TIR, HY, USC, UCITS… ¿Tu fondo de inversión habla en código?

Para muchas personas, el folleto de fondo de inversión es indescifrable. Siglas como TIR, UCITS o AUM se presentan sin explicación, generando confusión y desconfianza. Pero detrás de cada letra hay una clave que conviene conocer.

Si hay algo que desespera a quien invierte sin ser profesional es abrir el folleto de un fondo y encontrarse con un galimatías de letras como TIR, HY, UCITS, AUM, TER, NAV. Y lo peor es que muchas veces esas siglas no aparecen explicadas en ninguna parte. Sin embargo, esta historia tiene solución.

La escena es de lo más común. Una persona entra en su banco, revisa una propuesta de inversión y de repente se encuentra leyendo un documento que podría haber sido escrito por una agencia espacial. “Fondo UCITS con cobertura HEDGED en USD y orientación FI IG HY. TER de 1,12% y VaR moderado”. ¿Perdón?

Sopa de letras en el folleto de un fondo de inversión

Está en juego el dinero de la gente, sus ahorros y sus planes de futuro. Y, sin embargo, buena parte de la industria financiera sigue comunicándose como si el cliente fuera un experto en Wall Street. Esto contribuye al desconcierto.

Para empezar, TIR es la Tasa Interna de Retorno. Es una estimación del rendimiento que una inversión podría generar. Si una persona invierte 10.000 euros en un fondo con una TIR del 4%, teóricamente obtendría unos 400 euros al año. Pero existe una trampa, ya que se calcula asumiendo que todos los flujos de caja futuros se reinvierten a esa misma tasa, algo que rara vez ocurre.

Sigamos con el NAV, que representa el valor liquidativo por participación. Es decir, el precio real que se pagaría por entrar o salir del fondo. Si el NAV es de 125 euros, eso significa que cada participación cuesta exactamente esa cantidad en ese momento.

Ahora bien, saber cuánto costará mantener ese fondo también importa. Aquí entra en juego el TER, el Total Expense Ratio, que mide el porcentaje de los gastos totales del fondo. Por ejemplo, si un fondo cobra una TER del 1,5% sobre 10.000 euros, el coste sería de 150 euros al año.

Pero no todo es lo que se gana o se gasta. También interesa saber cómo es de grande el fondo. AUM, o activos bajo gestión, nos da esa pista. Si una entidad tiene 2.000 millones de euros gestionados, ese es su AUM. Cuanto mayor sea, en teoría, mayor solidez operativa tiene la gestora.

Ahora bien, ¿qué pasa si el fondo pierde valor? Aquí aparece el VaR, o Value at Risk. Si un fondo tiene un VaR del 5% en una cartera de 10.000 euros, implica que hay una probabilidad estadística de perder hasta 500 euros en un periodo determinado.

Por si fuera poco, no basta con mirar el riesgo potencial. También hay que observar la estabilidad. Es aquí donde entra la VOL, que mide la volatilidad. Cuanto mayor sea, más oscila el valor del fondo. Un fondo con alta VOL puede tener subidas y bajadas pronunciadas.

Y no solo interesa saber si sube o baja, sino también si lo hace mejor que el mercado. Ahí entra el ALPHA, que refleja la rentabilidad adicional de un fondo respecto a su índice de referencia. Por ejemplo, si el índice sube un 5% y el fondo un 7%, el ALPHA es 2%.

Ahora bien, si lo que queremos es entender cómo se comporta el fondo respecto al mercado, tenemos que mirar la BETA. Esta mide su sensibilidad frente a los movimientos del mercado. Si el BETA es de 1, significa que se mueve igual que el mercado. Un BETA de 1,2 implica mayor volatilidad.

Cuando saber qué significa cada letra puede cambiar la inversión

Hasta aquí, muchos números, pero también hay más letras. HY e IG, por ejemplo, hablan del tipo de bonos. HY es High Yield, o alto rendimiento con más riesgo. Por ejemplo, un fondo HY con cupón del 7% sobre 10.000 euros generaría unos 700 euros anuales. IG es Investment Grade, bonos de calidad superior, menos rentables pero más seguros.

Sigamos ampliando el mapa. FI es renta fija. EQUITY representa la renta variable, es decir, acciones. MM es Money Market, fondos de corto plazo. ALT se refiere a estrategias alternativas como hedge funds o infraestructuras. Y todo esto puede estar envuelto en más siglas.

Por ejemplo, UCITS es una normativa europea para armonizar y garantizar transparencia. ETF es un fondo cotizado en bolsa. FOF, o fondo de fondos, invierte en otros fondos. SICAV es una estructura legal frecuente en España y Luxemburgo.

¿Y qué pasa con los beneficios? Pues depende de si el fondo es ACC o INC. ACC reinvierte las ganancias, mientras que INC reparte dividendos. Por ejemplo, un fondo ACC con rentabilidad del 5% no entrega nada al inversor, pero capitaliza el rendimiento. Un INC podría transferir esos 500 euros directamente.

Las letras también hablan del lugar del mundo donde se invierte. EM son mercados emergentes, DM son desarrollados. LATAM es Latinoamérica, APAC es Asia-Pacífico y ROW es el resto del mundo. En cuanto a divisas, las más comunes son USD, EUR, GBP, CHF y JPY.

En el universo temático hay más todavía. ESG sigue criterios ambientales, sociales y de gobernanza. SRI es inversión socialmente responsable. SDG hace referencia a los Objetivos de Desarrollo Sostenible. También hay fondos centrados en sectores como AI, TECH o HEALTH.

Llega un momento en el que la acumulación de siglas convierte lo que debería ser un producto transparente en un laberinto semántico. Esto tiene consecuencias. Si la persona inversora no comprende el producto, no puede valorar el riesgo ni las expectativas de rentabilidad. Es como subirse a un avión sin saber a dónde va.

Llegados a ese punto, cabe hacerse una pregunta. ¿Cuántas personas conocen realmente lo que hay detrás de su fondo de inversión?

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