El reloj corre y la cuerda se tensa. Este miércoles 9 de julio expiraba la tregua arancelaria decretada por Estados Unidos en abril. Apenas 48 antes de su fin, Washington ha decidido aplazar su entrada en vigor hasta el 1 de agosto, lo que abre de facto una nueva ventana de negociación. En este escenario, la Comisión insiste en que hay “avances” y aspira a cerrar un “principio de acuerdo”, aunque la propia Ursula von der Leyen reconoció días atrás que detallar un pacto en solo 90 días “es imposible”.
Sobre ese calendario incierto, el ministro de Economía, Carlos Cuerpo, también ha advertido de que, incluso si se logra un principio de acuerdo esta semana, se necesitarán “semanas de negociación” para concretarlo sector a sector. En España, sectores como el agroalimentario o el farmacéutico miran con preocupación hacia un de sus grandes mercados.
Para conocer el impacto económico de este pulso comercial y qué se juega España en la negociación, Artículo14 entrevista a María Jesús Fernández, economista senior de Funcas.
– EE.UU. ha anunciado que, si no hay acuerdo, restaurará los aranceles “originales” del llamado Día de la Liberación. ¿Cree que aún hay margen para alcanzar una negociación más ventajosa para la Unión Europea?
Si no se anuncia un acuerdo el 8 de julio, lo más probable es que se anuncie una extensión del periodo de negociación. Incluso si no hubiera acuerdo, y Trump anunciase la imposición de los aranceles que él denomina “recíprocos”, probablemente las negociaciones continuarían. El problema es que mientras no exista acuerdo, la incertidumbre seguirá presente, afectando negativamente a las decisiones empresariales, posponiendo inversiones y contrataciones hasta que no se sepa cuál va a ser el marco de relaciones comerciales definitivo.
– Desde el punto de vista español, ¿qué efecto concreto podría tener en la economía cada uno de los dos escenarios? ¿Contamos con alguna estimación de impacto para cada alternativa? ¿Cuánto nos jugamos realmente en esta negociación?
Las diferentes estimaciones del impacto sobre la economía española, en un escenario de un arancel del 10% –con un tipo específico para determinados productos como el acero–, apuntan a dos o tres décimas porcentuales de PIB. Para el escenario de los aranceles “recíprocos” es más complicado, porque dependería mucho también de la respuesta de la UE, si toma represalias o no, y en qué medida.
Probablemente no tomaría represalias más allá de algunas “cosméticas” para seguir negociando. En cualquier caso, aunque el impacto macroeconómico en el escenario del 10% sea limitado, sí puede ser importante en algunos sectores específicos para los cuales el mercado estadounidense es más relevante, como el aceite y el vino.
– Tras la cumbre de la OTAN, Trump ha amenazado con aranceles de castigo específicos para España. ¿Qué sectores considera más vulnerables si esa amenaza se concreta?
Precisamente el aceite y el vino serían los candidatos más evidentes si quisiera tomar represalias específicas contra España.
– Desde el Ejecutivo se apunta a la búsqueda de mercados alternativos. ¿Es realista pensar que el comercio con EE.UU. puede redirigirse a otros destinos? ¿No estamos compitiendo con otros países europeos en la misma situación?
Si impone aranceles específicos, por ejemplo, al aceite y al vino de España, pero no a los de otros países, lo que ocurriría al cabo de algún tiempo sería una reorientación de los flujos comerciales: otros países competidores de España exportarían a EEUU ocupando el lugar que dejamos nosotros, lo que implica que esos países dejarían de atender sus mercados tradicionales, a los cuales podría dirigir España su producción. Al fin y al cabo son productos para los que existe un volumen determinado de demanda mundial y una oferta mundial, y si esa demanda no es atendida por unos, lo será por otros. En cualquier caso, habría que ver si son mercados perfectamente sustitutos, ya que los precios que se pagan en otros mercados pueden no ser los mismos que en EEUU.
En otro tipo de productos, como manufacturas, ese efecto de reorientación puede ser más complicado. Y si los aranceles al aceite y el vino son iguales para todos los países productores, lo que ocurriría sería que se caería la demanda de EEUU y por tanto había una menor demanda mundial que atender y ese efecto de reorientación sería más difícil. Bajarían los precios de esos productos. Pero hay países productores que no están la UE, por lo que los aranceles finales podrían no ser los mismos.
– Trump ha advertido que aplicará un arancel del 10 % adicional a los países que se alineen con las “políticas antiestadounidenses” de los BRICS. Si esta medida se aplica, ¿qué impacto económico podría tener sobre Europa y, en particular, sobre España?
Probablemente en las negociaciones con la UE se tratarán muchos asuntos, no solo comerciales, como la exclusión de tecnología china o la compra de armamento a EEUU, de modo que si se llega a un acuerdo será porque la UE estará alineada con esos intereses a los que se refiere Trump. En cualquier caso, mi impresión es que cualquier arancel que supere ese general del 10% que damos todos por hecho, sería siempre algo provisional como presión para lograr otros objetivos, y la negociación continuaría. En cuanto a que pudiera imponer un arancel específico a España, evidentemente ya no hablaríamos de dos o tres décimas, sino de más, pero habría que saber más detalles para hacer una valoración.
– En su nota de abril, Funcas estimaba que los aranceles podrían restar hasta tres décimas al PIB español. Transcurridos ya tres meses, ¿cómo está afectando la incertidumbre geopolítica al comportamiento real de la economía española?
De momento no hay información suficiente. Hay algunos indicadores de sentimiento, como los PMI de manufacturas, que sí recogen las declaraciones de empresas que dicen haber sufrido una cierta reducción en sus pedidos para exportaciones por la paralización de decisiones de sus clientes derivada de la incertidumbre, o que ellas mismas indican que prefieren recurrir a sus inventarios para seguir produciendo en lugar de a nuevos pedidos por el mismo motivo.
Cuando dispongamos de más información con datos de actividad y de exportaciones reales, sobre todo del tercer trimestre, podremos hacer una valoración. En cualquier caso no esperamos el hundimiento de ningún indicador, recordemos que estamos hablando de dos o tres décimas en el conjunto anual.