El calendario marca pleno mes de julio, las temperaturas suben y las agendas se vacían. Pero el mercado, ese, no entiende de vacaciones. Mientras los inversores planean su desconexión, la Bolsa entra en una fase tan impredecible como el tiempo en la montaña. Puede brillar con fuerza o desatar tormentas inesperadas. Y en 2025, con el Ibex 35 acumulando una revalorización cercana al 20% y algunos valores como Indra superando el 120% las ganancias parecen demasiado jugosas como para dejarlas al azar del verano.
Y es que el verano tiene sus propias reglas en los mercados. La liquidez disminuye, los inversores institucionales bajan el ritmo y las noticias, por pequeñas que sean, se amplifican. A eso se le suma la estacionalidad de agosto, un mes donde los precedentes muestran varios episodios de alta volatilidad.
Agosto de 2024 lo dejó claro. En apenas unos días, la Bolsa de Tokio cayó un 12%. El Nasdaq se dejó un 7%. Todo por una combinación de malos datos de empleo en Estados Unidos y una inesperada subida de tipos en Japón.
En esas semanas, basta una chispa para que el mercado reaccione con violencia. Desde la posibilidad de nuevos aranceles por parte de Estados Unidos hasta la tensión creciente en Oriente Próximo. Todo eso sin olvidar el temido efecto burbuja que algunos analistas empiezan a detectar en sectores como defensa, oro o renta fija emergente.
La buena noticia es que hay formas de prepararse antes de hacer la maleta. No se trata de anticipar lo que va a ocurrir, sino de dejar los deberes hechos para que cualquier sobresalto no estropee el descanso. Según recuerdan desde MyInvestor, la volatilidad estival no debe confundirse con un cambio de tendencia. Muchas veces, los movimientos bruscos se deben más a la falta de volumen que a fundamentos de fondo.
Tener un plan
Una de las medidas que plantean es revisar si la cartera está bien diversificada. No se trata solo de tener muchas posiciones, sino de que no reaccionen todas igual ante una misma noticia. Si en los últimos meses todo ha subido o bajado al mismo tiempo, quizá conviene introducir activos que se comporten de forma distinta. Combinar renta variable con renta fija, incorporar sectores menos cíclicos o explorar otras geografías puede aportar resistencia al conjunto.
¿Está demasiado concentrado el riesgo?
También puede ser un buen momento para revisar la exposición a sectores específicos. Si una parte importante de la cartera se concentra en tecnología, pequeñas empresas o mercados emergentes, reducir ligeramente ese peso puede evitar sustos innecesarios. Algunos gestores proponen reequilibrar hacia sectores más estables, como salud, consumo esencial o infraestructuras.
Desde MyInvestor insisten en que una cartera bien construida no necesita reajustes constantes. Pero si se decide hacer cambios, mejor ahora que en pleno agosto. Los traspasos dentro de fondos, por ejemplo, permiten modificar la estrategia sin impacto fiscal. Es una vía para pasar de fondos más agresivos a otros conservadores, sin renunciar a la flexibilidad.
Para los que van por libre, también hay herramientas
En el caso de quienes invierten directamente en bolsa, las opciones son distintas. Algunos eligen cerrar posiciones y esperar con liquidez. Otros optan por fijar órdenes “stop” que se activen automáticamente si el precio baja. Desde iBroker destacan la utilidad de los “stops dinámicos”, que acompañan al valor en su subida y se ajustan si el mercado da la vuelta.
Ahora bien, todo esto suena muy bien, pero no hay que olvidar el factor emocional. El control emocional también entra en juego. La tentación de consultar la cartera cada día, especialmente con más tiempo libre, puede llevar a decisiones impulsivas. Por eso, conviene establecer límites, automatizar avisos y tener claro cuándo y por qué se tomará cada decisión.
Otra recomendación frecuente es mantener un fondo de emergencia. Esa parte de liquidez no invertida no solo da tranquilidad ante imprevistos, sino que permite aprovechar oportunidades si aparecen. En pleno agosto, un recorte excesivo en un activo puede convertirse en una puerta de entrada atractiva para quien tiene margen de maniobra.
También conviene aceptar que no se puede estar en todo. El miedo a perderse una oportunidad, conocido como FOMO, puede llevar a sobreoperar o a actuar sin criterio. Asumir que es imposible capturar todos los movimientos y centrarse en una estrategia coherente es parte del aprendizaje inversor.
Antes de cerrar el portátil, algunas acciones pueden marcar la diferencia. Revisar la composición de la cartera, ajustar exposiciones excesivas, automatizar órdenes, establecer alertas, dejar liquidez disponible y, sobre todo, tener un plan claro. Si todo está preparado, el mercado podrá moverse sin que eso altere la tranquilidad del descanso.