El plan oculto detrás de la ‘fiebre nuclear’ que podría cambiar tu factura de la luz

La fiebre de las centrales nucleares ha vuelto. De Rusia al Ártico y de China a España, los reactores prometen energía barata y estable

La central nuclear de Almaraz
Foro Nuclear

Durante años, Europa dio por enterrada la era atómica. Pero la historia —y las crisis energéticas— tienden a repetirse. Mientras Rusia presume de su central nuclear flotante en el Ártico y China inaugura reactores de nueva generación, la llamada ‘fiebre nuclear’ vuelve a sacudir al planeta. Y España, pese a su calendario de cierre, ya siente el temblor. Detrás de este resurgir, se esconde un plan silencioso que podría afectar directamente al precio de la electricidad y al futuro de las centrales nucleares en el país.

En septiembre de 2019, el puerto ruso de Pevek fue testigo de un hito tecnológico: la llegada del Akademik Lomonosov, la primera central flotante del mundo. Se presentó como una solución energética para las regiones más inhóspitas del planeta. En realidad, su propósito era otro: alimentar las minas de oro y cobre de Román Abramóvich, aliado de Putin. Así comenzó una nueva carrera energética donde las centrales nucleares se convirtieron en herramientas geopolíticas, más que en fuentes de energía limpia.

Reactores de bolsillo: la nueva joya del poder mundial

El ejemplo ruso fue el preludio de una tendencia que hoy se acelera. La industria global está apostando por los llamados reactores modulares pequeños (SMR, por sus siglas en inglés). Estas centrales nucleares en miniatura son móviles, menos costosas y pueden alimentar ciudades enteras o centros de datos sin depender de grandes redes eléctricas. China ha sido la primera en ponerlos en marcha, mientras Estados Unidos y el Reino Unido compiten por desarrollar los suyos.

La carta enviada por el vicepresidente de política global de OpenAI, Michael Tabtabai, al Gobierno estadounidense ilustra bien esta urgencia. Según advertía, la infraestructura eléctrica actual no soportará la demanda energética que requiere la inteligencia artificial. Su solución: multiplicar la producción y apostar por centrales nucleares capaces de sostener el nuevo ciclo tecnológico. En otras palabras, IA y energía atómica están destinadas a convivir.

Las centrales nucleares
La central nuclear de Surry en EEUU es gemela de Almaraz.
Foro Nuclear

Europa, que hace apenas una década presumía de desmantelar sus reactores, ahora vuelve a ver en ellos un salvavidas. Francia ha mantenido firme su apuesta, Alemania duda y Reino Unido ya prepara su propio plan de SMR de la mano de Rolls Royce. La nueva fiebre nuclear ya está aquí. Y no tiene nada que ver con el pasado. Ahora no se trata de miedo, sino de dependencia.

España reabre el debate tras el gran apagón

El gran apagón del 28 de abril de 2025 fue el punto de inflexión. Durante horas, buena parte del país se quedó sin luz. En cuestión de minutos, el debate se incendió en redes sociales: ¿puede España sostener su red eléctrica sin centrales nucleares? Muchos apuntaron a las energías renovables como responsables del colapso. Pero la realidad, como casi siempre, era más compleja.

El Gobierno había logrado que las renovables alcanzaran el 65 % de la capacidad total del país. El Banco de España estimaba incluso que, gracias a ese impulso, el precio de la electricidad había caído un 40 % respecto a 2014. Pero la estabilidad del sistema seguía dependiendo del gas y de un puñado de centrales nucleares que aún resisten. Tras el apagón, la presión del lobby energético creció. Se empezó a hablar de extender la vida útil de los reactores, aunque eso implique frenar el avance de las renovables.

Las centrales nucleares
La central nuclear de Almaraz que en noviembre de 2027 se clausurará.

Hoy, en los despachos de las grandes compañías eléctricas, se libra una batalla silenciosa. Por un lado, quienes quieren acelerar el cierre de las centrales nucleares entre 2027 y 2035, tal y como estaba pactado. Por otro, quienes apuestan por su supervivencia, al menos hasta que la red renovable sea realmente estable. La pugna no es ideológica, sino económica: mantener los reactores permitiría estabilizar los precios… a costa de frenar el cambio de modelo.

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