La tercera jornada de la UEFA Women’s Champions League condensó todo aquello que convierte a esta competición en un espectáculo irresistible: exhibiciones de calidad, tensión a flor de piel y pequeñas historias que pueden cambiar el rumbo de una temporada. Los tres equipos españoles firmaron capítulos muy distintos, como si cada uno hubiera rodado su propia película europea. El FC Barcelona brilló con un dominio incontestable, el Real Madrid se aferró al partido hasta conseguir un empate de puro carácter en el último instante y el Atlético de Madrid vivió una noche amarga, marcada por la derrota y un susto que dejó helado al vestuario.
El Madrid resiste hasta el final
El Real Madrid vivió una noche de resistencia y fe en Valdebebas. El 1-1 frente al Paris FC se quedó corto para describir la tensión que envolvió un partido que parecía escaparse pese al dominio blanco. El equipo generó más de veinte disparos, atacó por dentro y por fuera, acumuló ocasiones claras, pero el balón se resistía a entrar. Para colmo, el Paris FC golpeó primero desde el punto de penalti, en el minuto 41, obligando al Madrid a remar contracorriente durante toda la segunda mitad.
A partir de ahí, el partido entró en ese territorio incómodo en el que el que empuja parece condenado a la frustración. Sin embargo, el Madrid mantuvo el pulso. Insistió, aceleró, cargó el área y se negó a aceptar la derrota. La recompensa llegó en el 90+8, cuando Caroline Weir cazó un balón suelto en el área y lo envió a la red con la serenidad de quien no conoce el nerviosismo. Un gol que vale más que un empate: vale continuidad, credibilidad y carácter en una Champions que penaliza cada detalle.

El equipo sigue invicto y, además, con futbolistas como Alba Redondo y la propia Weir entre las más influyentes de la competición siendo las máximas goleadoras hasta ahora de la competición, junto a Ada Hegerberg y Alexia Putellas. El Madrid no solo suma puntos: suma identidad.
Golpe doble para el Atlético
El Atlético de Madrid firmó la noche más amarga de los tres representantes españoles en Europa. La derrota por 1-2 ante la Juventus dolió más allá del marcador, porque llegó después de un inicio convincente, con dominio territorial y una sensación de control que parecía encarrilar el partido. Amaiur Sarriegi abrió el camino con un derechazo en el minuto 39, pero el golpe psicológico llegó justo antes del descanso: un libre directo sublime de Godø en el 45+4 borró la ventaja y cambió la temperatura del encuentro.
En la segunda mitad, la Juventus aprovechó su experiencia europea para inclinar la balanza. Bonansea, siempre oportunista, firmó el 1-2 con un remate preciso dentro del área. El Atlético tenía el balón, pero no el partido. La posesión era rojiblanca, pero el peligro real llevaba acento italiano. Ese contraste explica buena parte de por qué la derrota duele tanto: el equipo hizo muchas cosas bien, pero no las decisivas.

El momento más duro, sin embargo, llegó con la lesión de Andrea Medina. El silencio que se adueñó del Centro Deportivo Alcalá cuando cayó al césped tras un choque fue estremecedor. Los gestos de sus compañeras y rivales, la entrada inmediata de las asistencias y su posterior traslado al hospital pusieron en pausa todo lo demás. Aunque el club tranquilizó al entorno informando que la jugadora estaba estable, la imagen dejó marcado al vestuario.
Y por eso esta derrota es influyente en todos los sentidos. En lo deportivo, complica seriamente el camino hacia la clasificación. En lo emocional, impacta aún más: el equipo no solo debe recomponerse de un marcador adverso, sino convivir con la inquietud por la salud de una compañera. Es un golpe doble en un momento clave de la competición.
El Atlético está obligado a reaccionar, y Europa no suele esperar.
Un Barça que arrasa
El FC Barcelona vivió en el Johan Cruyff una noche de superioridad. El 3-0 al OH Leuven fue la consecuencia natural de un partido dominado de principio a fin: el equipo acorraló al rival durante largos tramos, monopolizó el balón y convirtió cada ataque en una ocasión peligrosa, sosteniendo un ritmo que el conjunto belga nunca pudo igualar.

El duelo se abrió justo antes del descanso con un penalti transformado por Alexia Putellas, que ella misma había provocado. Tras el descanso, un autogol de Everaerts y un cabezazo de Irene Paredes sellaron una victoria incontestable.
La noche dejó también un hito para el club: Cata Coll alcanzó los 100 partidos oficiales defendiendo la portería azulgrana, consolidándose como una pieza clave en el proyecto.
En clave goleadora, Alexia Putellas se ha situado entre las cuatro máximas anotadoras de la Champions 2025/2026, demostrando de nuevo su peso en los grandes escenarios y su capacidad para aparecer en los momentos decisivos.
Con pleno de victorias tras tres jornadas, el Barça no solo gana: crece, madura y demuestra que tiene recursos para desmontar cualquier plan defensivo. A este ritmo, la fase de grupos puede quedársele pequeña muy pronto.


