecer en el siglo XXI, donde a veces todo se utiliza como arma arrojadiza entre unos y otros. Por eso esperamos que sirva para congregar, unir y que sea un símbolo de concordia

¿Por qué un Sagrado Corazón y no un Cristo Rey o Resucitado? 

Esto parte del encargo que recibo yo por parte de la Asociación de Devotos del Corazón de Jesús. Ellos quieren construir un Corazón porque es su devoción y es lo que les mueve. Al recibir el encargo me planteé sobre ese modelo la iconografía tradicional del Corazón. Va a ser una escultura de torso y se va a poder caminar por dentro. La experiencia del corazón, que tiene las proporciones anatómicas de todo ese cuerpo, busca precisamente que se produzca un contacto de corazón a corazón.

Todo eso parte además de una idea muy bonita, y es que toda la escuela de los que están en el corazón de Jesús tiene un contacto físico sensorial con el corazón: la Virgen María, que lo tuvo en su vientre; San Juan, que recostó la cabeza en su pecho y escuchó el latido; Santo Tomás, que metió el dedo en la llaga y notó el pulso del corazón, y así hasta nuestros días… Por eso quise reproducirlo sensorialmente, que es lo que podemos hacer los artistas, a través de los colores, de las luces, de las formas, de los volúmenes, y generar una experiencia que conecte con ese corazón. Luego lo que cada uno viva ahí en el interior será muy personal.

¿Es necesario construir e invertir en una obra tan monumental?

Desde mi punto de vista todo suma; o sea, el objetivo final de este monumento es espiritual: producir una especie de movimiento de misericordia, de tal forma que ese corazón vaya tocando a las personas y las personas a su vez a otras personas y se produzca una especie de cascada. Mi experiencia es que todo lo que son obras de arte, como se puede ver en la historia de la humanidad a través de obras magnánimas como catedrales, daban lugar a hospitales de beneficencia o escuelas catedralicias que luego se convirtieron en las universidades. Todo eso se generó porque había gente magnánima.

A mí me parece que este monumento es lo que producirá. De hecho, una parte muy importante del dinero se destinará a obras de misericordia y así generar un movimiento de ayuda especialmente a los más necesitados. Si no haces nada, desde luego que no surgen obras de misericordia, pero si haces cosas eso produce una cascada.

El Sagrado Corazón de Jesús que Javier Viver construye en Boadilla del Monte, en Madrid
El Sagrado Corazón de Jesús que Javier Viver construye en Boadilla del Monte, en Madrid

¿Cómo se construye un Cristo de 37 metros? 

Hemos tenido que hacer una investigación para saber cómo construirlo, y lógicamente esto lo tiene que hacer una constructora. Vamos a hacer una especie de cilindro de hormigón  que corresponde a la parte del torso y la cabeza. Todo es hormigón armado y se hace con un encofrado con el sistema tradicional. Se ponen primero unas bandejas y luego se rellena el interior. En el estudio trabajamos con impresiones 3D e iremos fabricando esas bandejas en negativo para que luego puedan al echarse el cemento dentro y así se quede el positivo. Nosotros entregamos las bandejas a la constructora  y la constructora lo hace con el sistema habitual que tiene. Conlleva mucha complejidad porque lógicamente no es lo mismo hacer un muro que parezca que es de madera que hacer un rostro con todas sus expresiones.

El reto estructural está en los dos brazos que se abren a la humanidad. Para ello, aplicaremos una estructura muy ligera que casi no pesa y que estructuralmente a través de fibra de carbón o de vidrio (los técnicos siguen investigando) pudiera tener mucha flexibilidad y ser estructuralmente autosuficiente. En eso está trabajando también un equipo de arquitectos y de ingenieros, aunque de momento solo se han hecho las estimaciones.

¿Te has inspirado en alguna otra obra para diseñar este Sagrado Corazón?

Pues sí, detrás hay toda una tradición realista en la que yo me incorporo especialmente en la España de Cristos. Está el Cristo de Velázquez, está el Cristo de Zurbarán… Hay autores a los que me veo muy ligado, que plantean el arte  casi como una manifestación de verdades muy puras, utilizando un aspecto casi documental de mostrarte la realidad tal cual es. Yo me he incorporado a esta tradición que llega hasta nuestros días. El propio Antonio López, que somos muy amigos, es para mí una referencia

Javier Viver, durante la presentación a la prensa del Sagrado Corazón de Jesús
Javier Viver, durante la presentación a la prensa del Sagrado Corazón de Jesús

¿Por qué es un Cristo de cintura hacia arriba y no de cuerpo entero? 

Aquí teníamos un hándicap, que es que esto no se sitúa sobre un pedestal o en lo alto de una montaña… sino en un valle, con lo cual nosotros teníamos que subir hacia arriba y tenían que aparecer los brazos por encima de las cordilleras de protección acústica. Para eso necesitábamos mucha altura. Además, queríamos que la gente entrara y la única forma de lograrlo es generar un volumen muy grande. Eso quiere decir que necesitamos toda esa caja de resonancia, que es su torso, para hacer una especie de espacio diáfano. Eso no se podía hacer con una figura desde la cabeza hasta los pies, pues el volumen es muchísimo más inferior, lo que nos ha obligado a cortarlo por la mitad y hacer algo que son formas clásicas, igual que un torso, un busto o simplemente una cabeza. En este caso es un torso como forma escultórica.

¿Por qué lo has diseñado de tal forma que se pueda entrar dentro? 

Principalmente porque yo quería que esto no se viera desde lejos como una valla publicitaria, algo que ves ahí y dices “qué bonito, pero tampoco me afecta mucho”. Quería que la relación fuera de corazón a corazón y por eso quería meterles dentro, ponerles delante del corazón y que uno haga lo que le dé la gana, abrazarlo o ponerse de rodillas, lo que cada uno quiera. 

¿A quién va dirigido este monumento? 

A toda persona de buena voluntad. Lo que hemos querido generar es un monumento que estéticamente y artísticamente sea un placer, un momento de contemplación y que pueda disfrutar cualquiera desde el punto de vista estético con unas notas distintas al resto de los Sagrados Corazones. A mí me recuerda mucho a ese cuadro de Goya en el que aparece el coloso detrás de unas colinas. Eso va a ser un poco la imagen que vamos a ver. Cualquiera puede entrar y disfrutar, simplemente, igual que vamos al Museo del Prado y nos da igual que sean obras religiosas; nos interesan por la potencia que tienen como arte.

¿Crees que corre riesgo de convertirse en un reclamo turístico en lugar de un sitio de conversión?

No creo que esté reñido y de hecho puede funcionar en las dos esferas. Hay un turismo artístico, cultural, que está muy relacionado con lo espiritual y con la religión y de hecho nunca se ha disociado; para nosotros es algo como muy natural. Son distintos planos y habrá mucha gente que confluya en ellos y tenga una experiencia estética muy potente, pero también la espiritual y la religiosa.

¿Cuál es el papel del arte sacro contemporáneo?

A mí me parece que cada momento histórico tiene su propio lenguaje y habla de las grandes incógnitas del ser humano. El arte sacro siempre se ha planteado los grandes enigmas, eso que conocemos como el misterio, lo que es invisible y nos permite adentrarnos… el arte contemporáneo sacro tiene la misma misión. Para el hombre de hoy en día, para el hombre del siglo XXI, tiene que ofrecer esos ámbitos en los que uno tenga respuestas a las grandes preguntas. ¿Por qué estoy aquí? ¿Qué hay después de la vida? ¿Por qué tengo ese anhelo de felicidad, de belleza, de justicia? Todo eso forma parte del ámbito del arte y muy especialmente del arte sacro que se plantea en esas últimas preguntas.

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