Paula Remoguera lo ha vuelto a hacer: ganar su segundo oro consecutivo en el Campeonato del Mundo de Patinaje en línea celebrado en Pekín. Una hazaña tan trabajada como inesperada. “Yo esta temporada me había planteado disfrutar porque la anterior había sido psicológicamente muy dura” comenta Paula para Artículo14. Instalada en EEUU para estudiar una ingeniería biomédica en la Universidad de Georgia, volvió a entrenar reviviendo de nuevo las sensaciones del deporte que la había visto crecer.

Pero aún así, su forma de ser le impidió tomarse la temporada a la ligera, más aún sabiendo que era la última. Y así, sin tener “nada claro” que se fuese a clasificar para el Campeonato del Mundo, llegó un billete inesperado para octubre en China, tras el cual asegura “nos hemos dejado la piel“.
En ese “nos” incluye a su entrenadora, Olaia Gómez, quien sin dudar decidió seguir a Paula hasta Atlanta para poder seguir trabajando juntas.
Un pack indivisible
Ambas se conocieron cuando Paula decidió estrenar su mayoría de edad dando un cambio a su vida deportiva. “Yo estaba en el Club de Las Rozas, al que le tengo muchísimo cariño, pero sentía que staba estancada así que probé en el de Torrelodones y allí estaba Olaia“, recuerda, “aunque en realidad llevábamos viéndonos toda la vida en las competiciones” apunta la entrenadora madrileña.

A partir de ahí se forjó una relación en la que Paula reconoce que “es una de las personas que más me conoce, es casi una madre adoptiva”, a lo que su entrenadora añade “yo veía una serie de cosas en ella que ella no era capaz de ver”. Para la patinadora Olaia “tiene una radiografía de mi cerebro“, comenta.

Esas energías que tan bien sincronizaron, ese “pack indivisible” del que tan orgullosas se siente, les llevó a una primera convivencia un verano en Galicia, y tras este, dar el salto a Estados Unidos para una preparación a contrarreloj en la que “se tenían que alinear todos los astros”.
La última bala
Una vez que salieron las fechas y octubre era el momento de la celebración del campeonato “nos dimos cuenta de que Paula no podía entrenar tanto tiempo sola, así que me fui para allá” nos cuenta Olaia. “Ella pensó en renunciar pero entonces no habría tenido sentido todo el trabajo que habíamos hecho, y más en su última temporada, le dije, te tienes que retirar por todo lo alto”.

Así fue como la entrenadora dejó todo para apostarlo a la última bala del cartucho de Paula. “No sabíamos como íbamos a financiar todo, si tenía pista para entrenar, pero hablé con la Universidad y nos pusieron muchas facilidades, así que Olaia se compró los billetes y ahí empezó nuestra preparatoria”.
“Una cosa es ganar un oro, y otra es revalidarlo”
Después de una preparación dura, llegar hasta China no fue un camino de rosas, “nos teníamos que enfrentar al jet lag al que se tenía que adaptar toda la Federación pero sumando las seis horas de diferencia desde España más las otras seis desde Atlanta“, nos explica Paula sobre un desfase horarios que los deportistas suelen tratar con al menos tres días de adaptación antes de competir. Ese no pudo ser su caso.
“Llegamos con menos de 24h de antelación, y eso hizo que no fuese su mejor competición, pero el trabajo estaba hecho“, admite orgullosa Olaia recordando como su pupila se impuso a las dos patinadoras italianas para ganar por subir, por segunda vez consecutiva, al escalón más alto del podio. “Una cosa es ganar un oro, pero otra muy distinta ya es revalidarlo”, apunta.
El minoritario del minoritario
Dedicarse a un deporte emergente no es fácil. “Encima el nuestro es minoritario dentro del minoritario”, comenta Paula con media sonrisa. “Aquí aunque ganes campeonatos o medallas no se gana absolutamente nada, menos mal que hay becas de la Comunidad de Madrid que te dan un respiro pero las mismas no cubren los gastos anuales. Los viajes por ejemplo, en el Campeonato de Europa corren por nuestra cuenta”, explica la madrileña de una realidad que viven muchos deportistas de élite.
“Es verdad que la presión mediática de un deporte muy seguido te la quitas”, mantiene la entrenadora. “Pero supone hacer de todo, en mi caso, de gestora, de manager, ella las publicidades de los crowdfundings, todo el rato llamando a puertas”, relatan de una búsqueda de patrocinadores para poder seguir realizando su sueño. “Por cada 50 que llamas una es un sí”, explican.
Cambiar los patines por los estudios
Con el oro entre las manos y aún con la adrenalina de haberse hecho con la reválida del oro reflexionan sobre un broche perfecto final.
“Ahora Paula cambia los patines por los estudios, se merece mucho vivir esta experiencia plenamente” nos cuenta una Olaia, que volverá a su club a seguir inspirando a jóvenes a cumplir sus sueños a través de su pasión. “Cuando la inspiración está en casa es mucho más fácil”.
Paula emprende una nueva etapa de su vida habiendo sacado muchas lecciones de su vida ligada al deporte y también a Olaia. “Ella Me ha enseñado a poner el foco, a gestionar situaciones complicadas, a saber mirar al futuro, porque ella tiene la gran capacidad para mirar más allá. He aprendido a valorar lo que hacemos y a creer en mí misma“, reflexiona Paula.
Un pack indivisible que ahora ponen rumbos diferentes, aunque siempre estarán unidas por esos dos oros, historia ya del deporte español y de sus propios destinos.


