Todo lo que no te han contado sobre Ted Bundy: su vínculo con Ed Gein

Ambos asesinos son los dos extremos de una línea que une el terror rural con el urbano, la demencia con la frialdad

Ted Bundy vs Ed Gein - Cultura
Montaje con dos fotografías de Ted Bundy (d) y Ed Gein (i).
The Today Show

Durante décadas, los nombres de Ted Bundy y Ed Gein han sido sinónimo del horror americano. Dos hombres separados por veinte años, pero unidos por una fascinación morbosa que aún hoy sigue interrogando a la sociedad: qué lleva a un ser humano a cruzar todos los límites.

Aunque muchos documentales y ficciones han intentado vincularlos, la verdad es que la relación entre Ted Bundy y Ed Gein no fue real, sino simbólica. Un vínculo construido por la cultura, la prensa y la obsesión colectiva por descifrar el mal.

Ed Gein: el origen del monstruo americano

Antes de que el mundo conociera a Ted Bundy, Estados Unidos ya había descubierto su propio infierno doméstico con Ed Gein. Nacido en 1906, en la apacible comunidad de Plainfield, Wisconsin, Gein parecía un hombre inofensivo. Un campesino tímido que vivía solo tras la muerte de su madre. Pero, en 1957, el hallazgo de restos humanos en su casa cambió para siempre la historia del crimen en el siglo XX. Entre los objetos encontrados había máscaras de piel humana, muebles confeccionados con huesos y fragmentos de cadáveres exhumados de cementerios locales.

Ed Gein confesó el asesinato de dos mujeres, aunque las autoridades descubrieron pruebas que apuntaban a muchas más atrocidades. Fue declarado demente y recluido en un hospital psiquiátrico hasta su muerte, en 1984. Pero lo que lo hizo legendario no fue solo su crimen, sino su influencia cultural: inspiró personajes como Norman Bates (Psicosis), Buffalo Bill (El silencio de los corderos) y Leatherface (La matanza de Texas). Gein inauguró el mito moderno del monstruo rural. El hombre corriente que, tras la fachada de la América profunda, esconde una mente deformada por la represión, la culpa y el deseo.

Ted Bundy: el asesino con rostro de ángel

Veinte años después de la detención de Ed Gein, el país volvería a estremecerse con un nuevo nombre: Ted Bundy. A diferencia de Gein, Bundy era joven, atractivo, carismático. Un estudiante de Derecho con un discurso pulcro y seductor que escondía una doble vida. Entre 1974 y 1978, secuestró, violó y asesinó a decenas de mujeres en al menos siete estados de Estados Unidos. Su método era tan metódico como brutal: fingía lesiones o pedía ayuda para cargar objetos en su coche, donde las golpeaba y las llevaba a lugares apartados para violarlas y asesinarlas.

Todo lo que no te han contado sobre Ted Bundy: su vínculo con Ed Gein
Imagen promocional de la docuserie ‘Conversaciones con asesinos: Las cintas de Ted Bundy’.
Netflix

La doble cara de Ted Bundy —el chico encantador frente al depredador sin alma— convirtió su caso en una obsesión mediática. Durante su juicio, transmitido en televisión, miles de personas acudían al tribunal solo para verlo sonreír. Muchas mujeres lo admiraban. La fascinación por su inteligencia, su frialdad y su aparente normalidad dio lugar a un nuevo arquetipo criminal: el asesino con encanto. Bundy ya no era el monstruo marginal, sino el lobo que se escondía entre la multitud.

El falso vínculo entre Ed Gein y Ted Bundy

Con el estreno de la serie Monstruo: La historia de Ed Gein, muchos espectadores quedaron atrapados por una escena ficticia: un “encuentro” imposible entre Ed Gein y Ted Bundy, donde el primero colaboraba con el FBI para atrapar al segundo. La imagen era poderosa, pero falsa.

No hay ningún documento, carta ni testimonio que demuestre que ambos se conocieran. O que el FBI utilizara al viejo Gein como fuente.

Cuando Ted Bundy comenzó su carrera criminal, Ed Gein llevaba más de una década internado en un hospital psiquiátrico, desconectado del mundo. Ni siquiera habría tenido conocimiento directo de sus crímenes. Lo que sí existía, en cambio, era una conexión simbólica: la herencia del horror. Bundy creció en un Estados Unidos que ya conocía el nombre de Gein, donde los asesinos eran materia de fascinación popular. Las películas inspiradas en Ed Gein ya circulaban, y su imagen de campesino demente se había convertido en arquetipo.

Bundy, consciente del poder mediático del crimen, jugó con esa herencia. En entrevistas posteriores, cuando ya estaba en el corredor de la muerte, llegó a reflexionar sobre el papel de los medios y del entretenimiento en la “construcción del asesino”. Aunque nunca mencionó a Ed Gein directamente, su manera de manipular la atención pública demuestra que comprendía lo que Gein nunca supo: que el horror vende.

Una influencia más cultural que criminal

Decir que Ed Gein influyó en Ted Bundy es más una lectura cultural que una relación real. El primero encarnaba el terror físico: el contacto directo con la muerte, la piel, los cuerpos, la locura. El segundo representaba el terror psicológico: la manipulación, el narcisismo, la inteligencia perversa. Pero ambos revelaron las sombras de una misma sociedad.

Los estudios criminológicos señalan que, tras la difusión del caso Gein, el perfil del asesino cambió en la imaginación colectiva. El “asesino silencioso” pasó de ser una figura marginal a convertirse en una amenaza cercana. Cuando Bundy apareció, encajó perfectamente en ese molde, pero lo modernizó: ya no era un campesino aislado, sino un universitario bien vestido. En cierto modo, Ted Bundy fue el heredero cultural del miedo que Ed Gein había sembrado dos décadas antes.

Todo lo que no te han contado sobre Ted Bundy: su vínculo con Ed Gein
Imagen promocional de la serie ‘Monstruo: La historia de Ed Gein’.
Netflix

Y esa continuidad no es menor. Ambos transformaron el modo en que Estados Unidos entendía el mal. En Gein, el mal nacía de la represión religiosa, del aislamiento, de la locura heredada. En Bundy, el mal era puro egocentrismo, un espejo distorsionado de la sociedad del éxito. Uno actuaba por compulsión; el otro, por placer. Pero el resultado fue el mismo: la deshumanización absoluta.

La fascinación compartida: medios, mitos y monstruos

La cultura mediática convirtió a Ed Gein y Ted Bundy en leyendas. En la época de Gein, los periódicos locales publicaban titulares sensacionalistas que alimentaban la curiosidad popular. En la de Bundy, la televisión y la prensa nacional amplificaron el fenómeno hasta límites insospechados. La atención mediática transformó a los asesinos en ídolos oscuros, en figuras casi mitológicas.

Todo lo que no te han contado sobre Ted Bundy: su vínculo con Ed Gein
Fotograma de la serie ‘Monstruo: La historia de Ed Gein’.
Netflix

Esa fascinación explica por qué aún hoy seguimos hablando de ellos. Porque más allá del crimen, lo que nos atrae es la pregunta que ambos dejaron abierta: de qué está hecho el mal. ¿Nace o se construye? Gein lo encarnó desde la soledad y la locura; Bundy, desde la inteligencia y el control. Dos caras de una misma moneda, dos reflejos opuestos del monstruo interior.

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