Marie, como cada mañana, deja a su hija de ocho años en la escuela y se apresura a tomar el autobús hacia la tienda de ropa femenina donde trabaja en el centro de París. Y, como cada mañana, sigue pensando en cambiar de empleo: “El sector de la moda ya no tiene futuro”, relata esta mujer de treinta años.
Ella es el retrato fiel del sector de la moda prêt-à-porter, donde un 75% de los empleos están ocupados por mujeres, según el Instituto Nacional de Estadística y de Estudios Económicos. La significativa presencia de madres solas y con contratos a tiempo parcial no deseados (entre un tercio y la mitad) hace que la crisis del sector les afecte de forma aún más dura.
Marcas en dificultades
Razones para preocuparse, Marie las tiene: al menos 1.200 tiendas de ropa cerraron sus puertas en Francia desde 2023 y 13.000 puestos fueron suprimidos o están amenazados. La lista de marcas en dificultades -en quiebra o bajo una administración judicial- es larga: Comptoir des Cotonniers, Princesse Tam.Tam, Jennifer, DPAM, Sergent Major, Natalys, Camaïeu, Naf Naf, etc. Otras, como C&A, aplicaron numerosos planes de despidos colectivos.
Lo que puede jugar en favor de Marie, originaria de África occidental, es su edad. Es considerada joven y por eso puede más fácilmente lograr una reconversión profesional.
Los sindicatos apuntan que muchas dependientas de más de 40 años se quedan desempleadas u optan por cambiar a un sector de actividad igualmente feminizado (además de poco reconocido y mal pagado): el cuidado de mayores o de niños.
Errores en cadena
Una serie de razones explican el debacle del prêt-à-porter en Francia, el país de la moda. Expertos subrayan la poca reactividad del sector a los cambios de comportamiento de los consumidores. La gran batalla perdida de las marcas tradicionales (de las más populares a las de gama media) parece ser, a día de hoy, la venta en línea. Plataformas generalistas como Amazon, de un lado, y la china Shein, dedicada exclusivamente a la venta de ropa barata por internet, lograron posicionarse como grandes players.
Pero hay marcas que han cometido otros errores estratégicos, como es el caso de Comptoir des cotonniers y Princesse tam.tam, fundadas respectivamente en 1995 y 1985, y que desde 2005 forman parte del gigante japonés Fast Retailing. Su estrategia en Francia fue apostar por artículos estandarizados de proveedores chinos. Las dos marcas hasta entonces conocidas por sus piezas originales, ya fueran los trajes de lujo asequibles o ropa íntima femenina, empezaron a llenar sus estanterías de productos que no respondían a las expectativas de sus fieles clientes.
Ropa de segunda mano
Otro dato importante es el mercado de segunda mano, una tendencia en pleno ascenso. A la vez, él consigue atraer tanto a los clientes que buscan bajos precios como aquellos con conciencia ecológica y preocupados en disminuir la huella de carbono. La compra de este tipo de artículos representa un 16,3% entre los jóvenes de 18 a 34 años y se está convirtiendo en un hábito en Francia.
Según el barómetro del consumidor publicado por el Instituto Francés de la Moda, en el primer trimestre de este año el principal vendedor de moda, en términos de volumen, fue Vinted, justamente una plataforma en línea de ropa de segunda mano. Su tipo de negocio comunitario, en el que cualquier persona puede vender, comprar o intercambiar una prenda de ropa o accesorio de ocasión, es una fiebre nacional.
Competencia china
En el ojo del huracán está la competencia desigual de marcas de producción china, con venta online, bajísimo precio y consumo ultrarrápido. Es el caso de Shein y Temu. A lo largo de los años, el impacto del made in China generó efectos en cascada en toda la cadena de producción textil francesa, que perdió decenas de miles de empleos.
Julia Faure, empresaria ecoresponsable y activista, en una reciente entrevista a Artículo 14, destacaba otra consecuencia: la desaparición de mano de obra especializada y, con ella, de competencias y técnicas importantes desarrolladas a mucho coste. Una especie de patrimonio cultural hasta ahora transmitido y enseñado, pero cada vez más escaso.
Legislación
El pasado junio, un año más tarde de la primera aprobación de la Asamblea, el Senado dio luz verde para penalizar la moda ultrarrápida y disminuir su impacto ambiental. La Cámara Alta vivió un intenso lobby de la gigante china Shein, que puso a su servicio conocidos youtubers y figuras de la política para presionar dentro y fuera del Parlamento.
Entre las medidas aprobadas, está una contribución ecológica en función de las condiciones de producción de la prenda, prohibición de la publicidad de la moda ultrarrápida y sanción para youtubers que la promueven, así como tasas para pequeños paquetes enviados.
Pasados los escollos de la Asamblea y el Senado, será el turno de la comisión mixta paritaria (que engloba a miembros de las dos Cámaras) de pergeñar el texto definitivo que entrará en vigor. Esta ley se encuadra en la directiva de la Comisión Europea (CE) sobre el sector textil aprobada en 2023.
Guerra con Shein
Según Bruselas, 5 millones de toneladas de ropa al año van a la basura en la UE -en torno a 12 kilos por cada habitante- y apenas un 1% del textil termina por ser reciclado.
Por su parte, Shein aclaró que favorece la democratización de la moda gracias a sus precios competitivos, dando a entender que el consumidor tendrá que rascarse el bolsillo si su presencia en el mercado disminuye por culpa de la nueva ley.
La marca china creó cierta controversia hace una semana, cuando, en la ciudad de Dijon (centro), abrió una tienda física efímera del 26 de junio al 5 de julio que provocó una impresionante fila de clientes deseando entrar los primeros.