Cómo ahorrar 100.000 euros para tu jubilación si eres autónoma

Muchas autónomas dejan su jubilación en segundo plano, pero nuevas herramientas como el PPES, el PIAS y el SIALP ofrecen ventajas fiscales y flexibilidad para construir un ahorro sólido a largo plazo

Muchas trabajadoras autónomas piensan que aún tienen tiempo para ocuparse de su jubilación. Entre las cuotas mensuales, imprevistos fiscales de todo tipo y las responsabilidades familiares, el ahorro a largo plazo queda a menudo relegado. Quienes lograban apartar algo para su futuro solían recurrir al clásico plan de pensiones individual (PPI). Pero con un tope anual de 1.500 euros y un entorno fiscal cada vez más ajustado, ese modelo empieza a quedarse corto para quienes buscan una jubilación mínimamente desahogada.

En ese contexto han surgido herramientas como los planes de pensiones de empleo simplificados (PPES). Aunque su nombre pueda parecer técnico o incluso intimidante, su funcionamiento no lo es. Estos planes permiten a las trabajadoras por cuenta propia ahorrar hasta 5.750 euros al año, una cifra que no solo mejora las posibilidades de construir un fondo sólido para la jubilación, sino que además se puede deducir de la base imponible del IRPF con el consiguiente ahorro fiscal. A esto se suma que sus comisiones de gestión son significativamente más bajas que las de los planes individuales tradicionales.

PPES, PIAS y SIALP: tres caminos distintos hacia una jubilación más tranquila

Sin embargo, el PPES es solo una pieza del puzzle. Para trazar una estrategia que permita alcanzar una meta hipotética de 100.000 euros en ahorro para la jubilación, los expertos apuntan a combinar distintas herramientas.

Dos de las más relevantes son el PIAS y el SIALP. El primero, Plan Individual de Ahorro Sistemático, permite ahorrar hasta 8.000 euros al año. Su atractivo principal está en que, si se rescata en forma de renta vitalicia, los rendimientos pueden estar exentos de tributación.

El segundo, Seguro Individual de Ahorro a Largo Plazo, permite hasta 5.000 euros anuales, con exención fiscal si se mantiene la inversión al menos cinco años. Ambos productos están pensados para perfiles conservadores o moderados, y pueden gestionarse con relativa facilidad a través de aseguradoras o entidades financieras.

A efectos prácticos, si una persona autónoma decidiera destinar el máximo anual a cada uno de estos instrumentos, es decir, 5.750 euros al PPES, 8.000 al PIAS y 5.000 al SIALP, estaría ahorrando 18.750 euros al año. Suponiendo una rentabilidad media del 4,5% anual y un horizonte de 20 años, podría superar los 100.000 euros con holgura.

A modo de referencia, el PPES por sí solo, con aportaciones constantes de 5.750 euros y una rentabilidad del 4%, puede generar más de 167.000 euros en ese mismo periodo. El PIAS, con un 3%, se movería alrededor de los 215.000 euros. El SIALP, más conservador, podría sumar 122.000 euros con un 2%.

Ahorrar para la jubilación sin renunciar a los ingresos actuales

Naturalmente, no todas las autónomas pueden permitirse esas cifras. Pero incluso aportaciones menores, constantes y bien planificadas tienen un impacto relevante a largo plazo. Según datos de Unicaja, la media de aportación a PPES de autónomos ya ronda los 4.500 euros anuales, por encima de lo que muchos dedican a planes individuales.

El problema es que pocos conocen estas opciones. Nueve de cada diez trabajadores por cuenta propia desconoce la figura de los PPES. La falta de formación financiera, sumada a la complejidad normativa y la escasa difusión institucional, lastra su adopción.

Desde EFPA España señalan que muchas entidades financieras tampoco están del todo preparadas para su implantación. Pese a ello, algunas aseguradoras y gestoras han comenzado a lanzar productos adaptados al perfil del trabajador por cuenta propia. Mapfre, VidaCaixa, Indexa o Caser ofrecen alternativas sencillas de contratar, muchas de ellas accesibles de forma digital.

Al mismo tiempo, se recomienda revisar anualmente el plan de ahorro, ajustar las aportaciones según los ingresos y el horizonte temporal, y aprovechar los beneficios fiscales sin exceder los límites establecidos.

También puede ser útil diversificar con fondos de inversión, que no tienen tope de aportación y ofrecen liquidez inmediata. Aunque no presentan ventajas fiscales tan marcadas como los PPES o los PIAS, pueden complementar una estrategia de ahorro estructurada. Algunos fondos ofrecen la posibilidad de invertir en ciclos de vida, adaptando el nivel de riesgo en función del tiempo restante hasta la jubilación, lo que puede ser especialmente útil para quienes buscan una gestión automatizada.

Para quienes estén considerando comenzar, el primer paso consiste como siempre en conocer las distintas opciones. Las páginas oficiales de entidades como la Dirección General de Seguros, las propias aseguradoras o plataformas de asesoramiento financiero como Finect o Indexa Capital ofrecen información comparativa actualizada.

También existen simuladores gratuitos que permiten calcular el ahorro potencial y el impacto fiscal según los ingresos anuales y el nivel de aportación deseado. Algunas herramientas incluso incorporan escenarios de rentabilidad para proyectar el capital acumulado en distintos horizontes temporales.

Aunque aún queda recorrido para una implantación más amplia de los planes de empleo simplificados, los instrumentos existen, están regulados y son accesibles. La dificultad no está tanto en su contratación como en su desconocimiento.

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