El próximo 9 de octubre, la Academia Sueca anunciará en Estocolmo el nombre del ganador o ganadora del Premio Nobel de Literatura 2025, el más prestigioso reconocimiento literario del mundo. Aunque las apuestas suelen estar dominadas por autores veteranos del ámbito europeo, este año las miradas se dirigen con fuerza hacia las escritoras, en un panorama donde la creación femenina y las voces del sur global han ganado terreno.
En las últimas ediciones, el Nobel ha reconocido a autoras que desafían las convenciones formales y temáticas. La surcoreana Han Kang, galardonada en 2024, marcó un hito al convertirse en la primera escritora de su país en obtener el premio. Su narrativa, centrada en el cuerpo, la memoria y la resistencia ante la violencia estructural, simboliza la renovación del lenguaje literario desde una sensibilidad radicalmente contemporánea.

Han Kang debutó en 1993 publicando poemas en la revista Literatura y Sociedad, y su trayectoria consolidó una voz poética y filosófica que desafía los límites de la novela. Uno de sus títulos más conocidos, La vegetariana (Premio Man Booker International, 2016), se representará en el Teatro María Guerrero de Madrid del 9 al 12 de octubre, bajo la dirección de Daria Deflorian y Francisca Marciano. La historia de Yeong-hye, una mujer que decide dejar de comer carne tras una serie de pesadillas, se convierte en un acto de resistencia simbólica contra el patriarcado y la violencia cotidiana, una metáfora del cuerpo femenino como espacio político.
Con su legado reciente, Han Kang deja el listón alto para una edición del Nobel en la que las mujeres vuelven a sonar con fuerza. Entre las posibles ganadoras, los analistas literarios y el sector editorial coinciden en nombres como Anne Carson, Cristina Rivera Garza, Diamela Eltit, Margaret Atwood, Can Xue o Elena Poniatowska. Todas ellas, desde lenguajes y geografías distintas, proponen una literatura que interroga el poder, la identidad y la memoria desde lo personal y lo político.
La canadiense que transforma la poesía
Entre las favoritas se encuentra Anne Carson, poeta y ensayista canadiense cuya obra híbrida ha desafiado las categorías tradicionales. Ganadora del Premio Princesa de Asturias de las Letras 2020, Carson fusiona mitología, filosofía y feminismo en títulos como Autobiografía de Rojo, La belleza del marido o Decreación. Su escritura desmonta la voz masculina dominante de los clásicos griegos y propone un lenguaje donde la erudición y la emoción conviven con una libertad poco habitual. “Carson no solo reinterpreta a los antiguos —ha dicho la crítica Margaret Reynolds—, sino que les devuelve su humanidad perdida”.

América Latina se hace escuchar
Desde América Latina, Cristina Rivera Garza (México) encabeza las apuestas. Su obra, traducida a múltiples idiomas, ha sido premiada con el Anna Seghers (2005), el Premio Sor Juana Inés de la Cruz (2009) y el Xavier Villaurrutia (2021), además de un Pulitzer. Rivera Garza explora el cuerpo y la violencia de género desde una perspectiva feminista y experimental, fusionando historia y ficción en novelas como Nadie me verá llorar, La muerte me da y El invencible verano de Liliana, dedicada a su hermana asesinada. En palabras de la autora, “escribir es un acto de justicia, no un gesto de nostalgia”.
Junto a ella, otra de las voces imprescindibles es Diamela Eltit (Chile), referente del posdictadura y autora de una literatura que convirtió el cuerpo y la marginalidad en territorio político. Su primera novela, Lumpérica (1983), escrita bajo el régimen de Pinochet, fue un grito de rebeldía formal y existencial. Con títulos como Jamás el fuego nunca y El infarto del alma, Eltit transformó el lenguaje para denunciar la violencia estatal y las jerarquías del poder. Su mirada feminista —inconformista, corporal, radical— podría situarla entre las grandes candidatas de la década.
Otra figura destacada es Elena Poniatowska, periodista y escritora mexicana cuya obra combina el testimonio histórico con una profunda empatía social. Autora de La noche de Tlatelolco y Nada, nadie: las voces del temblor, Poniatowska ha sido durante décadas una de las cronistas más lúcidas del México moderno. Su literatura convierte la memoria colectiva en acto político, dando voz a quienes fueron silenciados, especialmente mujeres y víctimas de la violencia institucional.
Europa y Asia: nuevas narrativas posibles
En el ámbito europeo, la francesa Marie Darrieussecq podría ser una de las sorpresas del año. Su escritura, centrada en la maternidad, el cuerpo y la identidad femenina, ha renovado la narrativa francesa con títulos como Truismes o El bebé. También suena Olga Tokarczuk, aunque ya premiada en 2018, como referente de una generación que combina la ecología, la espiritualidad y el pensamiento feminista.
Desde Asia, Can Xue, seudónimo de Deng Xiaohua, continúa en las quinielas por su narrativa experimental, una mezcla de realismo onírico y filosofía taoísta. Su literatura —misteriosa, introspectiva, profundamente femenina— desafía la interpretación racional y se lee como una expansión de la conciencia literaria contemporánea.
Ninguna lista de posibles ganadoras estaría completa sin Margaret Atwood, la autora canadiense de El cuento de la criada, Alias Grace o Los testamentos. A sus 85 años, Atwood representa la conjunción entre activismo, rigor literario y visión profética. Su obra, que explora los mecanismos del poder, la vigilancia y la desigualdad de género, se ha convertido en un referente global del feminismo literario contemporáneo. Más allá del fenómeno audiovisual de sus adaptaciones, su escritura plantea una pregunta esencial: ¿qué ocurre cuando el cuerpo femenino se convierte en territorio político y reproductivo? Su capacidad para unir el pensamiento ecológico, la crítica social y la invención narrativa la consolidan como una de las candidatas más sólidas a un Nobel que hace años parece estar esperándola.

Un Nobel más abierto, más plural
Aun cuando nombres como Haruki Murakami, Gerald Murnane o Enrique Vila-Matas continúan sonando entre los favoritos, el 2025 podría ser un año decisivo para las escritoras. La tendencia reciente del Nobel apunta hacia la apertura geográfica, la experimentación formal y la revisión del canon desde una sensibilidad diversa y feminista.
Si algo une a estas autoras, más allá de estilos y lenguas, es una convicción compartida: la literatura como resistencia y memoria. En un momento de crisis global, sus obras ofrecen una mirada donde lo íntimo se convierte en político y donde el arte de narrar vuelve a ser una forma de transformar el mundo.