CATALUÑA

El pueblo de Girona que Elsa Peretti llamaba hogar y que inspiró parte de su legado

La diseñadora de Tiffany & Co, Elsa Peretti no solo vivió en Sant Martí Vell: lo reinventó sin romper su alma

Elsa Peretti, la joyera de Tiffany & Co.

En el corazón de la provincia de Girona, entre colinas y piedra antigua, se encuentra Sant Martí Vell, un pequeño pueblo catalán donde la diseñadora de Tiffany & Co, Elsa Peretti, encontró mucho más que una casa: halló su hogar, su lugar en el mundo y la fuente de inspiración que la acompañó durante décadas.

Esta aldea, que apenas supera el centenar de habitantes, fue el epicentro silencioso desde el que la artista dio forma a un lenguaje creativo sin precedentes en la joyería contemporánea.

Una mujer libre en busca de raíces

Nacida en el seno de una familia italiana de empresarios, Peretti rompió moldes desde joven. En 1961, apenas con 21 años, escribió a su padre para comunicarle que emprendería su camino sola. Así comenzó una vida marcada por la libertad creativa, la independencia económica y una inquebrantable fe en su propia visión.

Tras pasar por la vibrante Barcelona de los años 60 —donde formó parte de la escena vanguardista junto a figuras de la Gauche Divine— descubrió, gracias a la fotógrafa Colita, las ruinas de Sant Martí Vell. Aunque su fama internacional llegaría años después, con su traslado a Nueva York en 1968, aquellas casas semiderruidas en Cataluña quedaron grabadas en su imaginario.

Sant Martí Vell, Girona.
Sant Martí Vell, Girona.

Un pueblo que se convirtió en universo personal

En 1972, Peretti adquirió su primera vivienda en el pueblo: la llamó Casa Pequeña. A partir de ahí, inició un proceso de restauración paciente y amoroso que se extendería durante años. Con el tiempo, sumó otras propiedades: Can Noves, Casa Grande, Casa Caballo, Ca Elsa… Cada rincón fue cuidadosamente transformado en un espacio donde el arte, la naturaleza y el diseño convivían en armonía.

Más que adquirir casas, construyó un mundo propio: muebles únicos, paredes cubiertas de obras de arte contemporáneo, esculturas en los jardines, objetos orientales y textiles delicados se integraban sin estridencias en el paisaje rural. Todo hablaba de su sensibilidad, de su forma de habitar el espacio y de crear belleza desde la autenticidad.

La casa de Elsa Peretti en Girona.

Joyas con alma y formas esenciales

Fue en 1974 cuando comenzó su histórica colaboración con Tiffany & Co., una relación profesional que redefiniría la joyería del siglo XX. Sus diseños, orgánicos y sensuales, rompieron con la tradición rígida de la alta joyería y apostaron por la simplicidad cargada de intención.

Piezas como el colgante Bottle, el brazalete Bone, el colgante Open Heart o la icónica Bean no solo triunfaron en las pasarelas, sino que empoderaron a las mujeres, ofreciendo una nueva forma de expresar identidad y elegancia.

Detrás de cada joya, había un proceso artesanal riguroso. Colaboró con artesanos como Xavier Corberó y Vincent Abad para dar vida a sus ideas. La inspiración, sin embargo, solía llegar desde el silencio de Sant Martí Vell, donde decía encontrar el tiempo y la calma necesarios para pensar. “Soy lenta. Y este es mi pequeño secreto”, confesaba.

Elsa Peretti en su casa de Sant Martí Vell.

Un legado que permanece entre piedras y árboles

A pesar de su vida nómada y de sus residencias en Roma o Nueva York, Sant Martí Vell fue siempre su constante. Allí descansaba, creaba y reflexionaba. Fue también el lugar donde consolidó su compromiso social a través de la Fundación Nando y Elsa Peretti, que continúa activa tras su muerte, apoyando proyectos en derechos humanos, salud, arte y conservación del medioambiente.

Caminar hoy por el pueblo es seguir sus pasos: las viviendas restauradas, las esculturas escondidas entre jardines, los libros y objetos personales que aún se conservan. Todo en Sant Martí Vell lleva la huella de una mujer que transformó el lujo en expresión sincera.

Un rincón de Girona que late con su espíritu

Elsa Peretti no solo vivió en Sant Martí Vell: lo reinventó sin romper su alma. Convirtió este enclave rural en un espacio íntimo y universal al mismo tiempo, donde la naturaleza, el arte y la vida se mezclan en equilibrio. Allí, lejos del bullicio, la diseñadora que revolucionó la joyería encontró lo que más buscaba: verdad, tiempo y belleza duradera.

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