Radiografía de la mente de las jugadoras de la Selección: “Se conectan muy bien como equipo”

Tamara Arroyo, psicóloga experta en la salud mental aplicada al alto rendimiento, analiza todo lo que rodea a la Selección en este ámbito antes de una nueva final en la Nations League

Detrás de una campeona hay una gran psicóloga. En el deporte, los ejemplos de éxito que esconden un trabajo específico de la mente se suceden una y otra vez. Porque el físico, la técnica o el talento son claves, pero también las emociones y la capacidad de controlar todo lo que puede pasar por la cabeza en un momento determinado o de máxima intensidad y tensión. Para ello trabajan psicólogas como Tamara Arroyo (Elche, Alicante, 1982). La ex competidora de baile y experta en salud mental aplicada al alto rendimiento trabaja con jugadoras y jugadores en la búsqueda de la excelencia a todos los niveles. Porque el deporte es cosa de cabeza. Y de eso sabe mucho Arroyo, quien desprende pasión por lo que hace.

La psicóloga valenciana atiende a Artículo 14 en la previa de la final de Women’s Nations League, en la que España peleará por un nuevo título ante Alemania. Arroyo ha trabajado con varias jugadoras internacionales en los últimos años y ha seguido de cerca el desarrollo y crecimiento de este equipo. Un trabajo que ponemos sobre la mesa para entender más y mejor el contexto de las futbolistas que defenderán a la Selección en la lucha por el trofeo: la ida será en suelo germano el viernes, 28 de noviembre (20:30, RTVE), y la vuelta el 2 de diciembre (18:30h, RTVE) en el estadio Metropolitano de Madrid.

La conversación se abre con una pregunta que bien podría dar para escribir un libro. “¿El campeón o campeona se hace o se nace?”, le preguntamos. Arroyo sonríe. “Gran pregunta”, empieza, antes de dar su punto de vista sobre ello: “Mi opinión es que se aprende a ser campeón. Solo que hay ciertos rasgos de personalidad que ayudan a conseguir ser campeón. Para mí la mentalidad del campeón, lo que necesita una persona para competir y estar en alta competición, se trabaja, se aprende y se desarrolla”.

Y continúa: “No todo el mundo está preparado para estar en alta competición. Entonces, hay gente maravillosa en el mundo del deporte que son grandes, pueden ser grandes entrenadores o grandes árbitros, pero no son competidores. A competir se aprende y se requiere de disciplina, esfuerzo, constancia y esto hay que invertir mucho trabajo, mucho tiempo y tener foco en ello. Entonces, no todo el mundo fluye en alta competición”.

En el contexto de esta final de alta exigencia, en la que España se mide a una de las selecciones más fuertes a nivel histórico, Tamara Arroyo nos aporta las claves a trabajar de cara a este partido. “Nuestra selección es un modelo a seguir en el trabajo psicológico. Creo que tenemos muchas jugadoras con cabezas preparadas, trabajadas y necesitan solo, a veces, recordar y activar el trabajo que han hecho previamente. El trabajo de una final, para mí, es activar líneas que ya están hechas previamente. Creo que nuestra selección tiene esto muy bueno. Y es muy positivo. Se conectan muy bien como equipo. Aparte de ser grandes jugadoras, tenemos un gran equipo. Y creo que también la gente que hay alrededor de la selección está haciendo un maravilloso trabajo que hace que esto sea posible”.

La psicóloga valenciana se mete en el papel al ser preguntada sobre cómo actuaría ella si tuviera que trabajar con las jugadoras en una sesión rápida a falta de unos días para la disputa del título de la Women ‘s Nations League. “Si yo ahora tuviera que hacer una intervención súper rápida de cara final trabajaría con la idea de recordar objetivos claros. Siempre que la mente tiene una portería donde marcar, sea campo de juego o sea a nivel de qué quiero yo enseñar en el campo, mi conducta es más fácil que aparezca. La que yo busco. Entonces, primero, las preguntas que tenemos que hacernos es: ¿Qué quiero conseguir? ¿Cuáles son mis objetivos de rendimiento en este partido?. Hay que hacer un barrido de entrar al campo con un punto de activación adecuado para rendir como yo sé. O sea, regular el aerosol en cuanto a las euforias. Una activación correcta que sirva para recordarles por qué están ahí, por qué son buenas”, apunta.

En esta línea, añade: “Hay que trabajar la pata de la confianza y que salgan con el foco cerrado. Y luego, hacer lo que tienen que hacer. Es decir, hacer dispersión en la mente. Que la mente esté en lo que tiene que estar. No en la grada, en el resultado que va a venir después o en la celebración o la derrota. No, en lo que tiene que estar es en el partido”.

La calma o tranquilidad para la máxima concentración a la que se refiere Tamara Arroyo tiene varios enemigos: el foco mediático, las redes sociales, los comentarios de amigos, familiares… Todo lo que rodea a las deportistas, al fin y al cabo. “Depende de la personalidad”, puntualiza la psicóloga al referirse a las posibles distracciones que pueden ocasionar las redes sociales o los mensajes al teléfono: “Hay jugadoras que tienen que dejarlo y otras que le encanta ver comentarios, el ver cómo está la afición, el ver lo que se está comentando…”.

Por su parte, recuerda que la concentración, en un caso y en otro, debe entrenarse. “No es algo mágico. Es como el bíceps o el cuadríceps, que con gimnasio constante tú consigues abrir y cerrar el foco. Necesito que empiece a tener el foco interno y estrecho. Conforme va al campo de juego, va saliendo, voy centrando en áreas donde se siente segura, donde siente que está en un estado ready, donde tiene una retribución positiva. Y ya cuando sale al campo, de hacer tanto trabajo de abrir y cerrar, entrar y sacar el foco de atención, son jugadoras que son capaces de leer el juego, leer qué está pasando en el campo, meterse dentro de lo que necesita, de entrar, salir, abrir, cerrar, porque lo tienen hiper ejercitado”, explica.

El trabajo mental con las jóvenes jugadoras

Tamara Arroyo se detiene también a analizar los casos de las jóvenes jugadoras que emergen con condiciones muy distintas a las que tuvieron en sus inicios futbolistas como Alexia Putellas, Jenni Hermoso o Irene Paredes, por citar algunos ejemplos de las veteranas de esta Selección. “Por mi personalidad, soy directa, clara, y me gusta bajar a tierra en mi consulta a las jugadoras que tengo más jóvenes. Lo hago hablando de número, de años y de planes. Ahora tú tienes esto, pero qué seguridad hay de que lo tengas dentro de cinco años. Me encanta ponerles los pies en la tierra. No por bajar ilusiones, sino por poner los sueños en bases firmes. Hablo de números, estadísticas, ahorros, salidas profesionales y, desde la evidencia”, desarrolla.

Sobre esto, la psicóloga también mira alrededor de las jugadoras. A su círculo más cercano: “A mí me encanta también entrar en el entorno del deportista porque yo creo que una gran figura del deporte o de cualquier ámbito tiene a su lado un gran equipo, unos padres, una hermana, una amiga, un amigo.. Son muchas las fuentes donde una persona que tiene mucha presión necesita sentarse, poder contrastar, autorregularse y corregularse con gente de su confianza. El entorno es importantísimo”.

Las diferencias entre el fútbol masculino y femenino

Tal y como hemos citado, Tamara Arroyo trabaja en el fútbol en general, sin apellidos. Con ellas y ellos. Y la psicóloga también nos aporta su visión de las diferencias que ha encontrado a la hora de trabajar con jugadores y jugadoras. “Un punto que noto diferencia en el contenido de la sesión, en el contenido de los temas trabajados. Con las mujeres, me presentan más abordar la conciliación entre diferentes roles de su vida, como por ejemplo ser madres, ser hijas o ser parejas, que los hombres. Hay como una preocupación, como un estrés asociado a no llegar a diferentes áreas, más que con los chicos. Ese sentimiento de culpabilidad asociado a estar muchos días fuera de casa o que pisen fechas importantes en la familia con los chicos me pasa mucho menos que con las chicas. Mucho menos”, asevera.

Y prosigue: “Hay otro tema también que es el tema del futuro. Tengo en algunos casos, no en muchos, pero en algunas jugadoras, que son jugadoras experimentadas, con carreras ya largas y a los 30 y pico ya empezamos a hablar de salidas o de planes B o de otras líneas de sustento de vida. Me pasa mucho más con ellas que hay un mayor estrés asociado a cuando se acabe mi etapa deportiva, me voy fuera, no me voy fuera a jugar para ingresar más, para hacer como un futuro más estable”.

La valenciana también nos presenta algunos temas más particulares en las jugadoras como el síndrome de la impostora. “Me encanta porque lo hablo un montón en sesión. Me lo encuentro súper habitual y yo creo que además es súper acertado porque la autoestima de la persona tiene diferentes patas. Una es el autoconcepto y el autoconcepto se basa en lo que opinan los demás. Los chicos tienen mucho más premio, más feedback. Tienen más momentos de reconocimiento público, de presencia en medios, en redes, en noticias, en minutos, en ruedas de prensa. Más exposición, más apoyo, más patrocinios. Ese autoconcepto va reforzando en muchos momentos de su vida y en muchos ambientes, en las empresas, en los patrocinios, en las ruedas de prensa, en las cenas del equipo…”

Y termina abordando ese tema aplicado a las deportistas de élite en el fútbol: “Las chicas no lo tienen tan reforzado como ellos. Al final su autoconcepto es como muy puro de buen fútbol, de buen deporte. Esto es maravilloso, pero claro, solo ahí a veces ellas tienen sus dudas porque no todos los partidos salen maravillosos. Ni pueden demostrar su nivel de lazo técnico en todos los momentos. Faltan más vías de autoafirmación”. A pesar del crecimiento de esta categoría, aún queda mucho en lo que trabajar tras una historia marcada por el ‘olvido’ de ellas. Mientras, su éxito en el campo es más que evidente y todo lo que está por venir, en medio del auge de una categoría que no deja de batir récord. “Todas tienen una sensación de justicia”, sentencia Arroyo unos días antes de que España juegue la final de una Nations League en la que quiere seguir reinando.

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